La importancia del pasado
crítica de Almost Home (7x08) | True Blood (Temporada 7) ★★★
HBO | EE.UU, 2014. Dirección: Jesse Warn. Guión: Kate Barnow. Creador: Alan Ball. Reparto: Anna Paquin, Stephen Moyer, Ryan Kwanten, Rutina Wesley, Alexander Skarsgård, Chris Bauer, Kristin Bauer Van Straten, Lauren Bowles, Anna Camp, Gregg Daniel, Nelsan Ellis, Noah Matthews, Bailey Noble, Jim Parrack, Nathan Parsons, Adina Porter, Carrie Preston, Deborah Ann Woll, Karolina Widra, Will Yun Lee. Fotografía: Evans Brown. Música: Nathan Barr.
Con el fin tan cerca, algunas tramas se cierran en este capítulo de True blood, algo superior a los dos últimos pero tampoco un episodio que deje especial poso. La búsqueda de ese “algo” que Tara quería que su madre encontrara no era de carácter sobrenatural ni tenía que ver solo con los efectos del V. Un flashback nos lleva al día en que el padre de Tara abandonó a su familia y la espiral de violencia y alcohol de Lettie Mae (estupenda Adina Porter) tuvo su gran razón. La joven cumplía años y su violento padre llegó a casa antes de tiempo, arruinando su fiesta con Sookie y Lafayette (que ya de joven entendía de estilo). Ese “algo” es una pistola que podría haber acabado con el sufrimiento de la familia Thornton, o haberlos condenado a una vida aún peor. La importancia de esta historia es que la hija perdona a la madre, permitiéndole seguir adelante con su vida. Es la serenidad que da la muerte (experimentada dos veces por Tara) lo que hace que pueda decirle esas palabras a una mujer que le hizo tanto daño. No sé si volveremos a ver a Rutina Wesley en los capítulos restantes, pero si ésta es la despedida de Tara, es un cierre digno. Aunque un servidor hubiera preferido que la vampiresa sobreviviera, todo hay que decirlo. La otra historia que termina es la vida de Violet, que tras contar con todo lujo de detalles cómo iba a torturar a Wade, Adilyn y Jessica, recibe un tiro por parte de Hoyt, evidente estrategema de guión para propiciar el reencuentro con su ex-novia. Hay dos cosas especialmente tristes en la escena de su muerte. Primero, su muerte en sí, porque Violet y Karolina Wydra corroboran que lo que mejor sabe hacer True blood es escribir vampiros psicópatas, cuanto más retorcidos mejor. Segundo, los instrumentos de tortura de la sádica vampiresa son reales, lo que hace pensar que hace siglos la tortura se usaba mucho en las mujeres y con la intención de destrozar su sexo. Terrible.
Si este Almost home es mejor que el resto es porque es capaz de transmitir una conseguida sensación de nostalgia respecto a los mejores tiempos de la serie. La conversación de Bill y Sookie sobre los planes de Sophie-Anne, la conversación entre Jessica y el desmemoriado Hoyt (Deborah Ann Woll y Jim Parrack siguen teniendo una química estupenda) sobre la pérdida de los progenitores o incluso el cumplido de Jason a los huevos de Big John. Momentos que nos remiten a True blood antes de que el asunto desbarrara en demasiados frentes, presa de las ganas de los guionistas de tocar muchos temas en lugar de concentrar sus esfuerzos en fortalecer las historias. Otra tendencia que vuelve en esta ocasión ha sido la de usar un personaje casi como un espectador de la historia, solo para hacer un comentario sarcástico que divierte a la audiencia y demuestra el sentido del humor de la serie. La reacción de Sookie ante Sarah no tiene precio, así como las pullitas de Pam contra la ex-camarera telepática. Las mentiras de Jessica ante Hoyt no parece que vayan a mantenerse, y es que la atracción natural del humano por la pelirroja vuelve a hacer aparición.
James o la pareja Andy/Holly siguen siendo meras piezas instrumentales en un capítulo que plantea indirectamente la gran pregunta de la Elección. Un vampiro no suele querer morir, y su muerte viene a manos de un factor externo. La enfermedad de Bill hace que el vampiro se encuentre con preguntas que no se ha hecho en más de 200 años. La mortalidad, el legado que deja uno en el mundo, la atracción de la sangre. ¿Merece la pena seguir alimentándose así? Ver como el universo cambia a su alrededor y que el resto está destinado a envejecer y morir, incluida su amada. Eric no se ha estas preguntas, y aún siendo más viejo que Bill no duda un segundo en beber de Sarah, más loca que nunca con sus alucinaciones de Mesías, y tirarla a un lado como un quien termina una lata de cerveza. Es la negativa de Bill, por otro lado altamente previsible, lo que da algo de fuerza dramática al proceso de introspección que lleva viviendo en los últimos episodios y nos lanza a los créditos. | ★★★★★ |
Adrián González Viña
redacción Sevilla