Nuevo tema, misma fórmula.
crítica a CSI: Cyber (2015-) | Episodio piloto.
CBS | EE.UU, 2015. Director: Eagle Egilsson. Guion: Carol Mendelsohn & Ann Donahue & Anthony E. Zuiker. Reparto: Patricia Arquette, James Van Der Beek, Peter MacNicol, Charley Koontz, Shad Moss, Hayley Kiyoko, Michael Irby, Susan May Pratt, Kenneth Mitchell, Brady Smith. Fotografía: Marshall Adams. Música: Jeff Russo & Ben Decter.
Desde que anunciaron su intención de lanzar un nuevo spin-off de CSI: Las Vegas (2000-), el cuarto ya, la CBS hizo hincapié en lo novedoso del concepto y cómo la serie iba a ser algo distinto respecto al resto de policiacos de la saga de Anthony E. Zuiker. El tema apoyaba esta promesa de renovación (el mundo de los cibercrímenes, que todavía no se reconoce como real por algunas instituciones), así como el hecho de que el argumento no limita la acción a una ciudad específica o el protagonismo de una mujer por primera vez en la franquicia. Una fémina lideraría el escuadrón central, con sede en Washington y experto en resolver crímenes que tengan su origen y desarrollo en la red. Como ya hicieran con CSI: Miami (2002-2010), y en cierta forma con CSI: Nueva York (2004-2013), CSI: Cyber nació como episodio de prueba dentro de la serie madre. En Kitty (14.21) –dirigido también por Egilsson–, la agente especial Avery Ryan hizo su entrada en el mundo de las unidades de criminalística, y parece que convenció lo suficiente a la audiencia como para que los jefes de la CBS le dieran una oportunidad. Aunque fuera a medias. Una temporada de 13 entregas a estrenar en la primavera de 2015, después de la 15ª temporada de CSI: Las Vegas. Ryan volvió a salir en una escena de The Twin Paradox (15.4) para que el público no la olvidara, y hace unos días su equipo debutó en solitario con un episodio que lamentablemente suena a déjà vu, a rutinaria carta de presentación que ya hemos visto más de una vez. La casualidad, eso sí, ha querido que la serie contara con una bienvenida ayuda promocional. Hablamos del merecido Óscar que la protagonista de CSI: Cyber, la grandiosa Patricia Arquette, ganó hace apenas tres semanas por su labor en Boyhood (Richard Linklater, 2014). Arquette está estupenda, y sus compañeros de reparto son solventes, pero si la nueva serie debía resultar rompedora o simplemente original, la operación no ha funcionado.
La acción arranca con el secuestro de un bebé y el uso de su monitor con cámara como pantalla para realizar una subasta ilegal online. La mayor originalidad del policiaco reside en que apenas se lidia con cuerpos, sangre o pruebas físicas. Lo que el grupo del CTOC (en inglés, Centro de Operaciones de Ciber Amenazas) se encarga de investigar es la identidad virtual de los criminales, el por qué de sus acciones y el alcance del daño. CSI: Cyber debería servir en última instancia para que la audiencia se dé cuenta de los peligros de la red, el amplio porcentaje de internet que está oculto para los usuarios no expertos. En ese sentido será muy interesante observar los nuevos casos semana tras semana, profundizando aquí y allí en las personalidades de los protagonistas. Protagonistas que de momento se limitan a seguir una descripción básica de patrones repetidos, de arquetipos ya muy quemados (el agente guapo e intrépido, el pirata informático gordo y antipático, la joven informática de aspecto rompedor) y con una protagonista que, agárrense, se las ingenia en una escena para informarnos de su trauma fundacional de “superheroína” y de que tiene una némesis. Ryan es una antigua psicóloga con mucha determinación y ganas de ahorrar sufrimiento a los ciudadanos.
Zuiker y sus co-creadoras Carol Mendelsohn y Ann Donahue, con las que lleva trabajando desde el comienzo de la serie madre, no han variado apenas la fórmula que llevan aplicando 15 años. Se podría argumentar que esto se debe a que el crimen no ha cambiado esencialmente desde el año 2000. Y tendrían razón, pero que cualquier espectador pueda adivinar sin mucha dificultad los giros de guión o lo siguiente que va a decir o hacer éste o aquél personaje no habla muy bien de la labor de los guionistas. Eso sí, la serie es capaz de convidar la sensación de vértigo que produce enfrentarse a un cibercrimen, donde las posibilidades de triunfo parecen escasas ante la inmensidad de internet; y la subtrama del hacker obligado a ayudar para evitar la cárcel es muy interesante, al menos sobre el papel. No se puede decir que el episodio sea malo porque los diferentes equipos convocados, tanto en el lado técnico como en el artístico, funcionan con un mínino nivel de competencia. Nada es cutre ni ridículo (bueno, puede que esos sentimentaloides ralentís), pero tampoco especialmente apasionante. Y eso que el tema lo permite. 60/100.
Adrián González Viña
Redacción Sevilla