Así castiga el ignorante
15ª aniversario del estreno de Boys Don't Cry (1999), dirigida por Kimberly Peirce.
El 31 de diciembre de 1993 se produjo un crimen atroz en Falls City, Nebraska. John Lotter y Marvin “Tom” Nisser asesinaron a tres personas: Brandon Teena, Lisa Lambert y Phillip DeVine. Lambert y DeVine tuvieron muy mala suerte por estar allí, ya que la razón del crimen fue una mezcla de rabia y celos tras averiguar que Brandon Teena había nacido como Teena Brandon. Brandon estaba comenzando una relación con Lana Tisdel, ex-novia de Lotter. El caso fue el centro de muchos artículos, un documental que recoge los 21 años de existencia del joven transexual y la película que nos ocupa: la dura y notable Boys don´t cry. Hoy 22 de octubre se cumple el 15º aniversario del estreno de la cinta, que tuvo su verdadero apogeo mediático con el merecidísimo Óscar que Hilary Swank ganó por dar vida a Brandon con una mezcla de compromiso, dulzura y verdad. Chloë Sevigny estuvo nominada como Mejor actriz de reparto por su sobresaliente trabajo como Lana Tisdel. El circuito internacional de premios de la película se compone mayoritariamente de menciones a estas dos grandes actrices, con un trabajo que potencia la identificación máxima del espectador mientras el proceso de seducción de Brandon sobre Lana se despliega en pantalla.
La importancia de la película es superior a sus méritos artísticos y ocasionales fallos, ya que películas como Boys don´t cry deben existir para cualquier espectador. Siempre que se hace una dramatización de un crimen en pantalla grande, por muy bien documentado que esté el caso, se corre un riesgo. Entran en juego licencias (la película omite la presencia y muerte de DeVine), voluntades de discurso y las cargas emocionales externas que cada uno puede tener frente a tal ejemplo de transfobia. Un ser ignorante castiga lo desconocido con la muerte, sin derecho pero con la facilidad de apretar un gatillo, casi de manera primitiva al no saber lidiar con lo que está sintiendo. La fuerza del debut como directora de Kimberly Peirce sobrepasa la pantalla y conmueve a la audiencia. 15 años después de su estreno, su efectividad no se ha visto reducida, y el fatalismo que la recorre convierte cada nuevo visionado en una experiencia difícil pero gratificante. Esto no es un telefilme de sobremesa, aunque lo pueda parecer. El compromiso de todos los implicados en hacer justicia a la traslación a imágenes de los hechos se ve con claridad en pantalla, desde la manera en que el guión de Peirce y Andy Bienen va filtrando la información sobre Brandon hasta la inquietante calma con la que Peter Sarsgaard convierte a John en un inestable peligro andante. Estamos ante una historia que a la vez es varias historias más, y es mérito de la directora y su equipo el lograr esto sin que nada parezca forzado o sujeto a la espectacularización que a veces viven los sucesos reales en su versión cinematográfica.
Lejos de cualquier atisbo de sensacionalismo, la peripecia arranca unas semanas antes de ese fatídico fin de año, con Brandon preparándose para salir a conquistar damiselas. Vive con su primo, que en agitados reproches nos pone rápido en antecedentes sobre quién es Brandon y los riesgos que corre. Ya se ha hablado del talento de la protagonista, pero la conocida capacidad de la actriz para transformarse merece ser destacada en esta composición. Con el pelo corto y una determinación de hierro, Swank no sólo crea un chico de lo más atractivo sino que transmite una ternura y vulnerabilidad claves para entender cómo, según cuentan los testimonios, Brandon no sólo ligaba mucho sino que dejaba estupendos recuerdos como novio y amante... hasta que se descubría su secreto. Una pelea de bar por el honor de Lisa, aquí llamada Candace, le llevará a hacer amistad con sus futuros asesinos. De la manera en la que Peirce lo cuenta, uno entiende la atracción de Brandon hacia Lotter y Nisser en su afán de integrarse y ser tratado como un chico más. Sin embargo, la posterior aparición de Lana convertirá la película en una hermosa y valiente historia romántica, condenada desde el principio a terminar mal. El contexto nos habla indirectamente de cómo son los personajes, especialmente con el contraste de un ambiente que es opresor para Lana, lo cual hace comprensible que quiera escapar y vea en Brandon la posibilidad, y cálido para John, que ha encontrado un hogar y no quiere que nadie se lo usurpe.
Una vez establecidas las piezas, la película patina un poco por la facilidad del espectador para adivinar lo que va aconteciendo a cada paso. Presa quizá, sin pretenderlo, de una serie de imágenes que se han ido convirtiendo en recurrentes estampas para mostrar ciertos temas a lo largo de los años, y cuyo influjo es tal y tan inconsciente que es difícil escapar de ellas. Así, la audiencia adivina sin esfuerzo el contenido emocional de una escena con ver cómo está planeada. Boys don´t cry cuenta con varias de estas estampas una vez los celos de John entren en la historia, sabiendo que solo es cuestión de tiempo antes de que alguien se entere de la crisis de identidad sexual de Brandon Teena. Consciente quizás del riesgo de que la película acabe siendo más rutinaria que memorable, la directora puntúa el metraje con algún que otro momento artístico de bella ejecución y eficiente resultado. El desdoblamiento de Brandon y Teena en el baño, en un momento máximo de humillación; o el inquietante plano donde Lana deviene diablillo que suspira al oído de Brandon, justo antes de dar el veredicto sobre el género del joven, son instantes que quieren decirnos que Pierce entiende la historia de Brandon como algo superior a lo concreto del caso, casi como una experiencia humanizadora.
Esto no quiere decir que la película mitifique al joven o tilde de épica su muerte. De hecho, dentro de las licencias ya nombradas, trata de recrear con fidelidad las circunstancias del asesinato según las múltiples fuentes testigo. Prueba de que no quiere revolcarse en la denuncia más facilona es la manera en que está retratada una de las figuras más polémicas del caso, el sheriff Charles Laux, que interrogó a Brandon tras haber sido violado y golpeado por Lotter y Nisser. El interrogatorio está reproducido en la película en base a la grabación en audio del mismo, y Laux apenas se ve en toda la escena, centrada en el dolor del chico al admitir los hechos. El núcleo emocional de Boys don´t cry, su parte más luminosa, es la historia de amor tan fugaz como intensa entre Brandon y Lana. Peirce rueda sus miradas, encuentros y acercamientos con mimo, sabiendo lo importante que es que la subtrama funcione para que el espectador se comprometa. El sexo es sensual y mágico, como ese primer encuentro donde la química Swank/Sevigny funciona a pleno rendimiento, y su lujuria seguirá siendo palpable hasta su último momento de intimidad, con toda la verdad expuesta.
La prueba de la eficacia de la cinta es que, aún sabiendo los hechos que relata y habiéndola vista varias veces, uno todavía se emociona y siente por los personajes. Queremos que Brandon se meta en el camión, que responda a la llamada del juez y que huya cuando tiene la oportunidad, pero eso no va a pasar. Hay un hálito de inevitabilidad e infortunio que vertebra toda la película. ¿Cuál es el legado de Boys don´t cry, 15 años después de su estreno? Es una película importante en la comunidad LGBT, y de las más duras. La revista Premiere la situó en el puesto 24 en su lista de los 25 filmes más peligrosos jamás hechos. Esta positiva calificación se extiende, según los criterios de la revista, a todo largometraje que no es entretenimiento ni diversión. Experiencias emocionantes que exponen directamente todo aquello que el entretenimiento palomitero promete que puedes evitar. Obras que hacen pensar, retan a replantearse las cosas ante conceptos como vida, amor o muerte. Amplían la conciencia, pero no de forma placentera. Y que Dios las bendiga. Boys don´t cry es así, una muestra de cine nada complaciente pero imperioso, que cumple la máxima de que el séptimo arte existe para hacer películas así.
Adrián González Viña
Redacción Sevilla
Estados Unidos, 1999, Boys Don't Cry. Directora: Kimberly Peirce. Guión: Kimberly Peirce & Andy Bienen. Música: Nathan Larson. Fotografía: Jim Denault. Reparto: Hilary Swank, Chloë Sevigny, Peter Sarsgaard, Brendan Sexton III, Alicia Goranson, Alison Folland, Jeannetta Arnette, Matt McGrath. Productoras: Killer Films / Hart-Sharp Entertainment.