Val del Omar y los replicantes.
crítica a Sueñan los androides (2014), dirigida por Ion de Sosa / ★★★★★.
Con la cámara deslizándose de arriba a abajo, enfocando las monocromáticas fachadas de los edificios de la actual Madrid, finaliza El futuro (2013). Su desenlace es fundamental para entender la conexión entre la falsa utopía que se prometía en la década de los ochenta y la contemporánea crisis económica de España. Se trata de una unión que Luís López Carrasco propone a través de la filmación a tiempo real de una fiesta que tiene lugar el día de la victoria electoral del PSOE en 1982. Sin embargo, el director novel engaña a su público en la experimentación del paso del tiempo. Porque, aunque se perciba la fisicidad del transcurrir horario, éste no equivale a los sesenta y siete minutos de metraje. Más bien, al terminar la juerga desmadrada, el espectador se da cuenta de que han pasado treinta años de Historia delante de sus ojos. Descubrimiento que se revela gracias a los citados planos de la presente arquitectura madrileña. Los saltos temporales alegóricos desarrollados a partir de la exposición de bloques de hormigón 'marca España' también son la especialidad de Ion de Sosa en Sueñan los androides. De hecho, el segundo largometraje del cineasta donostiarra empieza con unas imágenes muy parecidas a la comentada ópera prima en solitario de su productor Luís López Carrasco, motivo por el que Sueñan los androides ha sido considerada erróneamente un spin-off de El futuro. Pese a la infinitud de nexos conceptuales, e incluso técnicos (como la elección del 16mm, el molesto granulado de las imágenes, o el aspect ratio de 4:3), no existe una correlación narrativa entre ambos. En otras palabras, el rotundo mensaje de "España no va bien" que daba sentido a El futuro no es más que una subtrama casi indetectable en Sueñan los androides. Pues, el nuevo proyecto de Ion de Sosa es una auténtica caja de sorpresas.
Centrándonos de nuevo en su impactante inicio, el filme presentado esta noche en la sección Forum de la Berlinale arranca con la inquietante exhibición del skyline de Benidorm en temporada baja. La ambiciosa especulación inmobiliaria, plasmada en esos elevados rascacielos que albergan resorts turísticos en su interior, se contradice con las calles desiertas donde reposan las ostentosas construcciones. La ridícula pomposidad frente a la innegable deshumanización aporta un aire post-apocalíptico al relato. Asimismo, la falsa inverosimilitud del fenómeno en cuestión permite situar la trama en un ficcionado futuro. Un postizo porvenir que se da a conocer mediante la chillona tipografía amarilla: "La Tierra, 2052". Pero, Sueñan los androides no es una simulación futurista cualquiera. Se trata de una adaptación castiza de la novela de Philip K. Dick "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", la misma obra original que inspiró a Ridley Scott en el guión de su película de culto Blade Runner (1982). En Sueñan los androides el ciberpunk de Scott y Dick se convierte en una oda a la atávica naturaleza hortera de la España profunda. La cúspide de dicha apología del kitsch se halla en las escenas ajenas a la trama que Ion de Sosa inserta de forma tan gratuita, pero evidentemente necesaria. Con el estilo idéntico del último largometraje de Ulrich Seidl In the basement (2014), o de uno de sus mejores e iniciáticos documentales Animal Love (1996), los personajes humanos —nunca los androides camuflados— de Ion de Sosa abren las puertas de sus casas para mostrar aquello que les hace sentir orgullosos de sí mismos. En el primer ejemplo mencionado del realizador austríaco, los huéspedes nos revelaban sus mayores secretos guardados en los sótanos, mientras que en el segundo caso, la cámara registraba a unos individuos idénticos a los anteriores besándose o jugando con sus mascotas, desvelando una pasión casi zoofílica. Con una ironía similar a la de Seidl, Ion de Sosa penetra en las casas de las señoras de Benidorm para filmarlas, estáticas y sonrientes, al lado de sus muñecos bizarros, figuritas de flamencas y toreros, o fotografías de bodas gitanas sujetas en marcos de un todo a cien. En cuanto a la satírica frialdad o distanciamiento con el que la cámara se acerca a los personajes secundarios, de Sosa se declara el gran discípulo de Seidl. No obstante, éste no comparte la enfermiza puesta en escena equilibrada que caracteriza a Ulrich Seidl, sino que apuesta por el método contrario. Es decir, a excepción de las secuencias de las anfitrionas valencianas en sus respectivos domicilios, el cuerpo de los protagonistas no-humanos de Sueñan los androides casi nunca permanece entero en el plano. Pues, siguiendo con el posicionamiento impasible e irónico del autor, Ion de Sosa casi siempre plasma los rutinarios quehaceres de los androides afincados en la Tierra, enfocando sus extremidades mientras dialogan en fuera de campo.
El extraño sentido del humor del nuevo largometraje del cineasta ganador de la primera edición del Festival Márgenes con su ópera prima True Love (2011), no sólo se advierte en la forma de acercarse a sus misteriosas criaturas. La singular agudeza que encadena hilarantes gags aleatorios se basa en el magnífico guión codirigido por Chema García Ibarra. El Blade Runner de la costa alicantina es un thriller disfrazado de comedia bizarra, en el que Harrison Ford es encarnado por un antihéroe alopécico de traje y corbata. Manolo Marín interpreta a un oficinista pistolero que dispara a todo lo que se mueve, puesto que los androides pueden estar en cualquier parte. Bailarines profesionales cocainómanos, cocineros en restaurantes de fast food, trabajadoras de Fotoprix, padres y madres de familia o bebés, nadie escapa del arma de fuego del despiadado funcionario. Por otro lado, aunque los esperpénticos autómatas no pronuncien discursos nietzscheanos como los de Ridley Scott, los robots de Ion de Sosa están más adaptados que los replicantes de Blade Runner o la Scarlett Johansson alienígena y asesina de Under the skin (2013). Éstos llevan tantos años en la Tierra que han empezado actuar siguiendo las absurdas pautas de comportamiento de los autóctonos. El mejor de ellos es sin duda Moisés (Moisés Richart), que además de probar los nuevos métodos de absorción de sustancias estupefacientes, también visita a una tiradora de cartas para que le explique el significado de unas extrañas pesadillas que no le dejan conciliar el sueño. La mención al Tarot es otro componente más que forma el particular calidoscopio de Ion de Sosa sobre el folclore español. Más allá de pertenecer a la categoría del renombrado Otro Cine Español o Cine Low Cost con ese argumento aparentemente burlesco y futurista, su trama alberga la auténtica alma castiza. Y mediante la implantación de un found footage de imágenes sobre costumbres populares a ritmo de coplas, jotas y fandangos, Sueñan los androides se declara una revisión contemporánea del Tríptico elemental de España de Val del Omar. | ★★★★★ |
Carlota Moseguí
Enviada especial al 65ª edición Festival de Cine de Berlín
Ficha técnica
España, 2014, Sueñan los androides, 60 minutos. Dirección: Ion de Sosa. Guion: Ion de Sosa, Jorge Gil Munarriz, Chema García Ibarra. Productores: Ion de Sosa, Karstern Matern, Luis Ferrón, Luis López Carrasco. Productora: Ion de Sosa Filmproduktion. Presentación oficial: Forum de la Berlinale 2015. Fotografía: Ion de Sosa. Montaje: Sergio Jiménez. Reparto: Manolo Marín, Moisés Richart, Marta Bassols, Coque Sánchez.