Y tú, ¿de quién eres?
crítica a Orphan Black (2013-) | Temporada 2 | ★★★★ |
BBC America | Canadá, EE.UU, 2014. 2ª temporada: 10 capítulos. Creadores: Graeme Manson & John Fawcett. Directores: Graeme Manson, John Fawcett, T.J. Scott, David Frazee, Ken Girotti, Brett Sullivan, Grant Harvey. Helen Shaver. Guionistas: Graeme Manson, John Fawcett, Alex Levine, Chris Robets, Russ Cochrane, Karen Walton. Reparto: Tatiana Maslany, Skyler Wexler, Jordan Gavaris, Dylan Bruce Kevin Hanchard, Inga Cadranel, Maria Doyle Kennedy, Evelyn Brochu, Kristian Bruun, Inga Cadranel, Michael Mando, Josh Vokley, Matt Frewer, Andrew Gilles, Michel Huisman, Drew Davis, Millie Davis, Ari Millen. Música: Trevor Yuile. Fotografía: Aaron Morton.
Concluía la primera temporada de Orphan Black con mucho estruendo, torrentes de aplausos hacia el derroche interpretativo de Tatiana Maslany, varios frentes abiertos, y un cliffhanger de probabilidades desoladoras: Sarah Manning gritaba desesperada el nombre de Kira desde su ventana tras un punto de inflexión trágico. Todos nos quedábamos con la boca abierta y con la necesidad de reordenar tanta complejidad argumental y, además, cierto poso de debate interno acerca del libre albedrío, el individualismo y de cómo el ambiente modela nuestras personalidades. Con la cabeza en las calles de Toronto, nos preguntábamos con avidez que sería en la próxima entrega de los tejemanejes y conspiraciones del poderoso instituto DYAD, los chantajes de la fría y proclonada Rachel, los remordimientos de Allison tras el asesinato por omisión de ayuda a su vecina y ex amiga Ansley, o los arrebatos venideros de la sanguinaria Helena. ¿Quién estaba en el hemisferio del bien y en el hemisferio del mal? ¿A cuál pertenece la misteriosa y opaca Siobban, la dulce pero cambiante Delphine Cormier, el inescrutable Paul, o las labores policiales divergentes de DeAngelis y Art Bell? Difícil de divagar entre demasiados neoevolucionistas hambrientos de implantación tecnológica, proletarianos que creen conocer los fecundos designios de su Dios severo y el puñado de científicos que patentan y monitorizan a nuestro querido clone club. Sin mediar ningún salto temporal, comenzaba esta segunda temporada, que como pequeño apunte para los más curiosos del género sci-fi, tomó prestadas para los títulos de cada episodio nombres de obras de Francis Bacon. Con muy pocas respuestas todavía, pero sí multitud de preguntas in crescendo sobre la mesa, esta tanda de capítulos arrancaba con una velocidad menos trepidante que su antecesora pero las personalidades de los clones sobriamente interpretados por Tatiana Maslany bien definidas, centrándose más en profundizar en ellas, arrojar un poco de luz sobre los hilos que componen la jugosa tela de araña argumental y otorgar dimensión a aquellas piezas más secundarias del puzle. Desde el principio la diversión y el conflicto estaban asegurados, logrando superar en profundidad y calidad incluso, aunque no en ritmo, a la primera hornada.
Conforme avanza la temporada, encontramos diferentes subtramas divergentes, y combinaciones de personajes muy interesantes, como el protagonizado por la entrañable Alison, esa madre futbolera de los suburbios con tendencia a empinar el codo y Felix, el acaramelado chapero de gran corazon que libra a sus amigas de bastantes desgracias y las salva cuando se hallan al borde del abismo. La neurótica Alison aumenta su protagonismo, y su ácido matrimonio mitad pasional mitad abocado al fracaso con Donnie, (un personaje que no deja de girar y evolucionar), así como su contacto con el mutilado Vic durante su estancia en la clínica de desintoxicación darán lugar a grandes momentos de comicidad dentro de este thriller dramático. Conoceremos a Cal, padre de Kira y ecologista con habilidad para las argucias informáticas que se convertirá en una importante ayuda para Sarah, que verá en una cabaña en el bosque un alentador exilio temporal. También podremos echar un ojo al adorable padre de Rachel, Ethan Duncan, creador de la secuencia que definió a las clones y tendremos noticias, mediante una foto raída, del misterioso proyecto LEDA, la iniciativa militar que años atrás constituyó el origen primigenio de los experimentos. Sin olvidarnos de Tony, un clon transexual que además de tirarle los trastos a Felix busca con ahínco a la difunta Beth Childs para dejarle un mensajito de aviso. Cosima, la clon más nerd y tierna, procura desentrañar la ingeniería genética inversa para curar la enfermedad autoinmune que parece estar matándola, mientras su novia Delphine confunde al espectador con una actitud ambigua y, en ocasiones. desconcertante.
A los gélidos objetivos del doctor Leekie se suma otros antagonistas muy diferentes; los anacrónicos y radicales proletarianos, que a través de su espeluznante culto religioso raptan a Helena y pretenden fecundarla en contra de su voluntad, en el seno de un rancho donde una pareja intenta desvincularse de las ideas de un padre autoritario. ¿Más frentes abiertos? Seguro que sí. Y puede que alguna desaparición inesperada, reconciliaciones, amistades encuentros sexuales y el futuro que late bajo la lente de algún microscopio. No se asusten, si es que Orphan Black da más de sí con cada capítulo, y en esta entrega la comedia negra y el humor inteligente adquieren todavía mayor presencia junto al hilo argumental básico, ese torbellino que hibrida ciencia, fe, autodeterminismo, maternidad y profundidad psicológica. Al final, la ciencia-ficción en si misma se emplea más como excusa y colchoneta para la trama que como trama misma, pues podemos llegar a la conclusión de que el hecho de que sean clones no es tan importante como las diferencias de personalidad entre ellas y cómo aúnan fuerzas entre si para lograr la supervivencia. El absurdo como trampolín, el drama de trasfondo y la estrecha afectividad que establecemos con Sara, Cosima, Alison, Felix y Helena son el motor que nos alimenta como espectadores, puesto que la amalgama de sensaciones, sean rabia, ternura, coraje, empatía o lástima que este fantástico club de clones nos comunica episodio a episodio, son el principal valor añadido al misterio científico y las revelaciones.
A los gélidos objetivos del doctor Leekie se suma otros antagonistas muy diferentes; los anacrónicos y radicales proletarianos, que a través de su espeluznante culto religioso raptan a Helena y pretenden fecundarla en contra de su voluntad, en el seno de un rancho donde una pareja intenta desvincularse de las ideas de un padre autoritario. ¿Más frentes abiertos? Seguro que sí. Y puede que alguna desaparición inesperada, reconciliaciones, amistades encuentros sexuales y el futuro que late bajo la lente de algún microscopio. No se asusten, si es que Orphan Black da más de sí con cada capítulo, y en esta entrega la comedia negra y el humor inteligente adquieren todavía mayor presencia junto al hilo argumental básico, ese torbellino que hibrida ciencia, fe, autodeterminismo, maternidad y profundidad psicológica. Al final, la ciencia-ficción en si misma se emplea más como excusa y colchoneta para la trama que como trama misma, pues podemos llegar a la conclusión de que el hecho de que sean clones no es tan importante como las diferencias de personalidad entre ellas y cómo aúnan fuerzas entre si para lograr la supervivencia. El absurdo como trampolín, el drama de trasfondo y la estrecha afectividad que establecemos con Sara, Cosima, Alison, Felix y Helena son el motor que nos alimenta como espectadores, puesto que la amalgama de sensaciones, sean rabia, ternura, coraje, empatía o lástima que este fantástico club de clones nos comunica episodio a episodio, son el principal valor añadido al misterio científico y las revelaciones.
Parodiando la clásica frase de la periodista Samanta Villar, no es lo mismo contarlo que vivirlo. Por eso, hay que vibrar de tensión, de risa y de ira con Orphan Black, y luego me cuentan. Tatiana Maslany, maravillosa de nuevo, vuelve a prodigarse en un desfile de cabelleras y acentos (incluso acentos imitando acentos, todo un bucle interpretativo); regresaremos a espacios de sobra conocidos como el ático o el laboratorio pero añadiremos a nuestra lista unos cuántos lugares, enemigos y dilemas nuevos. Dilemas genéticos, trascendentales, amorosos y morales, porque el cóctel viene variado. Además, un diente, una jeringuilla, el gatillo de una pistola o unas cerillas se convertirán en elementos trascendentes que tardaremos en olvidar, porque Orphan Black es una caja de sorpresas, una cadena de muñecas clónicas no tan parecidas como se pueda creer. Valientes, fabulosas, divertidas y llenas de problemas. Seguro que tú también tienes tu favorita. | ★★★★★ |
Andrea Núñez-Torrón Stock
redacción Santiago de Compostela