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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica en serie | Unbreakable Kimmy Schmidt / Temporada 1

    Unbreakable Kimmy Schmidt

    La vida no podrá con ellos

    crítica a Unbreakable Kimmy Schmidt (2015-) | Primera temporada

    Netflix / 1ª temporada: 13 capítulos | EE.UU, 2015. Creadores: Tina Fey & Robert Carlock. Directores: Tristram Shapeero, Beth McCarthy-Miller, Linda Mendoza, Michael Engler, Nicole Holofcener, Todd Holland, Jeff Richmond, Ken Whittingham. Guionistas: Robert Carlock, Tina Fey, Sam Means, Jack Burditt, Allison Silverman, Meredith Scardino, Dan Rubin, Lon Zimmet, Lauren Gurganous, Azie Mira Dungey, Emily Altman. Reparto: Ellie Kemper, Tituss Burgess, Carol Kane, Jane Krakowski, Lauren Adams, Sarah Chase, Sol Miranda, Ki Hong Lee, Dylan Gelula, Susanna Guzman, Tanner Flood, Jon Hamm, Adam Campbell, Tim Blake Nelson. Fotografía: John Inwood. Música: Jeff Richmond.

    Unbreakable Kimmy Schmidt viene con historia. Tras presentar dos pilotos a cadenas en abierto y ver cómo FOX rechazaba el de “Cabot College”, Tina Fey y Robert Carlock vieron cómo NBC decidía dar una temporada de 13 episodios a esta comedia sobre la liberación de una joven de una pequeña secta apocalíptica tras 15 años de cautiverio, bajo la premisa de que el mundo se había acabado. La historia central de la serie, la integración de Kimmy en Nueva York y voluntad de hierro para no dejarse hundir por las circunstancias de su vida, pareció ser demasiado extrema para la cadena del pavo real, pero el sostenido éxito durante siete temporadas y numerosos premios de Rockefeller Plaza (2006-2013), que Fey llevaba junto a Carlock desde el principio, les dio ese voto de confianza. Ante la evidente disposición de NBC de estrenar la serie en la discreta midseason al no saber muy bien cómo programarla, lo cual le hubiera producido unas audiencias más bien discretas, el pasado noviembre se supo que la cadena había negociado con las nuevas formas de programación y que Netflix no solo había comprado la serie sino que la renovaba por una segunda automáticamente. Otros 13 capítulos a estrenar en 2016, y que garantizan a los creadores mucha más libertad para contar su historia. Hace un mes se estrenó la historia de la inquebrantable Kimmy Schmidt, una de las cuatro Mujeres Topo de Indiana, y lo mejor que se puede decir es que mantiene el legado de comedia de lo absurdo y demencial que Rockefeller Plaza apuntó, aunque en menor medida, durante más de seis años.

    Para los fans de la primera serie de Tina Fey, les sonará el tono a medio camino entre la tontería autoconsciente y el retrato de una ciudad, Nueva York, llena de contrastes. Además, la presencia de la sólida actriz Jane Krakowski en un papel que rima con su Jenna Maroney de Rockefeller Plaza (de la que repiten aquí hasta tres guionistas) no ayuda a sacudirse la referencia de lo pasado, aunque aquí la actriz puede explorar un lado más humano del arquetipo de mujer egoísta que quiere mantener su buena posición. Jacqueline Voorhees, una madre de la élite urbana que contrata a Kimmy como niñera, tiene un trasfondo más amplio, pero también se debe a que en esta serie solo hay cuatro personajes fijos, y una de ellos –la casera Lilian– es pura comedia sin intento de tridimensionalidad. A lo largo de trece entregas que es aconsejable no ver de un tirón para no acabar algo harto de los intensos personajes, veremos a Kimmy aprender a superar un poco sus traumas, confiar más en la gente y lidiar con las dificultades del mundo. Todo ello materializado en unas tramas que hacen del exceso, dicho esta vez sin ánimo de crítica, su razón de ser. La mesura no es divertida, deben pensar los guionistas, porque lo que aquí importa es disparar un chiste por segundo. Ocurrencia tras ocurrencia (todos y cada uno de los flashbacks del búnquer son geniales). Referencias populares y culturales se mezclan con chascarrillos sobre sexo. Una parodia tan demencial como factible del 1% de la población millonaria junto a la descripción de las bambalinas del mundo del espectáculo en su nivel más bajo. Y ante todo, el centro de la serie es Kimmy, un personaje fascinante. Muy bien interpretada por Ellie Kemper, que ejercita su musculatura cómica y hace gala de un encanto a prueba de bombas, Kimmy está movida como personaje por una actitud ante la vida que recuerda a la ya mítica Phoebe Buffay de Friends (1994-2004). Esto es, ante las miserias de una existencia durísima, reaccionan con un positivismo que roza lo ingenuo. La gran diferencia con la legendaria sitcom es que en Unbreakable Kimmy Schmidt esa mirada contagia la luminosa estética y ambientación de una serie donde el color es fundamental.

    Unbreakable Kimmy Schmidt

    El riesgo de Fey y Carlock es alto, pues ahí es nada tratar de hacer comedia partiendo de tamaña desgracia, pero lo logran, y sin obviar o endulzar de dónde viene la protagonista. El mejor baremo tonal de este hilarante proyecto se encuentra en la curiosa banda sonora que compone Jeff Richmond –marido de Fey y ocasional director– y que se puede disfrutar sobre todo en los créditos finales, sobre un fondo de colores chillones. El espectador puede disfrutar entonces del look y también de una colección de cameos (otra marca de la casa) siempre sorprendente y divertida. Sean intervenciones puntuales –Dean Norris de “maestro de la heterosexualidad” o Kiernan Shipka de hermanastra insoportable– o presencias importantes (un Jon Hamm extraordinario como el reverendo que lideraba la secta), todos transmiten su disfrute ante el material del que disponen, siguiendo la única máxima de hacer reír, a veces con gags de lo más elaborados (el indescriptible clásico nunca terminado de 1938, “Daddy`s Boy”). Lo más importante es que el mantra vital de la protagonista no queda enterrado debajo de tanto humor, sino que se hace lo posible para enfatizarlo, a veces hasta machaconamente. Kimmy nos importa, lo sentimos por ella, y es estupendo comprobar que una sitcom puede tener alma cuando es evidente que el cinismo la recorre en alto porcentaje. Tenemos así momentos brillantes y emotivos como la historia de los diez segundos o los ánimos a Jacqueline para no aceptar las humillaciones de Julian y seguir adelante con el divorcio.

    La otra gran baza de la serie, una incluso más arriesgada, es el personaje de Titus. Arriesgada porque la combinación de arquetipos (el mejor amigo gay y el secundario gracioso negro) da como resultado un personaje en el límite de lo cargante, que a veces cae sin remedio en lo molesto, pero que cuando acaba la temporada se ha vuelto imprescindible. La deconstrucción de los tópicos a través de la autoconsciencia es lo que acaba haciendo que Titus Andromedon respire como un ser humano. De puro exceso, sí, pero se entiende al ver que es otro superviviente con pasado secreto que le estallará en la cara en el último momento. Y en ese último momento es donde la serie decide crear un pequeño cliffhanger para que el espectador espere la segunda temporada con ganas. Decimos pequeño porque la trama central de Kimmy queda cerrada con la encarcelación del reverendo, y Jacqueline abraza su pasado y mira el futuro con distintos ojos. Pero siendo una comedia de tono tan disparatado, la nueva tanda seguro que deparará muchas sorpresas y nuevos caminos. Los creadores también deberían usar estos meses para corregir fallos (ese joven Buckley que aparece y desapece a capricho) y regular algunos de sus excesos, porque si no es inevitable que Unbreakable Kimmy Schmidt acabe siendo un summun de la tontería. Divertidísima, sí, pero de las que no dejan huella. Y sería una pena. | |

    Adrián González Viña
    Redacción Sevilla



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