Hace unos meses, tres historias completamente independientes llegaron a los oídos del que esto suscribe en la misma semana. Historias, en forma de declaraciones más o menos encubiertas, que me llevaron a cuestionar qué se puede y no se puede mostrar en la televisión actual con el delicado tema del sexo. Un chiste malintencionado de South Park (1997-), cómo no; unas declaraciones de Jenji Kohan sobre los desnudos en Orange is the new black (2013-) y una anécdota de Judd Apatow sobre HBO y lo lejos que pueden llegar en Girls (2012-). Lo que tienen en común estas tres historias es que delimita lo que la televisión puede y no puede enseñar, con la distinción recayendo en aquello que se puede simular. En la trilogía de episodios de South Park dedicada a Juego de tronos (2011-), Black friday/A song of ass and fire/Titties and dragons (17.7/8/9), Trey Parker y Matt Stone lanzaban (a través del personaje de Butters) una reflexión sobre la manera que tiene la serie de reflejar la sexualidad masculina. Butters se quejaba a Cartman de que las ocasiones en que un actor hacía un desnudo frontal, su pene estaba flácido, lo cual era chocante para el joven teniendo en cuenta que ese personaje masculino iba a, o acababa de, tener sexo. ¿Por qué no mostrarlo erecto, como debería estar? Butters también le dice a Cartman que la serie tiene un doble rasero, ya que muestran muchos desnudos femeninos pero reservan casi siempre los masculinos para una escena de sexo gay.
En un panel con la prensa celebrado en abril de este año, Jenji Kohan hablaba de la frustración que a veces sentía al negociar la proporción de piel desnuda que su reparto estaba dispuesto a enseñar, y contaba que la segunda temporada tendría algún desnudo frontal masculino, aunque no se vería una erección. La primera temporada desnudó a más de una actriz, así que era justo que la segunda enseñara hombres sin ropa. La escena de la que Koham habla se incluye en Looks blue, tastes red (2.2), cuando Larry y su padre van sin saberlo a una sauna gay, y mientras mantienen una importante conversación, varias parejas de hombres empiezan a ponerse cada vez más íntimos. Hay varios frontales, pero las toallas tapan los penes enhiestos. En una charla dada en la Universidad de Loyola Marymount el pasado marzo, Judd Apatow confesaba que en su afán por ser lo más explícitos posibles en Girls, HBO había tenido que marcarles un límite, argumentando que si emitieran ciertas cosas podrían perder la licencia. ¿Qué Girls tiene límites? Una serie que en On all fours (2.9) mostró a Adam Driver eyaculando sobre el pecho de Shiri Appleby. Bueno, en realidad el montaje mostró eso. Lo que vimos fue a Adam Driver fingir un orgasmo y el pecho de Shiri Appleby cubierto de falso semen. Apatow da a entender que Lena Dunham quería llegar más lejos, incluso mostrar una penetración o la erección de alguno de los personajes masculinos. ¿Esto haría perder la licencia a HBO?
Girls (2012-) | HBO |
Y entonces me vino a la cabeza que sí, que algo así podría hacer que HBO, Netflix, Showtime, Starz y los canales de cable que pueden mostrar sexo perdieran la licencia. ¿El qué? Cruzar la línea y emitir pornografía. Piensen en Queer as folk (2000-2005), L (2004-2009), Roma (2005-2007), Spartacus (2010-2013), Weeds (2005-2012), Californication (2007-2014), Hemlock Grove (2013-2015), Oz (1997-2003), Sexo en Nueva York (1998-2004), Juego de tronos, Los Tudor (2007-2010) y, sobre todo, Dime que me quieres (2007), lo más lejos que ha llegado una cadena en la representación explícita del sexo sin incurrir en la pornografía. Roma y Spartacus mostraban orgías, Californication, Weeds, Hemlock Grove o Los Tudor están plagadas de polvos apasionados. Queer as folk y L se regodeaban maravillosamente en las posibilidades del sexo con alguien de su mismo género.
Los frontales masculinos y femeninos son constantes en Oz o Sexo en Nueva York. Samantha (Kim Cattrall) recibió una eyaculación femenina en la cara en su breve relación con la pintora María Diega Reyes (Sonia Braga) en la cuarta temporada; y Miranda fue salpicada en la cara por una eyaculación masculina en Was it good for you? (2.16) durante una demostración de sexo tántrico. Lucy Lawless reveló en una entrevista concedida en agosto de 2013 para la Academia de Televisión que las orgías en Spartacus se rodaban con una empresa neozelandesa dedicada al porno en grupo y donde los extras eran animados a hacer lo que quisieran, asegurándoles que en el montaje del episodio se cortaría lo más fuerte. Aunque solo duró una temporada, Dime que me quieres ha pasado a la historia porque HBO trató de ser lo más explícita posible en una serie que conectaba varias parejas con problemas a través de su terapeuta. Entre las escenas más comentadas, la masturbación de Sonya Walger a Adam Scott, rodada en plano medio y que culminaba con la eyaculación del personaje de éste. Seguramente se rodaría en plano medio para evitar que la prótesis de Scott se notara mucho, ya que el actor ha declarado varias veces que de cerca era ridícula, pegada a su vientre y con el mecanismo para eyacular oculto bajo su ropa. Otro célebre momento fue el encuentro sexual entre Ian Somerhalder y Michelle Borth, donde la actriz hacía la postura de la Amazona al revés para simular una penetración de cara a la cámara. La escena en sí es muy creíble y fugaz, pero un vistazo atento revela que la actriz se está frotando contra una prótesis testicular, pero que en realidad no está siendo penetrada.
Spartacus (2010-2013) | Starz |
La respuesta a estas escenas que se atreven a simular sexo explícito es esa, encubrirlo con prótesis y trucos de montaje, ya que una actriz puede pasearse desnuda y clamar, metida en el personaje, que está muy excitada. No podemos negar que sea verdad tras un vistazo de pocos segundos a su cuerpo. Si un actor desnudo clama su excitación, el plano no puede bajar de la cintura, ya que mostrar una erección real sería incurrir en la pornografía. Porque es verdadero, está mostrando una excitación real y no hay actuación de por medio. Pasa lo mismo con la penetración. Se puede simular, como en Dime que me quieres, pero nunca mostrar de verdad. Eso sería sexo real, imposible de fingir, y a diferencia del cine, donde desde El imperio de los sentidos (Ai no corrida, Nagisa Ôshima, 1976) hasta el reciente díptico Nymphomaniac vol. I y II (Lars Von Trier, 2013), se puede ser explícito. Se pueden usar dobles como en El desconocido del lago (L´inconnu du lac, Alain Guiraudie, 2013) o Lucía y el sexo (Julio Medem, 2001), o que los intérpretes tengan sexo de verdad frente a la cámara, como en 9 songs (2004), de Michael Winterbottom. El problema de ese cine es que reciba alguna rancia clasificación X y se limiten muchos sus posibilidades de amasar dinero en taquilla. La televisión, sin embargo, debe depender de coreografías precisas, la magia del montaje y trucajes varios (bendito sonido) para simular la fogosidad del sexo. Las licencias están en juego, y se puede crear un caso legal irrefutable basado en esa distinción de que la pornografía implica excitación real. Las asociaciones podrían denunciar y sacar millones de las cadenas, así que hasta que las cosas cambien, habrá que seguir viendo la representación de la excitación masculina como eso, una representación.
Adrián González Viña
redacción Sevilla