La pieza más osada y libre
crítica a Daredevil (2015-) | Episodio piloto
Netflix | EE.UU, 2015. Director: Phil Abraham. Guión: Drew Goddard. Reparto: Charlie Cox, Elden Henson, Deborah Ann Woll, Toby Leonard Moore, Bob Gunton, Vincent D`Onofrio, John Patrick Hayden, Skylar Gaertner, Royce Johnson. Fotografía: Matthew J. Lloyd. Música: John Paesano.
Todavía escaldados por el recuerdo de la mediocre versión cinematográfica que Mark Steven Johnson dirigió en 2003, la gente de Marvel ha puesto en sabias manos la adaptación seriada del personaje creado por Stan Lee y Bill Everett. El creador es Drew Goddard —guionista de Monstruoso (Matt Reeves, 2008) y co-guionista y director de La cabaña del bosque (2012—, amén de parte reseñable de varias series magníficas de la última década y media), que tras firmar los dos primeros episodios dejó la serie. Netflix, la entidad responsible junto a Marvel Studios y ABC, eligieron como sucesor a otro vástago de la “escuela Joss Whedon”, Steven S. DeKnight, que venía de crear y llevar con gran éxito Spartacus (2010-2013) en Starz. Daredevil es por tanto una pieza más dentro del engranaje Marvel, la tercera televisiva tras Agentes de SHIELD (2012-) y Agente Carter (2015-) pero no la última, ya que las series Jessica Jones y Luke Cage ya están en pleno proceso de producción. Merece ser dicho que la que nos ocupa y ésas dos últimas son series de Netflix, y las dos pioneras son de ABC. Mayor diferencia imposible, en presupuesto, libertad creativa, duración de temporadas o hasta duración de los episodios.
Goddard no pierde ni un segundo en contar los orígenes del héroe y su primera –al menos para nuestros ojos– misión como Daredevil. Antes de los créditos ya hemos visto las consecuencias inmediatas del accidente que le costó la vista al joven Matt Murdock, y cómo el adulto Matt Murdock (un más que correcto Charlie Cox) interviene en el encierro de un grupo de mujeres para propósitos oscuros. En la noche es uno, y durante el día es la mitad más atractiva de un destartalado dúo de recién licenciados en Derecho que toman como primera clienta a Karen Page —la estupenda Deborah Ann Woll, recién salida de True blood (2008-2014) y en otro registro—, aparente culpable de un crimen que no cometió. La resolución de ese caso y esporádicos vistazos a la dura infancia del protagonista se van a mezclar con una visión periférica de los males que azotan la ciudad. Personajes repetidos, villanos con potencial carismático y unas escenas de acción rodadas con la competencia esperada, enfatizando que la agilidad y fuerza de Matt es resultado del trabajo duro y horas de preparación física, y que las peleas duelen.
El creador establece desde el comienzo la sombra de la amenaza (del malvado más malo solo escuchamos la voz) y el alcance de lo implicados que están en distintas facetas –ese montaje musical que cierra el capítulo, el portátil retransmitiendo en directo lo que se dicen en la charla telefónica–, además de que sabemos que conocen la presencia de nuestro héroe. En 53 minutos bien utilizados veremos la combinación de humor y cinismo marca de la casa, la dicotomía en la que vive el personaje central como héroe con limitaciones y la creación de un ambiente lúgubre, mojado (hasta con pelea bajo la lluvia, lugar común por antonomasia) y frío, reflejo de un sitio donde no se puede confiar en nadie. El estar en Netflix permite pensar en ella como una serie adulta, con puntuales peajes que pagar pero maneras de perverir los tópicos. Daredevil es prometedora, no hace que pese el metraje y usa tramas ya clásicas, deuda de su inspiración del mundo del cómic. Sus responsables han demostrado que saben lo que se hacen, así que solo quedar comprobar, y gracias al modelo de difusión de la entidad lo podemos hacer ya, si la historia del superhéroe ciego es de las que se quedan en el recuerdo. 70/100.
Adrián González Viña
Redacción Sevilla