Las posibles vidas de la chica de pelo colorado
Cine Club| Corre Lola corre (Lola rennt), dirigida por Tom Tykwer, 1998
¿Cuándo empieza y cuándo acaba el juego? ¿De qué manera interfiere cada segundo vivido en el transcurso irreparable de nuestras existencias? ¿Qué consecuencias tiene el efecto de las decisiones que tomamos de manera inconsciente? ¿Y qué diablos es eso rojo al viento que acaba de pasar a toda pastilla por las frenéticas calles de Berlín? Una cámara esquizofrénica, un teléfono rojo recién descolgado y una peculiar estética de cómic bajo el amparo frenético de la música tecno nos presentan a la incansable pelirroja Lola (Franka Potente) que debe ayudar de inmediato a su novio Manny (Moritz Bleibtreu), metido en un apuro muy gordo, pues en veinte minutos debe conseguir los 100.000 marcos que le debe a un gánster y que acaba de perder por el robo de un mendigo en el metro. Con esta asfixiante premisa para la pareja berlinesa comienza Corre, Lola, corre (1998), una joya de factura alemana objeto de culto en la que el caótico tiempo se convierte en el villano principal de la película; durante hora y cuarto veremos pasar por nuestras retinas un cuento de intriga bajo el punto de vista de que pasaría si..., hecho que provoca que la trama se vaya modificando por una serie de casualidades impredecibles que trastocan de forma extrema las vidas de sus protagonistas.
A través de un complejo ejercicio estilístico y narrativo, este filme de acción pretende plasmar cómo un ínfimo y minúsculo instante puede cambiar completamente el rumbo de cualquiera, algo que posteriormente podríamos ver en otros buenos largometrajes como la maravillosa Las vidas posibles de Mr. Nobody (2009), encabezada por un gran Jared Leto, o la más comercial pero adictiva El efecto mariposa (2003), aquella que partía de un curioso proverbio chino: "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo". Y es que, según la teoría del caos, variando mínimamente las condiciones iniciales de un sistema caótico concreto, éste puede evolucionar en ciertas formas completamente diferentes, provocando que una perturbación diminuta se amplifique exponencialmente. Así pues, se abre la puerta del universo del caos personificado, las zancadas imparables de Lola, un Berlín rápido y visceral poblado por personajes cuyos futuros conoceremos mediante fotos, un minutado del guión a tiempo real, diálogos desincronizados, tres clímax distintos, y litros y litros de adrenalina. Bienvenidos a una fiesta delirante de posibilidades.
VIDA 1. LA BALA EQUIVOCADA
Tom Tykwer, miembro de la generación MTV, comienza a facturar esta maquinaria de imágenes con una inquietante frase de Bertolt Bretch “after the game is before the game” y la llamada desesperada desde una cabina de Manny a Lola. 100.000 marcos o un gánster no se andará con rodeos y lo hará pedazos. Lola grita, hace estallar los cristales con la potencia de su voz, y corre, corre, y corre, mientras se va cruzando por la ciudad un conglomerado de personas cuyos momentos cruciales futuros se desgranan en instantáneas, y un mendigo se pasea con la bolsa de dinero robado. Esta historia se enriquece con efectos visuales propios del mundo del videojuego, tomando de ese mundillo la metáfora de “reiniciar” el juego cuando uno muere si quiere seguir. El contraste del blanco y el negro con colores delirantes y el simbolismo cromático del rojo confiere a la estética una marcada personalidad, unida a los movimientos de cámara, trucos de montaje (time-lapse, ralentizaciones) y fragmentos de animación que nos remiten al ámbito del cómic. La diversión y la tensión están aseguradas a lo largo de toda la duración gracias a esta dirección maestra de Tykwer, capaz de escribir una historia extraña y rocambolesca con numerosos puntos álgidos, a la par que introducir efectos propios de los videoclips, planos circulares, curiosos filtros de imagen o planos envolventes que unen varios escenarios a la vez. Los títulos de apertura, genialmente producidos, muestran una muchedumbre que se empequeñece y distancia hasta formar el título con las cabezas de la gente, mientras una voz en off sugestiva sugiere un puñado de preguntas existenciales.
—El balón es redondo. El juego dura 90 minutos. Eso es un hecho. Todo lo demás es pura teoría.
Lola empieza y acaba el filme como el su título preludia, corriendo (un juego de palabras que remite un cierto guiño humorístico a la clásica frase de Corre, Forrest, corre de Forrest Gump).
En esta primera versión de su vida Lola corre a ver a su padre, y por el camino se cruza a diversos secundarios que se repetirán en las otras alternativas: su madre, alcohólica, dando cuenta de una botella de vino, y que al verla salir le encarga shampoo, un niño y su perro en una esquina, un ladrón que le intenta vender una bici por 50 francos, un conductor de ambulancia, un banquero amigo de su padre llamado Sr. Mayers, una anciana vecina paseando a un bebé que la insulta ferozmente, los narcotraficantes en camino dispuestos a reunirse con Manni, una oficinista y un guardia de seguridad enamorado de ella, que exclama siempre un “¡Mira eso! ¡Nuestra pequeña princesa Lola! ¡Qué raro placer!” Su padre, un empresario rígido y gélido que mantiene una relación paralela con su secretaria se halla precisamente en esos instantes discutiendo con ella en su despacho. Le confiesa a su hija que se va a casar de nuevo y las va a abandonar, que no tiene intenciones de darle el dinero, y que no es su padre. Todo trágicas noticias, pero Lola tiene que seguir corriendo, enfatizando ese vitalismo como única opción posible en la vida a la hora de resolver problemas.
Las voces en off con conversaciones entre Manni y Lola desincronizadas, y por lo tanto, desvinculadas de la imagen, son una constante que se convierte en rasgo diferencial con respecto a otras películas indie.
—¿Me quieres?
—Sí, maldita sea
—Entonces decídete
—¿Tiene que ser ahora?
Manni, desesperado, atraca un establecimiento a punta de pistola, mientras en la pantalla partida y a destiempo, los pensamientos de la exhausta Lola son no lo hagas. Bajo una canción de música negra, la policía irrumpe en el local y aunque intentan escapar, Lola muere con la sangre combinando cínicamente con su cabellera encendida. Este primer clímax del metraje muestra como a pesar de los intentos de Lola por lograr salvar a su novio, condenado a una muerte inmediata si ese gran puñado de billetes no aparece, el fatal destino se ceba con ella, a pesar de no ser quien empuñaba la pistola.
VIDA 2. EL OLVIDO ROJO
—Tú eres la mejor de todas las chicas
—¿Cómo puedes saberlo?
—Lo sé, y basta.
Entre posibilidad y posibilidad, se muestran flashbacks donde la pareja intercambia reflexiones sobre la muerte, el futuro o su amor mientras fuman con parsimonia un porro, en una atmósfera intimista de color rojo, que acentúa el cromatismo simbólico de la película. Antes de comenzar esta segunda carrera, Lola y Manni charlan sobre la posibilidad de no haberse conocido nunca. En la segunda carrera, Lola es sólo un poquito más lenta, y pequeños detalles cambian por ello: el dueño del perro le pone la zancadilla, se cruza fortuitamente con el mendigo que ahora posee la bolsa del dinero, el señor Mayers se estampa, y al llegar más tarde al despacho de su progenitor, la amante de su padre le explica que está embarazada de otro, mientras Lola lo escucha y furiosa, roba el dinero de la caja fuerte del banco y consigue huir con el dinero para encontrarse con a Manni. Llegados a este punto, parece que la bifurcación de la historia ha alcanzado cotas de optimismo más elevadas que en la primera parte, pero la ambulancia atropella y mata a su amante cuando cruza la calle para abrazarla.
De nuevo, el tiempo retrocede y Lola y Manni hablan otra vez en la cama, un escenario que se torna atemporal y con una carga ciertamente filosófica; Manni le pregunta a Lola si lo ama y qué haría si él muere, Lola responde que jamás permitiría que muriese, pero él contesta que, si de todos modos muriese, le lloraría las primeras semanas y después saldría con otro. Entonces, el atropellado Manni dice que no y empieza, veloz y efervescente, la tercera carrera. Paradójicamente, en cada una de estas dos primeras posibilidades, cuando el que afronta la responsabilidad de enarbolar una pistola es él, muere ella, y cuando es ella quién consigue hacerse con el botín atracando el banco de su padre, muere él, lo cual se puede interpretar como una potente y a veces terrorífica metáfora acerca de cómo la suerte tiene una enorme incidencia en nuestras vidas.
VIDA 3. DOBLE O NADA
En la tercera y última parte de esta historia, Lola es una fracción de segundo más rápida, y consigue saltar sobre el perro, no hay accidente de coche y causa el accidente, y el socio consigue recoger al padre de Lola. Ella los ve marchar sin lograr alcanzarlos, pero sigue corriendo en busca de alguna buena idea. Guiada por un impulso, entra en un casino y apuesta, dos veces, una única ficha de 100 marcos en la ruleta. Feliz porque le sobra el dinero para ayudar a Manni, sale del edificio y monta a la ambulancia que en la “carrera anterior” había matado a su novio. Dentro de ella está el guardia de seguridad siendo atendido a causa de un infarto; ella le toma la mano e instantes más tarde, se recupera. Paralelamente, Manni persigue con ahínco al vagabundo ladrón que le había robado la bolsa, y al hacerlo, provoca sin quererlo, un accidente de tráfico en el que fallecen el padre de Lola, su socio y el ladrón de la moto de Lola. Manni recupera sus billetes, le regala la pistola al mendigo y cuando Lola llega al punto de encuentro, él ya sale triunfante del coche de su jefe con un apretón de manos.
—¿Qué llevas en la bolsa?
Eso parece que podemos llegar a descifrar de los labios de él al finalizar el filme; que si empezó con un tic-tac acaba con un plano congelado del rostro de Manni y unos créditos completamente insonorizados; enfatizando el contraste entre la banda sonora de música tecno que nos acompaña durante todo el viaje y el silencio posterior, un descanso adecuado tras toda la adrenalina que esta historia es capaz de desfibrilar; o como ellos mismos dicen: un poquito de rabia viene bien para el alma, para la circulación y para la piel.
En definitiva, nos hallamos ante un thriller original, entretenido y con un montaje bien producido, eléctrico y visualmente magnético, unas actuaciones principales sólidas y convincentes, además de esa magia que solamente rodea a las obras que resultan ser una rara avis de su especie, recibiendo premios de prestigio como el galardón a Mejor Película Extranjera del Festival de Sundance al año siguiente de su estreno, el Premio Alemán de Cine, o una nominación a los BAFTA a mejor filme de habla no-inglesa. Corre, Lola, corre es. desde luego, una fábula cruda e inquietante sobre el efecto y peso de nuestras acciones y el poder arrollador del paso del tiempo, que con cada visionado gana en detalles y minimalismo. ¿Creíais antes de esto que una minúscula decisión no era tan importante? Pues estabais equivocados.
Andrea Núñez-Torrón Stock
redacción Santiago de Compostela
Alemania, 1998. Run, Lola, Run (Lola rennt). Director: Tom Tykwer Guión: Tom Tykwer. Música: Tom Tykwer, Johnny Klimek, Reinhold Heil. Productora: X-Filme Creative Pool / WDR / Arte Fotografía: Frank Griebe. Reparto: Franka Potente, Moritz Bleibtreu, Herbert Knaup, Nina Petri, Joachim Król, Armin Rohde, Heino Ferch, Suzanne von Borsody, Sebastian Schipper, Ludger Pistor,Julia Lindig, Lars Rudolph, Ute Lubosch Presentación oficial: 1999: Festival de Sundance: Premio del Público. 1999: Nominada Premios BAFTA: Mejor película en habla no inglesa.