Racismo ilustrado
crítica a Dear White People (Justin Simien, 2014)
Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años, desarmado y sin antecedentes penales es asesinado por un policía blanco en la localidad de Ferguson. En los días posteriores, entre el 9 y el 19 de agosto de 2014, las calles de esta ciudad de Misuri se convierten en un hervidero de protestas ante el exceso de una acción policial con claro componente racial. Pronto estalla una batalla campal entre manifestantes y policía que acaba con la aplicación de un expeditivo toque de queda. Los altercados de Ferguson, llegados en pleno siglo XXI, no son los únicos disturbios raciales que han salpicado la Historia reciente de los Estados Unidos. Es importante remarcar esto en un contexto donde es fácil pensar, de forma errónea, que algunas cuestiones ya han sido superadas y digeridas por la sociedad. Si algo ha puesto de manifiesto la Historia ha sido el olvido al que, muy a menudo, suele abonarse una Humanidad de clara mentalidad cortoplacista. Lo hemos visto en los acontecimientos de Ferguson o en el reciente auge de la xenofobia y los partidos de extrema derecha que lacran las democracias occidentales. El oscuro pasado de los pueblos del viejo y el nuevo continente sigue manifestándose en la gran pantalla a través de ciertas propuestas fílmicas. Y lo hacen dando respuesta a unos motivos muy concretos. Si el cine (y la literatura) vuelve una y otra vez la mirada hacia lo abyecto es porque sabe lo fácil y rápido que resulta olvidar. El contexto que ve nacer películas como 12 años de esclavitud (12 Years a Slave, Steve McQueen, 2013) o la reciente Selma (Ava DuVernay, 2014), marcan los discursos y refuerzan la necesidad no solo de reivindicar lo conseguido sino, sobre todo, exponer los traumas colectivos para no volver a tropezar con la misma piedra.
Dear White People, la primera película de Justin Simien, ve la luz en el contexto de esa Norteamérica post racial que defiende el fin de las tensiones raciales entre blancos y negros, la de los Estados Unidos de la integración y la convivencia, como si el racismo fuese cosa de un vergonzoso pasado. En algún momento de la cinta, uno de los rectores de la universidad de élite en la que Simien, de forma mordaz, ubica las tensiones raciales entre esa generación post Malcom X verbaliza esa muerte del racismo. Es una respuesta tajante, propia de esos momentos en los que se quiere dejar de hablar de algo porque incomoda demasiado. El motivo son las protestas del sindicato de estudiantes negros ante la idea de integrar estudiantes blancos en una residencia de tradicional mayoría negra. Samantha (White), la portavoz de ese sindicato de estudiantes negros quiere recuperar el agresivo discurso de los movimientos sociales de los 60 y los 70, mientras se acuesta con un estudiante blanco. No es el único personaje que, en Dear White People, se adueña de un personaje que no parece corresponderle, forzando el mantenimiento de unas apariencias construidas en base a lo que los otros se esperan de ella. Un ensimismado joven homosexual que no logra encajar ni en una residencia de blancos y ni en otra de negros, un joven con aspiraciones alimentadas por un padre controlador, una chica sin más aspiraciones que las de aumentar las visitas en su canal de Youtube y Samantha, la portavoz del sindicato de estudiantes que no quiere serlo. La juventud negra que retrata la película de Justin Simien es una juventud desnortada que reclama un lugar en el mundo sin saber cuál debería ser.
Esa idea de la identidad, la búsqueda de ella y la construcción forzada en base a la imagen de cara a la opinión pública es lo que, en el fondo, copa el epicentro discursivo de Dear White People. Adoptando un tono de comedia ligera que mira con cierto descaro al cine de Wes Anderson, Simien articula esta misma idea a partir de cómo afrontar la representación del rostro, el lugar que éste debe ocupar en los márgenes del encuadre y qué relación establecer en el juego dialéctico entre plano contraplano. Ante la desubicación de los personajes, Simien busca descentrar los rostros, rehuyendo mayormente la frontalidad, recluyéndolos a residir en las esquinas de los encuadres, como si los espacios, las paredes y los techos de esa universidad ejercieran una presión real sobre unos personajes “invitados” a salir de la propia imagen. La universidad de élite, patrimonio tradicionalmente blanco, en el que un rector negro tiene por encima un superior blanco, es el escenario desde donde brotan esas nuevas formas de racismo disfrazadas bajo la hipocresía y gruesas capas de corrección política. Los prejuicios raciales siempre estuvieron ahí, latentes. Solo hacía falta que la población blanca se sintiese aludida por el discurso inflamado (pero falto de convicción real) de alguien que todavía busca su posición en el mundo. La fiesta temática final, en la que los blancos se ríen de los negros, con la que abre y cierra la película no es más que la explicitación de algo que, lejos de haberse superado, sigue presente. Aunque falta de frescura y terminada por arroparse a las trilladas convenciones del cine independiente, es de agradecer el intento de Dear White People por situarse en esa misma brecha abierta por el cine en su lucha por mantener viva la memoria. | ★★★★★ |
Daniel Jiménez Pulido
Barcelona
Ficha técnica
Estados Unidos, 2014. Título original: Dear White People. Director: Justin Simien. Guion: Justin Simien. Productor: Stephanie Allain & Leonid Lebedev. Productoras / Estudio: Lionsgate - Duly Noted - Homegrown Pictures. Presentación oficial: 18 de Enero de 2014 (Sundance Film Festival). Fotografía: Topher Osborn. Música: Kathryn Bostic. Vestuario: Raslyn Wooten. Montaje: Phillip J. Bartell. Reparto: Tyler James Williams, Tessa Thompson, Teyonah Parris, Brandon Bell, Kyle Gallner, Peter Syvertsen, Brittany Curran, Justin Dobies, Marque Richardson, Malcolm Barrett, Dennis Haysbert, Brandon Alter, Kate Gaulke, Brian James, Keith Myers. Premios más relevantes: Festival de Sundance (Premio Especial del Jurado - Nuevo Talento), Premios Gotham (Mejor intérprete revelación - Tessa Thompson), Independent Spirit Awards (Mejor guión novel), Críticos de Chicago (Nominada a Mejor director novel).