La verdad está ahí fuera
crítica de La señal (The Signal), dirigida por William Eubank, 2014 | ★★★★ |
William Eubank sorprendió muy gratamente en 2011 con su ópera prima Love, un drama de ciencia ficción de corte introspectivo e independiente sobre la soledad de un astronauta que se encuentra atrapado en una Estación Espacial Internacional. Los ecos de Moon (Duncan Jones, 2009) no sonaban tan lejanos, pero la cinta de Eubank logró labrarse su status de culto en un largo peregrinar por festivales de todo el mundo, entre ellos el altar del género: Sitges. Tras este éxito, todas las miradas estaban puestas en el siguiente paso del prometedor cineasta, de nuevo adscrito al género de la ciencia ficción. The Signal (2014) demuestra que, cuando hay talento y buenas ideas detrás, se pueden hacer maravillas con un escueto presupuesto de 4 millones de dólares. Como rezaba la frase promocional de la mítica serie de televisión Expediente X, “la verdad está ahí fuera” y, a lo largo de los años, numerosas películas se han nutrido de atractivas “leyendas urbanas” como el inefable área 51, las abducciones de humanos por inteligencias superiores llegadas del espacio exterior y demás sucedáneos. La fascinación del espectador por la temática extraterrestre en el cine viene de lejos, pero pocas veces se ha tocado el tema desde una perspectiva seria y sin recrearse en los aspectos espectaculares del mismo. The Signal lo hace, disfrazando la discutible falta de originalidad de su planteamiento con un atractivo envoltorio estético que hace que el filme entre por los ojos con facilidad.
El punto de partida es sencillo: Tres jóvenes estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts emprenden un viaje al desierto de Nevada siguiendo la señal de un hacker llamado Nomad. Lo que comienza con un juego se convierte en una pesadilla para Jonah, Nick y Hailey, que acaban prisioneros en unas enigmáticas instalaciones científicas. Indefensos, confusos y con muchas preguntas sin responder (no conviene desvelar más detalles de la trama si se quiere entrar en la intriga lo más virgen posible), su único anhelo será huir de su encierro para volver a sus vulgares vidas anteriores. Se agradece que el guión se tome en serio, por una vez, a unos personajes que, por jóvenes, no necesitan ser, necesariamente, descerebrados o inmaduros. Olivia Cooke, Beau Knapp y, muy especialmente, Brenton Thwaites, conforman un apañado triángulo protagonista que hace perfectamente creíbles sus roles en una historia que incluye una trama romántica entre Nick y Haley que, lejos de resultar innecesaria o metida con calzador, logra que el espectador se involucre más emocionalmente con ellos. Ya desde sus primeras imágenes, The Signal destaca por su elegante fotografía y una climática música de Nima Fakhrara que, dado el arranque algo previsible del relato, hace temer que sus responsables se hayan decidido a primar el aspecto visual sobre el argumento. Afortunadamente, estas dudas quedan despejadas cuando el filme se va tornando poco a poco en una experiencia mucho más claustrofóbica y sugestiva desde el momento en que Nick despierta en su cautiverio y hace acto de presencia el misterioso personaje de Laurence Fishburne (perfecto en su inexpresividad y falta de empatía). Es entonces cuando la propuesta de Eubank se desliza hacia los terrenos de la conspiración paranoica de Cube (Vincenzo Natali, 1997) y encuentra una gran baza en los asépticos y blancos escenarios que sirven de prisión a unos personajes que son tratados como conejillos de indias por un personal enfundado en herméticos trajes que les aísla de posibles contaminaciones o la aparición de algún personaje excéntrico –el de la estupenda Lin Shaye, la vidente de la saga Insidious– que añade más desconcierto a la situación, si cabe.
A la hora de la verdad, The Signal no busca ser una apuesta tan arriesgada o marciana como otros éxitos del género que, en los últimos tiempos, han aunado fantasía y cine de autor –Primer (Shane Carruth, 2004), Otra Tierra (Mike Cahill, 2011)–. Su tramo final, más convencional y trepidante, se mueve más en las coordenadas de, por ejemplo, la notable Chronicle (Josh Trank, 2012) –posiblemente el título más imaginativo surgido de la cansina moda del mockumentary o “metraje encontrado”–, haciendo gala, al igual que aquella, de unos efectos especiales hiperrealistas y originales, nada gratuitos y puestos siempre al servicio de la historia. Estamos ante una cinta que no minusvalora en ningún momento la inteligencia de su público, creando un asfixiante ejercicio de suspense que no renuncia al entretenimiento. Si encima, los guionistas han sido capaces de, en un magistral requiebro final, dejarnos algunas fascinantes imágenes para el recuerdo y un desenlace, esta vez sí, a contracorriente y valiente, no puedo más que quitarme el sombrero ante The Signal, una pequeña sorpresa (o no tanto) que dignifica el género de la ciencia ficción sin necesidad de millonarias inversiones. A pesar de las buenas sensaciones que despertó en Sundance, corre el riesgo de que hoy no sea del todo comprendida o valorada, pero apuesto a que el paso de los años la convertirá en uno un título de culto. | ★★★★★ |
Jose Antonio Martín
redacción Las Palmas de Gran Canaria
Estados Unidos. 2014. Título original: The Signal. Director: William Eubank. Guión: William Eubank, Carlyle Eubank, David Frigerio. Productora: Automatik Entertainment / Low Spark Films. Fotografía: David Lanzenberg. Música: Nima Fakhrara. Montaje: Brian Berdan. Intérpretes: Brenton Thwaites, Olivia Cooke, Beau Knapp, Laurence Fishburne, Robert Longstreet, Lin Shaye, Jeffrey Grover.