ilustración| Lorenzo Montatore
viernes, 04 de abril de 2014
Puede que termine el año y no figure en muchos rankings. Puede que la gloria sea solo el dictamen del mainstream. O puede, directamente, que tengamos mal sintonizada nuestra antena, o nuestro gusto. Las consecuencias del impacto del estreno de True Detective y los habituales shocks que acompañan a Juego de tronos son éstas, pasar a la segunda hoja de google, a eterna alternativa de Tuesday Night. Fargo, la serie de FX creada a partir del largometraje –muy cercano a obra maestra— de los hermanos Coen, es, sin dudar un solo momento, uno de los acontecimientos televisivos del año. Por ambientación, por personajes, por guion y por ese manto de ligereza que oculta una producción minimalista. Lástima que Rust y Marty pasaran un poco antes en ese Dodge de segunda mano; Lorne Malvo, Lester Nygaard y Molly Solverson merecen, cuando menos, un hueco a su lado. Ni siquiera competirán en los Emmy. Es la (in)justicia de lo marcado por la mayoría. Un juicio que, incluso, se podría interpolar en la misma miniserie. Todos los focos apuntan a la exhibición del recuperado Billy Bob Thorton, capaz de hacer reír como de asustar con un golpe ceja. Pero, ¿qué pasa con Martin Freeman? ¿qué ocurre con ese Bilbo de Minnesota? Suyos deberían ser todos los premios. No recibirá ninguno ¿Y si yo tengo razón y todos los demás están equivocados?
Emilio Luna
redacción Cáceres