No parece el año más propicio para Rumanía. The Japanese Dog (Câinele Japonez-El perro japonés), filme presentado en el Festival de Varsovia y que se pudo ver en España a través del Cineeuropa de Santiago de Compostela, resulta una elección con muy pocas posibilidades de avanzar en la lucha por el Óscar. Ha sido un año bastante mediocre para cinematografía del país de los Carpatos, con muy pocos títulos relevantes y con autores, como Corneliu Porumboiu, abrazando una corriente más experimental. Tudor Cristian Jurgiu, que debuta con este aséptico drama familiar, es el encomendado casi por descartes para conseguir un imposible: la nominación. Tras 31 participaciones, tan sólo una vez Rumanía pasó el primer corte. Fue Cristian Mungiu en 2012 con Más allá de las colinas (După dealuri). Precisamente, el propio Mungiu vivió una de las sorpresas históricas de la categoría al no pasar el primer corte cinco años antes con 4 meses, 3 semanas y 2 días, la mejor película europea de aquel año que demostró el inmaduro criterio de los académicos. El año pasado la academia rumana presentó la sólida Madre e hijo (Pozitia Copilului), ganadora del Oso de Oro en Berlín, pero tampoco fue posible. Rumanía merece esa nominación pero, salvo sorpresa mayúscula, no sucederá esté año. Habrá que esperar a los nuevos trabajos de Cristi Puiu, Florin Serban o, el capitán de la guardia, Cristian Mungiu para armar una candidatura más sólida.
Al citado Cineuropa asistió nuestra compañera Andrea Núñez, que así valoró The Japanese Dog: «… es lenta, y en muchas secuencias, le falta ángel, duende, carisma o lo que sea la fórmula que dota a las películas de magia y personalidad y sujeta su reminiscencia en el limbo de nuestras memorias. Quizás Tudor Cristian Jurgiu no ha sabido, tras dirigir un par de cortos, dar el salto al largometraje con efectividad y resolución. A resumidas cuentas, constituye una historia sosa a la que, si bien su mejor rasgo es el retrato de los problemas familiares y de la recuperación tras una catástrofe de gran índole como una inundación, le faltan expectativas, nudos y condimentos para configurarse como una propuesta atractiva o cálida capaz de conmover al público».