Una de adictos
crítica de Fire in the Hole (7x03) | True Blood (Temporada 7)
HBO | EE.UU, 2014. Director: Lee Rose. Guión: Brian Buckner. Creador: Alan Ball. Reparto: Anna Paquin, Stephen Moyer, Sam Trammell, Ryan Kwanten, Alexander Skarsgård, Chris Bauer, Kristin Bauer Van Straten, Amelia Rose Blaire, Lauren Bowles, Anna Camp, Gregg Daniel, Nelsan Ellis, Aaron Christian Howles, Joe Manganiello, Noah Matthews, Bailey Noble, Nathan Parsons, Adina Porter, Carrie Preston, Jurnee Smollett-Bell, Deborah Ann Woll, Karolyna Widra, Dale Raoul, Patricia Bethune, Tanya Wright, Eugene Byrd, Robert Baker, Jessica Tuck. Fotografía: David Klein. Música: Nathan Barr.
Fire in the hole empieza a perfilar la que parece ser una de las tramas importantes de la temporada: la repercusión del daño hecho por Sarah Newlin. Daño no solo al matar a la señorita Suzuki de forma cruda, sino por detener un lucrativo negocio, el de la sangre sintética, para la Corporación Yokonomo. El episodio comienza mostrándonos dónde está escondida Sarah, ahora Noomi, y para cuando termine, la búsqueda tendrá más resonancias ya que se combina con el pasado de Eric y Pam, que en 1986 pasaron una época en Francia. Recordemos que el episodio anterior terminó con la revelación de que Eric estaba infectado de Hepatitis-V, y sus palabras nos hacen pensar que se va a rendir, que mil años de vida es suficiente. Ni reacciona ante la noticia de que Tara ha muerto, la progenie de su querida Pam. La mención de Sylvie activa un viaje a la memoria de los personajes, una treta de guión algo extraña por lo evidentemente forzada que está. ¿Eric recuerda su encuentro con los japoneses justo cuando estos van en busca de Sarah? Flojo, flojo, y más para un episodio escrito por el showrunner de la serie, Brian Buckner. Lo mejor de estas escenas es que recupera a Jessica Tuck en su papel de Nan Flanagan, representante de la Autoridad. Flanagan acabará muriendo a manos del vampiro vikingo, pero aquí simplemente con una oferta que Eric rechaza.
Esos flashbacks ocupan buena parte de la primera mitad del episodio, de manera que no sabremos qué quería Sookie de Bill hasta bien empezada la acción, cuando su plan de hacer de cebo para los vampiros infectados se revele. Alcide sale en su busca al descubrir que no está en la casa, y su rastro la lleva hasta la mansión de Bill. El vampiro y la camarera telepática se pasarán casi todo el episodio hablando en el bosque, ella en el suelo y él en un árbol, esperando a que el olor de su sangre de hada atraiga a los enfermos. Esa charla dará lugar a un par de momentos introspectivos para ambos, pero especialmente para Bill, que recordará uno de sus últimos momentos con su hija antes de partir a la guerra. En los tres capítulos emitidos, True blood se está tomando su tiempo en hacer que los personajes se expliquen, que entendamos mejor cómo son. Otro ejemplo está en el hermoso monólogo que el reverendo Daniels recita ante Willa, explicando cómo conoció a Lettie Mae y qué le enamoró de ella. Con dulzura y sentido común, concluye que la joven vampiresa no puede vivir con ellos, ya que la madre de Tara va a querer alimentarse constantemente, una nueva adicción que batallar.
Mientras todo esto sucede, Lafayette y James se acercan. El cocinero ha logrado aislarse de los problemas del pueblo, y Nelsan Ellis sigue siendo de los pocos actores que parece tomarse algo en serio su trabajo, se esfuerza en dar vida a las facetas de su personaje. James revela que las cosas con Jessica no van bien, y ambos se ponen a mezclar drogas para alcanzar un colocón que les evada del mundo. ¿Abandonaría Luke Grimes la serie por el giro bisexual de su personaje? Es algo forzado, la verdad, aunque recordemos que hay un espacio de seis meses donde la relación de Jessica y James ha avanzado sin que viéramos cómo, y no sabíamos apenas nada del vampiro. Para cuando llega el desenlace, la Corporación Yokonomo actúa en dos tiempos, matando a Sylvie, el capricho de Eric del momento, y secuestrando al vikingo y a Pam; y en la actualidad, cuando llegan al centro espiritual donde Sarah se esconde y matan a su amante/profesor. La vida de la mujer están en peligro y por partida doble, porque lo único que hace que Eric abandone su idea de resignarse a morir es saber que está viva. Sarah es culpable de la muerte de Norah, de su propia infección y de la nueva situación de los vampiros. A ver cuánto tarda la rubia en volver a Bon Temps.
El capítulo trata de diferentes modos de adicción, desde los más evidentes (Lettie Mae, los vampiros infectados) hasta algunos más sutiles (Eric hacia cualquier forma de control, Sookie a las situaciones límite donde está en peligro), pero todos recorridos por una misma idea: lo difícil que es cambiar cuando ese impulso está presente. Sookie se aprovecha de la sed de los vampiros para tenderles una trampa, pero su plan llevará sin saberlo ella a una muerte en el bosque de dos disparos, uno mortal en la frente. Este resultado fatal es la confluencia de dos tramas, una en la que los habitantes de Bon Temps armados huyen despavoridos cuando Violet mata a Maxine Fortenberry (los guionistas no se están conteniendo a la hora de matar personajes en estos últimos capítulos). Su huida les lleva a cruzarse con algunos infectados, mientras otros han usado a Holly como propio cebo para atraer humanos, lo cual funciona. Parece que Sam ya no es el alcalde, y huye volando cuando tratan de matarlo los ciudadanos.El climax de ambas tramas es emocionante, con disparos cruzados, vampiros que explotan como globos de agua y varios seres sobrenaturales interviniendo. El muerto es Alcide, oportunamente desnudo y en el bosque, como se ha pasado la mitad de la serie. Se despide así Joe Manganiello de una serie que le ha dado fama y le ha hecho exhibir su cuerpo, aunque no mucho su talento. La trayectoria del personaje ha sido errática, nunca especialmente interesante, y su muerte solo impactará a Sookie y quizás a Sam, pero no mucho al resto de los personajes. Aun así es una pena que no haya tenido un final feliz, teniendo en cuenta que los guionistas nunca lo han tratado especialmente bien. Con un llanto desgarrado y la tristeza subiendo, entran la música y los créditos. | ★★★★★ |
Adrián González Viña
redacción Sevilla