Bier y Morley, cara y cruz del festival
Crónica de la cuarta jornada de la 58ª edición del Festival de Londres
El festival sigue su progresión a mejor en el primer fin de semana, algo poco común teniendo en cuenta que las proyecciones de prensa de sábado y domingo suelen reservarse —salvo en el caso de la película de clausura— para las cintas menos atractivas, dada la baja afluencia de profesionales. Sin embargo, hoy se han presentado tres películas de gran calidad, una para cada subdivisión del festival (secciones paralelas, sección oficial y galas, respectivamente). La mañana ha empezado con A Second Chance (Susanne Bier, 2014) [crítica], representante de la sección Dare. El drama policíaco de la directora danesa ha cosechado no pocos aplausos y encendidas alabanzas esta mañana. Y no es para menos. A pesar de lo duro y descorazonador de su temática, la película de Bier es magnífica, y hay que aplaudir su falta de problemas para hundir al espectador en lo más oscuro y miserable del ser humano. No es, sin duda, una película perfecta, pero sí más que recomendable (si bien quizás no para un sábado por la mañana), con un espléndido Nikolaj Coster-Waldau demostrando que hay vida después de Juego de tronos… al menos para algunos (más sobre eso después). El turno de mediodía ha sido para The Keeping Room (Daniel Barber, 2014), de la que tendremos crítica disponible en unos días. Aunque no ha recibido el entusiasmo de A Second Chance, el western en clave de survival horror de Barber (Harry Brown), que compite en la sección oficial, ha gustado bastante, quién sabe si debido a la tremenda decepción con la representante de la Sección Oficial de ayer (más sobre eso después también). Especialmente ha gustado su protagonista, Brit Marling, que construye un personaje al que dan ganas —y muchas— de aplaudir cada vez que aparece en pantalla, especialmente en la segunda mitad del largometraje. Quizás no es una seria aspirante al premio a la mejor película, pero ha dejado el pabellón alto. La mañana se ha cerrado con otra de las muy esperadas: Rosewater (Jon Stewart, 2014), que tal vez debido a las altas expectativas ha decepcionado un poco, aunque no por ello ha recibido una mala acogida. La historia del periodista Maziar Bahari (excelente Gael García Bernal), que en 2009 pasó 118 días retenido y brutalmente interrogado por el régimen de Mahmud Ahmadineyad en Irán, tiene una solidez que ya quisieran para sí muchas cintas dirigidas por gente con años de experiencia tras las cámaras. El problema, a mi entender, es que mucha gente esperaba que el Jon Stewart director fuese como el Jon Stewart presentador/cómico, y se han encontrado con algo si bien no 100% diferente, sí muy dosificado.
De las proyecciones públicas, destacar a la española El Niño (Daniel Monzón, 2014), que ha gustado a pesar de que lo más comentado era “no es Celda 211”. La anterior película de Monzón tuvo una excelente recepción, y buena parte del personal esperaba algo igual de potente o incluso más. Por cierto, es de notar la fascinación que tienen los británicos con las cejas de Luis Tosar; tanto aquí como a la salida de Musarañas, lo que más se comentaba era “¡qué cejas tan graciosas tiene!” o “¿pero las cejas son suyas, o se pone prótesis?” (la cara de quien escribe esto ante semejante pregunta fue digna de foto). The Drop (Michäel R. Roskam, 2014) [crítica] también fue muy aplaudida, como suelen serlo la mayoría de obras de carácter más comercial. La última interpretación de James Gandolfini no se llevó tantas alabanzas como Sobran las palabras (Nicole Holofcener, 2013) el año pasado, ya que la estrella del show aquí —tanto por protagonismo como por jugar en casa— es Tom Hardy, uno de los niños mimados del cine británico en estos momentos, que está demostrando ser más que profeta en su tierra este año con las excelentes críticas que ha cosechado tanto aquí, como en Locke (Steven Knight, 2013) o la segunda temporada de la serie Peaky Blinders.
Antes de terminar, un apunte: comentaba antes lo de la decepción ayer con la película de la competición, y lo de haber vida más allá de Juego de tronos. Ambas referencias vienen a cuento de The Falling (Carol Morley, 2014), representante de la Sección Oficial de ayer en pases de prensa y que ha estado bajo embargo hasta esta noche. Honestamente, y aunque la restricción venía a cuento por ser estreno mundial, la sospecha generalizada es que desde la productora no querían que se hablase mucho de ella para no perjudicar el ambiente de la premiere esta noche. La película protagonizada por Maisie Williams (alias Arya Stark) es, lisa y llanamente, uno de los mayores despropósitos que han aterrizado en pantalla en… bueno, en mucho tiempo. Ha tenido el dudoso honor de ser la cinta que más fugas de la sala ha visto este año, y según los comentarios de algunos veteranos del festival, también de los últimos años. No hay por dónde pillarla. Rebeldía adolescente, supuestos fenómenos paranormales, histeria femenina, relaciones sexuales extrañas… todo tiene cabida, y nada está explicado. Los actores, salvo Greta Scacchi, están espantosos. No voy a arriesgarme, porque los jurados pueden ser así de locos y capaces son de darle el premio a la mejor película, pero creo que es lo más psicotrónico que haya podido verse en concurso. Si llega a estrenarse en salas, no perdáis el tiempo. Para ver gente en distintos estados de locura, sexo raro, fenómenos extraños y a Maisie Williams, ya tenéis a la nombrada serie de HBO.
Y eso es todo por hoy. Mañana, día bastante más relajado, llegan Blind (Eskil Vogt, 2014) y Betibú (Miguel Cohan, 2014) para cerrar el fin de semana. Seguiremos informando, si el tiempo británico nos lo permite.
Judith Romero
Enviada especial a la 58ª edición del Festival de Londres