La lucha por los derechos de los aborígenes australianos ha vuelto este año a la pantalla con Charlie's Country. Y lo ha hecho con el mayor parangón posible: paso por numerosos festivales (Cannes, Karlovy Vary, San Sebastián, Toronto...) y blasón del país oceánico en la próxima edición de los Óscar. Australia se prodiga con cada vez más fuerza en una categoría que, en un principio, debería ser una insólita alternativa. Si el año pasado lo intento con el laosiano y The Rocket, y el anterior con el alemán y Lore, este año el rizo habla yolngu, la lengua oficial en Arnhem, en el noroeste de la nación wallabee. Charlie's Country se adentra en el descontento de unos nativos, encabezado por el irascible Blackfella Charlie, por la intervención guvernamental en su territorio. Dirige Rolf de Heer, todo un veterano de la cinematografía australiana. Su filme supondrá la octava candidatura de Australia en este apartado. Tan sólo en una ocasión superó el primer corte: Samson and Delilah, en 2009. En un principio, pese a su estupendo recorrido internacional, nada hace indicar que esa constante cambie en la edición número 87.
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Oscars 2015 | Charlie's Country, el orgullo aussie