«En Grecia hay doscientos mil niños apátridas que tienen el derecho de sangre, y no el derecho de suelo. Esta segunda generación de inmigrantes nunca tendrán el pasaporte griego pese a que hayan nacido en Grecia, hayan ido a la escuela en Grecia y hablen griego aunque su lengua materna sea el albanés».
El cineasta Panos H. Koutras nos recibió en el Antiguo Instituto de Gijón, uno de los edificios más emblemáticos de la localidad asturiana donde se está celebrando la quincuagésima segunda muestra del FICX. Xenia (2014), la última película del popular director griego, compite en la selección oficial del certamen tras su aclamado paso por el apartado Un certain regard de la reciente edición del Festival de Cannes. Seis meses atrás, el realizador húngaro Kornéi Mundruczó le arrebató el galardón galo con White God (2014); ahora, Xenia busca un gran galardón en Gijón. Por ahora, es la favorita al premio al mejor largometraje. Antes de conocer el palmarés completo, charlamos con Panos H. Koutras sobre el contenido de denuncia política que esconde Xenia, haciendo un especial hincapié en la situación de la inmigración y el incremento del fascismo en Grecia, sobre todo en la capital. La celebridad helena que viste, habla y se pasea como un auténtico dandy decimonónico, nos confiesa su amor por Almodóvar, aunque no sea uno de sus principales referentes. Ahora que Panos H. Koutras está en el punto de mira de Gijón, y de todo el panorama fílmico europeo, es el mejor momento para acercarnos a él y a su mágico universo.
En primer lugar, enhorabuena por el éxito de su largometraje. Todo apunta a que Xenia es una de las favoritas del Festival de Gijón.
En ese caso sería todo un honor. Desafortunadamente en Cannes no ganó el premio en Un Certain Regard, aunque tuvo un espléndido recibimiento. Igual que en mi país, en Grecia. Me siento muy feliz y afortunado al ver que en España se acoge con naturalidad este tipo de películas. Es muy probable que sea gracias a vuestro bagaje cinematográfico. Para un artista siempre es un enigma intentar comprender por qué al público, y no al jurado, le ha gustado la obra, o por qué en ciertos países se acepta y en otros se rechaza. Sí, es un enigma pero cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Yo ya tengo las mías.
‘Xenia’ en griego significa ‘hospitalidad’. Irónicamente, la hospitalidad que los dos protagonistas, hijos de los inmigrantes albaneses, no reciben en Grecia.
Mi película está comprometida con los problemas de inmigración en Grecia. He querido hacer una denuncia directa contra la política derechista de mi país. Desde la irrupción de la crisis ha incrementado un extremismo en contra de los inmigrantes y los hijos de los inmigrantes. En este último caso, es curioso ver que los hijos de los albaneses que vinieron a Grecia durante la década de los noventa sí poseen la nacionalidad griega porque nacieron aquí, pero siendo griegos, como los fascistas que los increpan, no tienen los mismos derechos legales que éstos. Son repudiados por el país que amparó a sus padres.
A eso se refería en la presentación de Xenia cuando hizo referencia a la distinción entre el “derecho de sangre” y el “derecho de tierra”.
Exactamente. En Grecia hay doscientos mil niños apátridas que tienen el derecho de sangre, y no el derecho de suelo. Esta segunda generación de inmigrantes nunca tendrán el pasaporte griego pese a que hayan nacido en Grecia, hayan ido a la escuela en Grecia y hablen griego aunque su lengua materna sea el albanés.
Y ante tal situación tan cruel e irracional, ¿nadie defiende a las víctimas o se moviliza para cambiar esta ley absurda?
El problema es que siempre ha existido esta ley y que no nos dimos cuenta hasta la llegada de la crisis. Ahora los hijos de los inmigrantes son los que más sufren al no poder elegir a qué país quieren pertenecer. Sin embargo tengo entendido que esto también sucede en muchos otros rincones de Europa. Sé que Francia fue una de las primeras naciones que erradicó la ley a principios del siglo XX. Desconozco el panorama español pero, por ejemplo, tengo entendido que en Alemania se vive una situación similar, a medio camino entre Francia y Grecia.
¿Las desventuras de unos chicos que desean ser reconocidos como griegos sirve de pretexto para elaborar una dura crítica política? ¿O en Xenia la denuncia social es una excusa para explayarse en un melodrama romántico al estilo de Strella, su anterior largometraje?
Creo que ambos puntos pueden convivir en mi película: la historia de amor fraternal y el reflejo de la crítica situación de la inmigración de mi país. Por supuesto la denuncia fue uno de los aspectos generales cuando el proyecto me vino a la cabeza, pero si has visto Strella sabrás que adoro contar historias de amor y desamor. ¡Y Xenia no iba a ser una excepción! Xenia habla de tantísimas cosas.
Muchas cosas que se concentran en un sólo viaje. En este sentido, ¿Xenia es una road movie de Creta a Tesalónica, pasando por la turbia Atenas, cuyo éxodo poco a poco va convirtiéndose en un viaje simbólico?
El viaje es totalmente simbólico, metafórico. El pequeño Dany convence a su hermano Odysseas para marcharse de Atenas e ir en busca de su padre biológico griego. Gracias a él serán reconocidos como auténticos griegos, porque como su difunta madre es albanesa nunca han tenido el derecho de tierra que comentábamos antes. Dany no sé da cuenta de que conocer a la persona que les abandonó cuando eran unos niños no merece la pena. Tampoco sabe si llegará a conocerlo o no, o incluso si dando con él, resultará ser su verdadero padre o si habrá hecho un viaje en vano siguiendo una pista falsa, arrastrando a su hermano protector por culpa de un capricho infantil. Poco a poco Dany y Odysseas ven que el viaje les permite conocerse mejor. Es un viaje de iniciación para Dany y de reconciliación entre ambos hermanos, de creación de una nueva familia.
Un argumento precioso. Al ver Xenia es imposible no pensar en Paisaje en la niebla (1988).
Angelopoulos, ¡qué honor! Otra película sobre dos hermanos que viajan por Grecia buscando a su padre. Paisaje en la niebla es una película preciosa.
Más allá de la trama, quizá lo que haga de Xenia un film tan especial es que la narración adopte la perspectiva de Dany, el hermano más joven, impulsivo, que busca su lugar en el mundo.
Sí, la película está vista desde los ojos de Dany. Nos creemos esas alucinaciones y al conejo gigante porque es puro subjetivismo. Al principio pensé que a nadie le gustaría lo del conejo al ser la típica idea del amigo imaginario de un niño, pero me han dicho que durante la proyección os reíais mucho cada vez que salía. El conejo es también algo simbólico. Precisamente, en el momento en que Dany y Odysseas entran en el bosque, Dany se da cuenta de que tiene que madurar y sólo puede hacerlo asesinando a su amigo imaginario.
El onirismo de Xenia es muy auténtico. Parece difícil que pueda encajar con la historia de amor melodramática, el thriller, la comedia, el musical y la sexualidad del cine queer. ¿En qué género se siente más cómodo?
Es complicado decirlo porque soy muy cinéfilo. Sin embargo disfruto muchísimo produciendo películas melodramáticas. Como te decía antes, adoro hacer guiones donde haya una historia de amor muy trágica. Aunque también debo admitir que me siento muy cómodo dentro del cine queer. Yo diría que estoy a medio camino entre ellos y la película que más refleja ese dualismo es Strella.
En este sentido, ¿le interesan o le han influido autores queer con predilección por el melodrama en ciertas etapas como Bruce LaBruce, Gregg Araki o Pedro Almodóvar?
Adoro a los tres directores que has citado, sobre todo a Almodóvar. Pero los descubrí más adelante, no cuando empecé a hacer cine. Así que no podría considerarlos influencias directas. Bruce LaBruce lo descubrí pasados los años noventa y Gregg Araki todavía más tarde, después de que se estrenara Mysterious skin (2004). Por mi edad me corresponderían otros referentes. Por ejemplo, en cuanto al género queer mencionaría a John Waters y Andy Warhol. Y por otro lado Douglas Sirk, Nicholas Ray y Vincenzo Minnelli porque hice mis estudios sobre la época dorada del Gran Melodrama Americano. Y también Fassbinder, que siempre lo tengo presente.
En cuanto al panorama cinematográfico de su país, ¿qué opina de la etiqueta de la “Nueva Ola de Cine Griego”? ¿Existe realmente este movimiento?
Yo no me considero parte de la famosa Nueva Ola de Cine Griego porque no existe. De hecho ningún director griego la ha reconocido. Es una etiqueta que habéis creado los críticos para agruparnos a todos. Pero no lo considero algo peyorativo. Vuestro trabajo es crear etiquetas y nuevas tendencias para hablar de nuestro trabajo. Incluso en mi caso, al ser de los ‘nuevos’ directores griegos más mayores, me han llegado a decir que soy uno de los creadores de la Nueva Ola.
Hay otro aspecto más de su película que me tiene muy intrigada. ¿De dónde ha sacado estos magníficos actores?
La selección de actores fue la decisión más difícil que tomé. Sólo tenía una cosa muy clara: los dos protagonistas debían cumplir dos requisitos. El primero, que fueran muy jóvenes, y el otro, que fueran verdaderos hijos de la primera generación de albaneses que se instalaron en Grecia durante los años noventa. Fuimos por toda Grecia en busca de esos chicos. Estuvimos más de año y medio entre castings pero al final los encontramos.
Entonces, ¿prevalecía la identificación del actor con el personaje antes que sus dotes interpretativas?
Por supuesto. De hecho, lo más fascinante es que ninguno de los dos es un actor profesional. Nikos Gelia, el que interpreta a Odysseas, estaba en el primer año de arte dramático pero Kostas Nikouli (Dany) estaba todavía en el instituto, aunque tenía muy claro que quería ser actor. No me importaba que fueran muy jóvenes y que al principio les costara. Estuvimos más de nueve meses ensayando. Se nos venía el tiempo encima porque los niños crecían pero lo importante era alcanzar la autenticidad del relato. Tenían que ser ellos y estoy muy orgulloso de haberles encontrado. Gracias a ellos he dado voz a una generación que el gobierno impide que los ciudadanos escuchen. Una generación a la que ellos mismos pertenecen.
Y para terminar la entrevista, ¿tiene algún proyecto en mente?
¡Tengo tantos! El problema es que en todas mis películas me he encargado del trabajo del guión y la producción, además de la dirección. El siguiente proyecto va a tener que esperar un poco, todavía está en una fase muy temprana.
entrevista| Carlota Moseguí.
lugar| 52ª edición del Festival de Gijón.