24 tentativas, ninguna nominación al Óscar. Tan sólo en 2009, Stephan Komandarev con The World is Big and Salvation Lurks Around the Corner (Светът е голям и спасение дебне отвсякъде), logró pasar el primer corte. A diferencia de su vecina Rumanía, el cine búlgaro crece a fuego lento. Una industria que carece de recursos debido a que las fortunas se invierten en otras materias. De esta manera, sigue anclada en una tercera división que, a corto plazo, parece su lugar definitivo. Este año, con la buena respuesta recibida tanto en Sundance, como Róterdam y Karlovy Vary, parecía que la ópera prima de Maya Vitkova, Viktoria, tenía el terreno expedito para representar a una nación huérfana de posibilidades. Otra opción era la interesante Alienation, de Mirko Lazarov, que había pasado por todo tipo de festivales del circuito independiente europeo. Ambas, propuestas válidas pero con muy pocas posibilidades de imitar, ni siquiera, a Komandarev –que, por otro lado, tampoco era favorito para pasar la primera criba—. Finalmente, ninguna de las dos formará de la partida y será, sorprendentemente, el drama de época, Bulgarian Rhapsody. Un hecho que ha indignado a la prensa búlgara, más que por cuestiones artísticas, porque su director es integrante del comité que debe elegir la representante. Como ven, en todas partes cuecen habas.
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Oscars 2015 | Bulgaria apuesta por Bulgarian Rhapsody