Puede que en territorio español el nombre de Dominga Sotomayor no diga demasiado, pero en Chile ya se ha convertido en una de las voces más prometedoras de una cinematografía cada vez más en alza. La joven directora, de apenas 29 años, se estrenó con honores: en el Festival de Rotterdam de 2012, haciéndose con el Premio a la Mejor Película.
De jueves a domingo (2012) llegaba a España poco después, en una distribución limitadísima, avocada casi por entero a plataformas de alquiler online, consiguiendo la atención de la Cineteca de Madrid, donde se estrenó de manera prácticamente exclusiva. Un filme pequeño, de una sutilidad exquisita y con el foco centrado en una niña de alrededor de 13 años que es testigo, a retazos, de la ruptura del matrimonio de sus padres en mitad de un viaje en carretera. Contada con una economía de medios que confiaba en la retroactividad del espectador para rellenar los huecos, la mirada de Sotomayor se reveló con una madurez sorprendente. La misma que parece intuirse en su nueva película:
Mar. Su segundo largometraje, ahora con premiere mundial en Berlín, en el marco de la sección Forum. Otro lienzo de filtros costumbristas que retrata a una pareja de vacaciones en un destino de playa y la aparición en escena de la madre de él, desatando las consecuentes tensiones. La naturalidad y amplitud de los planos retrotrae a esa mirada nostálgica que parece bañar el estilo de la directora. Desde luego, si tiene el buen hacer de su ópera prima, podemos esperar otro paso firme en una filmografía muy prometedora. | Gonzalo Hernández (Madrid).
