La vida te lleva por caminos extraños
crítica a Girls (2012-) | Cuarta temporada
HBO / 4ª temporada: 10 capítulos | EE.UU, 2015. Creadora: Lena Dunham. Directores: Lena Dunham, Jesse Peretz, Tricia Brock, Jamie Babbit, Richard Shepard. Guionistas: Lena Dunham, Jenni Konner, Judd Apatow, Paul Simms, Murray Miller, Bruce Eric Kaplan, Sarah Heyward, Max Brockman, Jason Kim. Reparto: Lena Dunham, Allison Williams, Jemima Kirke, Zosia Mamet, Adam Driver, Alex Karpovsky, Andrew Rannells, Peter Scolari, Becky Ann Backer, Ebon Moss-Bachrach, Gaby Hoffmann, Jon Glaser, Gillian Jacobs, Zachary Quinto, Jake Lacy, Marin Ireland, Jason Kim, Desiree Akhavan, Jason Ritter, Maude Apatow, Rita Wilson, Colin Quinn. Fotografía: Tim Ives. Música: Michael Penn.
Parece que fue ayer cuando de mano de la prestigiosa cadena HBO conocimos a ese puñado de chicas inquietas, disfuncionales y divertidas de incierto futuro y agridulce presente llamadas Shoshanna, Hannah, Jessa y Marnie. Loosers enérgicas cargadas de sueños, fracasos y conflictos vitales que salían del cascarón para enfrentarse a una realidad incómoda en el epicentro de la cosmopolita Nueva York; voces post-adolescentes de una generación desencantada pero peleona. Exhibiendo un derroche de espíritu indie, estética pop e hiperrealismo sin tapujos, su talentosa y precoz creadora, Lena Dunham, trasladaba al audiovisual desde el minuto cero las catarsis, las relaciones personales y las frustraciones de este coral grupo de amigas, bajo un punto de vista atrevido y deslenguado a caballo entre el humor y la tragedia, condimentado con una buena banda sonora y altas dosis de sexo explícito. Algo así como una radiografía cruda y mordaz del inalcanzable sueño neoyorquino, de los pasos a trompicones de una estrenada vida adulta acompañada de experiencias corporales y sentimientos contrapuestos. En definitiva, Lena –que ya se había estrenado previamente en el género del mumblecore con los largometrajes Creative NonFiction (2009) y Tiny Furniture (2010)– ha abogado desde el comienzo por plasmar con valentía y naturalidad lo que cualquier joven de veintipocos años puede llevar en sus vísceras; véase el caos hormonal, las amistades tóxicas, las ansias de autorrealización, o la frustración de ser la eterna becaria sin sueldo, la célibe maniática, la cabra loca que nunca dice no a los estupefacientes, el solitario ex-alcohólico.
Parece que fue ayer, pero lo cierto es que finalizada la cuarta temporada de este serial bautizado con el sencillo nombre, la evolución de sus protagonistas –y con ellas, la trayectoria de sus angustias, expectativas y vínculos amorosos y sociales– es constatable. Aunque conocemos al dedillo las obsesiones y dramas del cuarteto femenino y los personajes masculinos, todos ellos han cambiado, han crecido, se han desinhibido y, sobre todo, han sufrido en cantidades industriales. Eso sí, con humor, que es como menos pesan las losas. Por otra parte, y además de los cambios, los sellos de identidad de la historia se han mantenido estables en el tiempo: una comicidad ácida e inteligente, situaciones triviales y cotidianas para ahondar en la psicología de sus figuras principales, diálogos brillantes aliñados con una pizca de pretenciosidad, una fotografía capaz de hacer salivar a la comunidad hipster, y, por encima de todo, la exasperación que nos provocan unos personajes cuyo realismo exacerbado, manías y excentricidades se nos antojan a menudo demasiado insoportables. Lena Dunham canaliza a través de Hannah, el complejo y narcisista personaje principal al que da vida, sus temores anímicos, sentimentales y autorales, focalizando en su cuerpo y su desinhibición su perspectiva ante la muerte, la aceptación social, la maduración o el sexo. La solidez del resto de personajes femeninos ha servido para plasmar en ellos diferentes conflictos existenciales y modos de ver la vida: autoexigencia, estoicismo, neurosis, no future.
Esta cuarta temporada nos ha proporcionado una decena de capítulos de pulso ágil repletos de pequeñas redenciones y teñidos por un halo de esperanza frente al pesimismo irónico de anteriores entregas. El inicial fracaso socioeconómico del conjunto de protagonistas que sirvió de presentación inicial hace tres años ha derivado en diferentes situaciones para nuestras chicas. Así pues, al comienzo de esta tanda de episodios, Hannah comienza un nuevo proyecto mudándose a Iowa para recibir formación como escritora, mientras su codependiente relación con Adam queda en entredicho y aparcada en Nueva York; la virginal y neurótica Shoshanna inicia una maratón de búsqueda de empleo al finalizar sus estudios en Economía, la siempre mordaz Jessa persigue su lugar en el mundo tras regresar al hogar y finiquitar su proceso de desintoxicación, y Marnie, famosa por su obstinación y perfeccionismo, intenta vivir de su exitoso comienzo en la música indie gracias al dúo —mitad melódico, mitad lascivo— con Desi, un cantante magnético pero egocéntrico y con nulo sentimiento de culpabilidad frente al adulterio. Nos hallamos frente a una temporada que provoca que salgan a la luz nuevas inquietudes y rasgos psicológicos de todo el elenco.
Descubriremos que Hannah, tan deslenguada y ombliguista como siempre, posee una cierta vocación pedagógica; que Shoshanna ya no es aquella persona frágil ni constantemente pendiente de la aprobación de los demás; que Marnie también es capaz de exteriorizar su lado más valiente e impulsivo o que Jessa, además de su brutal sinceridad, sabe dar grandes consejos y responder en situaciones límite. Las subtramas han funcionado para refrescar el transcurso de la serie, desde la sorpresa en el seno del matrimonio de los padres de Hannah, las curiosas interrelaciones entre los personajes que conforman el grupo de Escritura Creativa de esta última, la maternidad “alternativa” reflejada en la psicótica hermana de Adam —dicho sea de paso, excelentemente interpretada por Gaby Hoffman—, el desarraigo amoroso y la vertiente política de Ray o la inquietante aparición de Mimi-Rose, una prolífica artista que cambiará el devenir de los acontecimientos. Como en anteriores ocasiones, la calidad de los episodios es irregular pero suficiente, arrancándonos sonrisas ante los absurdos cotidianos y el humor negro de las susodichas, y abriendo nuevas líneas de conflicto que desembocan en un magnífico episodio final, a mi parecer el más brillante de la temporada. No deja de ser paradójico que, a pesar de que la inmensa mayoría de los personajes principales no nos resulten simpáticos, ni logremos establecer empatía ni excesiva conexión emocional con ellos, Lena Dunham siga siendo capaz de suscitarnos interés por sus conflictos vitales y los problemas de su día a día en el bullicioso Brooklyn. Si algún lema podemos extraer de esta temporada es precisamente el título que da origen a esta reseña: la vida te lleva por caminos raros, insospechados y torcidos, aunque no por ello sean negativos o no constituyan el comienzo del cambio, el resurgir de las cenizas o el impulso hacia las redenciones y catarsis personales que nos cambian para siempre. Con diversos frentes abiertos de cara a la quinta entrega, especialmente en el plano sentimental de todos y cada uno de los protagonistas, nos quedamos expectantes y deseosos de conocer el avance de nuestras –ya no tan– loosers mujercitas, bailarinas entre una adolescencia perdida y esa madurez que a veces es tangible y otras, solamente humo. | ★★★★★ |
Andrea Núñez-Torrón Stock
Santiago de Compostela