Belleza indomable
crítica de Costa da Morte | dirigida por Lois Patiño. 2013
Si la naturaleza está regida por alguna deidad enloquecida o una masa de fuerzas salvajes ajena a la voluntad de los hombres, no podríamos encontrar mejor ejemplo gráfico y espiritual que sobrevolando los paisajes abruptos y hermosos de la Costa da Morte gallega. Un punto poético y temible, de compleja orografía que ya fue bautizado por los romanos en su día como el fin de la tierra, ese horizonte de Fisterra donde uno ya no puede caminar sino encomendarse a un océano inmenso y vigoroso, muchas veces despiadado. Una bestia azulada que tanto puede colmar su hambre con naufragios y desgracias como satisfacer los deseos de marisqueiros y pescadores que madrugan bastante más pronto que el sol. Y como una servidora ha nacido y pertenece a Galicia, cada centímetro de piel se me ha erizado al flotar por las atmósferas pictóricas y tormentosas que Lois Patiño ha decidido retratar en Costa da Morte, un proyecto audiovisual de definición escurridiza que podríamos ubicar entre los lindes del cine experimental, conceptual y documental.
25.000 euros ha sido el irrisorio presupuesto con el que este joven autor vigués ha contado para acuñar una obra sin parangón que se me ha antojado valiente, compleja y de acabado unitario e imponente, a pesar de que desde un comienzo prejuzguemos el visionado lento o lo temamos aburrido. La ambición cinematográfica de sus 83 minutos de metraje pasa por esbozar un retrato antropológico de esta porción de paisaje gallego, sus gentes, leyendas y recuerdos, siempre en permanente relación con la dualidad que el mar y el monte dictaminan. Así, lugares de aura mágica como Corme, Malpica, Fisterra, Camariñas son los indicados para contraponer la intimidad de la experiencia humana con la inmensidad y trascendencia de la geografía. En una entrevista, el director aportaba su definición preferida del concepto de paisaje, cortesía de Carlos Muguiro: “Son estratos de tiempo condensados en una imagen”, y este lirismo subyace tras cada plano descubierto: imágenes contemporáneas engendradas por el pasado, el viento, la tradición y el clima. Imágenes que desde su lanzamiento el pasado año han recorrido 60 festivales y llegado a lugares recónditos del mundo, haciéndose con más de una decena de galardones, como el Mejor director emergente del Festival de Locarno en 2013 o el Puma de Plata a la Mejor Película en el FICUNAM mexicano. Para conjugar estas distancias perceptivas opuestas de persona y paisaje, Costa da Morte se subordina plenamente a las secuencias amplias y los planos largos de exteriores donde las figuras de personas aparecen muy alejadas y minimizadas, como hormiguitas vulnerables a los caprichos de la naturaleza.
25.000 euros ha sido el irrisorio presupuesto con el que este joven autor vigués ha contado para acuñar una obra sin parangón que se me ha antojado valiente, compleja y de acabado unitario e imponente, a pesar de que desde un comienzo prejuzguemos el visionado lento o lo temamos aburrido. La ambición cinematográfica de sus 83 minutos de metraje pasa por esbozar un retrato antropológico de esta porción de paisaje gallego, sus gentes, leyendas y recuerdos, siempre en permanente relación con la dualidad que el mar y el monte dictaminan. Así, lugares de aura mágica como Corme, Malpica, Fisterra, Camariñas son los indicados para contraponer la intimidad de la experiencia humana con la inmensidad y trascendencia de la geografía. En una entrevista, el director aportaba su definición preferida del concepto de paisaje, cortesía de Carlos Muguiro: “Son estratos de tiempo condensados en una imagen”, y este lirismo subyace tras cada plano descubierto: imágenes contemporáneas engendradas por el pasado, el viento, la tradición y el clima. Imágenes que desde su lanzamiento el pasado año han recorrido 60 festivales y llegado a lugares recónditos del mundo, haciéndose con más de una decena de galardones, como el Mejor director emergente del Festival de Locarno en 2013 o el Puma de Plata a la Mejor Película en el FICUNAM mexicano. Para conjugar estas distancias perceptivas opuestas de persona y paisaje, Costa da Morte se subordina plenamente a las secuencias amplias y los planos largos de exteriores donde las figuras de personas aparecen muy alejadas y minimizadas, como hormiguitas vulnerables a los caprichos de la naturaleza.
Técnica y estéticamente, Lois Patiño ha abogado por un formato sencillo y basado en el poder del sonido ambiente, en los imperativos de la cámara estática y en la capacidad de una excelente fotografía para abrumarnos y contarnos, a través de esos potentes planos generales, secretos de la sabiduría popular, cuentos de navíos alemanes, ecos ancestrales de profesiones antiguas, la magia fértil de algunas montañas o los designios trágicos del mar. El montaje es naturalista y poco artificioso; sin fundidos, sin efectos especiales, y sin el contrapunto de medianillas o voces en off para encauzar la voz narrativa. Lois Patiño prefiere usar directamente las aportaciones humanas y por lo tanto son los diálogos entre pescadores, marisqueiras, senderistas, trabajadores y jubilados los vehículos para inundar los pliegues del paisaje de contenido cultural: fantasmas de fuel de la catástrofe del Prestige, monstruos del incendio del monte Pindo, meigas, consejos, leyendas y recuerdos, imbuyendo el contorno de acantilados y playas de un realismo mágico y artesanal. Se atreve así Lois Patiño a dibujar una mirada artística sobre la muerte que acecha en todo momento la vida de percebeiros y marineros, sobre el mar que lo da todo pero también todo lo puede quitar, y sobre el encanto y genuinidad de sus gentes. Saldremos un rato de nuestro cuerpo para fundirnos con campanas, grietas, hórreos, bateas, salitre, gaviotas, faros y arboledas, un deleite visual que trasciende lo meramente contemplativo pues demanda nuestra atención completa en pos de captar el significado místico y espiritual que esta obra experimental proyecta.
Nos rendiremos al angustioso crepitar de las llamas en los bosques, a la tosca arquitectura de las pequeñas iglesias románicas desafiando al cielo gris, el vitalismo y la alegría de las tradicionales verbenas estivales o la solemnidad y hermosura de los pequeños cementerios sumidos en el silencio. Como obra conceptual, en este caso el todo supera con creces a la suma de sus partes, y podremos ser capaces de vislumbrar la esencia de su creación, que no es otra que la soledad del ser humano frente a la vasta naturaleza, peleando, riendo, aprendiendo, enfrentándose a ella. Mujeres y hombres minimizados, héroes de la cotidianidad, desafiantes de lo salvaje. Al final, Costa da Morte se aleja de su severo formato visual, y supera la rigidez esbozando con maestría un mosaico alquímico y fabuloso sobre sus gentes, su alma, su tierra y su corazón. Sean o no adeptos del género documental, no pueden dejar de admirar su belleza. | ★★★★★ |
Andrea Núñez-Torrón Stock
redacción Santiago de Compostela
2013, España, Costa da Morte. Director: Lois Patiño. Guión: Lois Patiño. Productora: Zeitun Films. Reparto: Manuel Barga, Emilia Demina, Jose Fabregas Fotografía: Lois Patiño. Música: Ann Deveria. Presentación oficial: 2013: Festival de Locarno: Mejor director emergente (Cineasti del presente). 2013: Festival Europeo de Sevilla: Mejor película Nuevas Olas-NoFicción + Mención especial del jurado Nuevas Olas. 2013: REC Tarragona: Mención especial del Jurado Joven 2014: Jeonju IFF: Best Picture Award. 2013: Festival dei Popoli: Premio del Público + Mención especial del jurado. 2013: Festival de Valdivia: Mención especial del jurado.2014: FICUNAM: Puma de plata a la Mejor Película. 2014: Festival Internacional de Uruguay: Mejor película iberoamericana + Premio Fipresci a mejor película iberoamericana. 2014: Cosquín IFF: Mención especial del jurado. 2014: World Premieres Film Festival: Cine Verde Award for Best Environmental Feature. 2014:Bienal de cine español de Annecy: Mención de honor del jurado.. 2014: Play-Doc: Mejor película internacional. Tui (ESPAÑA) 2014. 2014: Mestre Mateo: Premio a mejor documental.