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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | El capital humano

    El capital humano

    El precio de una vida

    crítica a El capital humano (Il capitale umano, Paolo Virzi, 2013) / ★★★

    Sorprendente ganadora a Mejor película en la última edición de David di Donatello (frente a la inmensa La gran belleza (La grande bellezza, Paolo Sorrentino), que ganó en número pero no en la categoría estrella), El capital humano es una película de rabiosa actualidad, que describe sin enfatizar en exceso las distintas clases que pueblan la sociedad italiana y fabula con realismo sobre el valor de mercado de los seres humanos, todo esto a raíz de un accidente. Adaptación libre de la novela de Stephen Amidon de 2004, la cinta se sirve de una estructura clásica y mansa de capítulos/puntos de vista para narrar una serie de hechos clave: el día en que Dino Ossala y Giovanni Bernaschi se conocen porque sus hijos están liados; la entrega de un premio escolar que parece ser irá al hijo de Bernaschi y los subsecuentes eventos; y el día después de tales eventos, donde un trabajador fue golpeado por el todoterreno de un niño bien. ¿Cómo se relacionan las dos familias protagonistas con el hecho criminal? El director y co-guionista Paolo Virzì dedica buena parte del metraje a jugar con nuestras expectativas en los cruces de historias y repeticiones desde varias perspectivas, antes de resolver los enigmas en un cuarto capítulo que debe su título a la película.

    Una vez empiece, la historia volverá seis meses hacia detrás y hacia delante en el tiempo hasta crear una panorámica completa que hace que solo el espectador entienda los hechos en su totalidad, convirtiéndolo casi en una experiencia interactiva y con las habituales risas que despierta la confusión de los personajes ante hechos que no entienden. “Dino, “Carla, “Serena” y “El capital humano” son los nombres de los distintos episodios, y tiene un doble sentido que se titulen así no solo porque nos informa de qué punto de vista vamos a ver sino porque los personajes están tan sumidos en sus egocéntricas posiciones que son incapaces de pensar en los demás. Para cuando se acerque el desenlace y a pesar de ser empáticos como espectadores con sus posturas, estaremos viendo una panda de miserables (ese beso robado en el teatro), aunque plenamente entendibles. El capital humano radiografía sus motivaciones y lo que hay detrás de su sarta de sonrisas falsas hasta que el drama de lo que les sucede queda pelado a los temas más básicos y universales: amor, insatisfacción, ambición. Todo en una maraña de mentiras y autoengaños que les aterra exponer a los demás. Cada historia se mete sin recursos filosóficos ni monólogos interiores en los personajes que las titulan y definen su carácter y personalidad a través de los gestos y acciones. De lo que dicen y lo que se callan, y del entorno en el que se mueven. Dino quiere sentirse más importante y crear un hogar mejor ante la llegada de gemelos a su vida, y aprovechará el noviazgo de su hija y su talento al tenis para meterse en la órbita de Giovanni. Carla, la mujer de éste, quiere dejar de sentirse inútil como esposa de un poderoso empresario y centra su empeño en la vida en usar su posición para reunir una variada comisión de expertos y restaurar para poner en marcha un antiguo teatro (una metáfora eficaz de su momento vital). Serena, por su parte, elige la opción menos cómoda porque se enamora de Luca, un chico algo inestable de pasado turbio y que puede que no le convenga, pero la joven ha decidido seguir su corazón.

    El capital humano

    La esplendorosa Valeria Bruni-Tedeschi, galardonada con el David di Donatello y candidata a los Premios del Cine Europeo, así como el propio Paolo Virzì como director, da relieve dramático y algo de profundidad a su personaje de mujer florero, y destaca en un reparto coral de lo más eficaz (Valeria Golino y Fabrizio Gifuni también ganaron el premio como secundarios dando vida a las parejas de Dino y Carla) que humaniza los arquetipos que interpreta y es capaz de darles una cara inesperada, lejos de la brocha gorda con que a veces se reflejan y, lo mejor, haciéndolos plenamente autoconscientes de cómo son como personas (de ahí el destino final de más de un personaje). Esa autoconsciencia revela también otro de los aspectos más interesantes de la cinta: el tono tragicómico de la peripecia, donde se dan la mano los temas y momentos más dramáticos con excursiones cercanas a la parodia (la película que ven Carla y su amante, con la fracesita de marras) sin que parezca nada descabellado. Es algo que el cine italiano suele hacer muy bien, y que permite contar cosas muy serias sin asfixiar el potencial lúdico de lo contado. Una suerte de populismo de calidad, por llamarlo de alguna forma.

    El capítulo de cierre, que pone fin a las historias y debe su nombre a la película, termina de ofrecer los hechos con claridad y usa una elipsis para mostrar el destino de los personajes. Las decisiones que han tomado pueden ser mejores o peores desde un punto de vista moral, y podemos entenderlas o no, pero son suyas y viven con las consecuencias. Ahora, no todo es idea y perfecto ni mucho menos en una película cuyo metraje, sobrepasando las dos horas, acaba pesando un poco, especialmente cuando vuelve a los puntos de cruce de las tres historias. A una apuesta tan ambiciosa y bienvenida en su empeño en hablar de lo que habla sin descripciones unidimensionales es difícil buscarle pegas, pero hay que decir que El capital humano despliega un guión, que está escrito a seis manos como los grandes clásicos italianos, estructurado en comunes puntos de giro que hacen la experiencia algo previsible. Si además sumamos a esto que algunas de sus decisiones clave son muy cuestionables (esa oportuna confesión en el portátil, el hecho de que Luca acompañe a Serena a la fiesta cuando lo lógico es que no lo hiciera para evitar pelea con Massimiliano), el resultado final acaba perdiendo bastante porque se revela que los guionistas han hecho un remiendo algo facilón para llegar al punto que querían. Sin embargo, existe algo de consuelo en el fundido a negro final, en concreto en el cínico mazazo de los carteles informativos que cierran la película –un recurso habitualmente desprovisto de su potencial dramático ya que se usa para informar– y que ayuda a dejar un recuerdo más positivo que negativo. | |

    Adrián González Viña
    XI Festival de Cine Europeo de Sevilla


    Ficha técnica
    Francia, Italia, 2013. Título original: Il capitale umano. Dirección: Paolo Virzì. Guión: Paolo Virzì & Francesco Bruni & Francesco Piccolo, libremente basados en la novela homónima de Stephen Amidon. Reparto: Valeria Bruni Tedeschi, Fabrizio Bentivoglio, Valeria Golino, Fabrizio Gifuni, Luigi Lo Cascio, Giovanni Anzaldo, Matilde Gioli, Guglielmo Pinelli. Fotografía: Jêrome Almeras. Música: Carlo Virzì. Productoras: Indiana Production Company / Rai Cinema / Manny Films.


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