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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica en serie | Mozart in the Jungle (Temporada 1)

    Mozart in the Jungle

    Elogio al arte y al trabajo duro

    crítica a Mozart in the Jungle (2014-) / ★★★★

    Amazon / 1ª temporada: 10 capítulos | EE.UU, 2014. Directores: Paul Weitz, Bart Freundlich, Daisy von Scherler Mayer, Tricia Brock, Roman Coppola, Adam Brooks, Daryl Wein. Guionistas: Roman Coppola, Jason Schwartzman, Alex Timbers, Paul Weitz, John Strauss, Mark Steilen, David I. Stern, Nikki Schiefelbein, Adam Brooks, Kate Gersten, Paula Yoo como argumentista. Reparto: Lola Kirke, Gael García Bernal, Saffron Burrows, Hannah Dunne, Bernadette Peters, Peter Vack, Mark Blum, Malcolm McDowell, Debra Monk, Joel Bernstein, John Miller, Jennifer Kim, Nora Arnezeder, Brennan Brown. Fotografía: Ben Kutchins. Música: Roger Neill.

    Por series como Mozart in the Jungle existen sitios como Amazon. ¿Qué cadena iba a comprar una comedia sobre los esfuerzos de una oboísta por entrar en la Sinfónica de Nueva York, coincidiendo con el cambio de director de ésta? Una serie donde, milagrosamente, se reivindica la importancia y belleza de la música clásica, donde se dedican minutos de metraje a entender el método detrás de las actuaciones y hasta se recogen parte de esas actuaciones. Desconozco si la idea se trató de vender a las cadenas por cable más prestigiosas o si la aparición de Amazon fue lo que terminó de redondear el trato para sus responsables, pero el potencial marginado de una serie así habría espantado hasta los nombres más importantes. Pero no a Amazon. La flamante ganadora de un Globo de Oro a la Mejor comedia de 2014 (Transparent), que acaba de lograr un hito histórico al fichar a ¡Woody Allen! a hacer una serie con ellos, es perfecta para Mozart in the Jungle porque buscan ser el lugar donde series así de minoritarias puedan convertirse en mayoritarias. Adaptación del libro de 2005 “Mozart in the Jungle: Sex, Drugs, and Classical Music”, escrito por Blair Tindall retratando sus experiencias como oboísta en la Gran Manzana, la serie se las ingenia para ser exquisita, realista, divertida, honesta e inteligente. Lo más curioso es que no tiene a nadie acreditado como creador, aunque el primer capítulo lo firma el trío Roman Coppola & Jason Schwartzman & Alex Timbers (dramaturgo) y lo dirige Paul Weitz, también parte de la sala de guionistas. Los cuatros están involucrados en la serie en distinas facetas (directores, actores, guionistas, productores), pero la ausencia de ese crédito llama la atención, porque no suele darse en series americanas. Sí en las británicas, y aunque esto no sea premeditado, quizá sea inconscientemente parte de la inspiración europea que los trabajos detrás de las cámaras de Coppola y Schwartzman suelen tener, sobre todo en sus colaboraciones con el nominado al Óscar Wes Anderson.

    La serie arranca cuando paralelamente la joven Hailey entable amistad con Cynthia, que toca en la Sinfónica de Nueva York, y la directora del lugar decida jubilar al legendario Thomas Pembridge para sustituirlo con el joven prodigio Rodrigo D`Souza, representante de una manera más moderna pero igualmente respetuosa de entender la música clásica. Desde el principio la serie deja clara su apuesta por el elogio al arte, la creatividad y la renovación de las arcaicas posiciones que temen el cambio. Con lo que se transmite al espectador no docto como un profundo conocimiento de causa, la comedia avanza con frescura, retratando una panoplia de personajes excéntricos (¿no hay que serlo un poco para querer ganarse así la vida en pleno siglo XXI?) y adorables en sus pecualiaridades, y logrando un tono perfecto que equilibra emoción y humor para hablar de todo lo que hablan. El trabajar sin descanso para perfeccionar una habilidad (ese incesante paneo de Hailey practicando en habitación), el sentir pasión por aquello a lo que dedicas tu vida, la tonta parafernalia generalizada que rodea algunas cosas para poder comercializarlas, la importancia del trabajo en equipo, el respeto por nuestros maestros, el dudoso estado de la juventud neoyorquina (y por extensión, norteamericana), el desgaste físico en los músicos o la proliferación de los podcast son solo algunos de los puntos que trata Mozart in the Jungle con gracia pero nunca intención de burla, consiguiendo por el camino algunos hallazgos inolvidables.

    Mozart in the Jungle

    La comedia es capaz de desplegar varias subtramas y relacionarlas o dejarlas desarrollarse con independencia en función de lo necesario sin aburrir ni que nunca parezca nada forzado o poco genuino. Ayuda a que todo fluya con una suavidad y un encanto irresistible un reparto tan ecléctico como maravilloso, donde todo el mundo brilla (Lola Kirke, Gael García Bernal, Saffron Burrows, Bernadette Peters, Malcolm McDowell y Nora Arnezeder en especial) y da rigor y verdad a un atajo de personajes estrambóticos. Cada nueva entrega profundiza en un aspecto nuevo del mundillo y de la supervivencia en una ciudad así en general, donde los bailarines también deben hacer anuncios dudosos, donde los músicos trabajan simultáneamente en varios sitios y donde a nadie parece importarle lo que tengas que ofrecer. Es verdad que a veces peca de ser una comedia romántica de manual, aunque siempre burbujeante y maleducada, y que los personajes tiene climáticos monólogos de lucimiento donde exponen su verdad y salvan la situación, pero achaquémoslo a que sus responsables son novatos en el formato seriado y que en ocasiones hay que pagar cierto peaje para que el resto pueda ser nada convencional.

    Mozart in the Jungle es una serie sobre contraposiciones. El constante estado de neurosis de los neoyorquinos contra la calma y buena disposición de Rodrigo –ayuda a esto, y mucho, el carisma a prueba de bombas de García Bernal–; la rígida posición de Thomas ante lo que debe ser una sinfónica y el tratamiento de la música clásica contra los aires de renovación que quiere traer Gloria; las opciones vitales de Lizzie viniendo como lo hace de una familia pudiente o la visión de Anna María de su marido como una fuerza domesticada. Si a esto unimos el cuidado y mimo por el aspecto visual de la serie (destacando los momentos oníricos de Rodrigo o el capítulo compuesto enteramente de planos secuencia que dirige Roman Coppola) y la confianza en que no hay que sobreexplicar nada para el público perezoso, la combinación es todo un éxito. Estrenada al completo el pasado 23 de diciembre, uno solo puede esperar que Amazon la renueve para seguir fortaleciendo su creciente buena imagen y responda a esos puntos suspensivos sentimentales que la trama deja antes de su último fundido a negro. Y que suene la música una vez más. | |

    Adrián González Viña
    Redacción Sevilla


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