Corre corderito, corre
crítica a El corderito (Kuzu, 2014), dirigida por Kutluğ Ataman. | ★★★ |
Ubicada geográficamente en el este de la península de Anatolia, la única cinta turca en Sección Oficial narra la historia de una humilde familia bajo la presión de cumplir la tradición rural de asar un corderito para la fiesta de circuncisión del hijo menor, objetivo que no será fácil de conseguir dada la extrema pobreza en la que se ven inmersos. Sin embargo, es el miedo al qué dirán lo que insta a la madre a forzar al resto de los miembros de la familia para conseguir el dinero necesario, ya sea mediante el nuevo trabajo del padre en un matadero, o mediante el encargo a los dos hijos de recolectar madera del bosque. Es, por tanto, el temor al rechazo el primer móvil que inicia la acción, y es un segundo tipo de horror, más visceral y traumático, el que la propulsa con energía y dinamismo, ya que por celos la hija le cuenta al joven circuncidado que en caso de no poder comprar un cordero él será el sacrificado. Engaño que conduce al personaje a buscar por todos los medios un animal que ocupe el lugar que en el peor de los casos le está destinado. Es así como entra en contacto con el resto de miembros de la comunidad: un pastor y su hijo, una gitana que vive aislada, o un misterioso motero. Se vale Kutluğ Ataman, guionista y director de la obra, de estas pequeñas pinceladas para realizar un muestreo de la sociedad turca contemporánea, mostrándonos a través de un cristal sucio y opaco una convivencia dominada por hombres y reducida a la mínima expresión materialista, la necesidad de vivir en grupo para sobrevivir, la obligación de no cuestionar lo establecido, de seguir la tradición y no llamar la atención.
La cinta, de bellísima fotografía, está rodada de una manera muy inteligente, sabiendo tomar parte dentro de su exclusiva atmósfera y ofrecer unas acciones consecuentes con ésta. Pausa el ritmo hilándolo en función de las acciones que van teniendo lugar, cumpliendo el desafío de no llegar a aburrir. Para esto se ayuda de añadir con cuentagotas pequeños toques de humor y, sobre todo, de dulzura, aportados principalmente por el pequeño protagonista y su miedo a la desaparición. Empero, la lástima es que el relato no es fiel a este punto de vista, pues la narrativa se ve en parte truncada por la divisibilidad del mismo, principalmente entre el padre y el hijo. El hecho de que dispongamos de un punto de vista omnisciente que nada nos oculta resta atractivos a la genuina visión única que posee el niño a la hora de crear el retrato social de la humilde familia y sus allegados. Es, además, este cambio constante de perspectiva, el cual tiene lugar incluso con la madre, el que dificulta la identificación con el personaje, creando una distancia donde la razón se impone a los sentimientos, motivo causante de que tengamos la sensación de que hay partes de la historia que fluyen con más naturalidad que otras, basta contraponer la relación del niño y su abuela con la del padre y la cantante. A pesar de ello, la historia va avanzando y manteniendo el interés hasta que, sin previo aviso, y a pesar de la buena y personal exposición que construye, esta falla de manera irremediable en su desenlace, sin duda, el gran lastre del filme, que tira por la borda todo el ritmo narrativo que se ha logrado mantener durante todo el metraje. El final es precipitado y abrupto, osado también, pues trata de sorprender cometiendo el error de no dejar ningún tipo de reposo con el que se hubiera podido preparar ese golpe final en forma de suspense o intriga. Ya saben, la calma que precede a la tempestad y que hace a ésta más terrible. | ★★★★★ |
Álvaro Martín
Enviado especial a la 59ª edición de la Seminci
El corderito
Título original: Kuzu.
Dirección: Kutluğ Ataman.
Guion: Kutluğ Ataman.
Productoras: The Institute for the Readjustment of Clocks, Detailfilm.
Intérpretes: Nesrin Cavadzade, Cahit Gök, Mert Taştan, Sıla Lara Cantürk, Taner Birsel, Nursel Köse, Erdal Yildiz, Güven Kiraç.
Fotografía Feza Çaldıran, en color.
Montaje: Ali Aga.
Música: Can Erdoğan.
Duración: 85’.
País: Turquía.
Sección Oficial.
Como lectura complementaria, pueden consultar la reflexión sobre Kuzu de Gonzalo Hernández tras su paso por la Berlinale:
«En mitad de esta atmósfera cargada de frescura, el director sorprende en los últimos minutos introduciendo una conclusión cargada de poesía que rompe con lo establecido hasta entonces. Tiene su lógica, pero sorprende por ambiguo y por abierto. Tal vez puedan achacársele algunos detalles de guión que dejan preguntas en el aire, omitidas mediante elipsis estratégicamente situadas, pero son cuestiones menores en una cinta que deja un sabor de boca agradable, aunque algo melancólico a su término. Se llevó ovación en su pase de prensa en el Zoo Palast, convirtiéndose como otra de las apuestas fuertes de la sección Panorama». [Crítica]