El regreso de la enfermera drogadicta
crítica de Nurse Jackie (2009-) | Temporada 6
Showtime / 6ª temporada: 12 capítulos | EE.UU, 2014. Creadores: Evan Dunsky y Liz Brixius & Linda Wallem. Directores: Seith Mann, Jesse Peretz, Brendan Walsh, Adam Arkin, Keith Gordon, Abe Sylvia. Guionistas: Clyde Phillips, Tom Straw, Liz Flahive, Abe Sylvia, Carly Mensch, Heidi Schreck, Ellen Fairey. Reparto: Edie Falco, Merritt Wever, Paul Schulze, Peter Facinelli, Anna Deavere Smith, Ruby Jerins, Stephen Wallem, Dominic Fumusa, Betty Gilpin, Mackenzie Aladjem, Adam Ferrara, Morris Chesnut, Julie White, Laura Benanti, Michael Esper, Deirdre O´Connell. Fotografía: Joe Collins. Música: Pat Irwin.
Tras dos temporadas de sobriedad, enseñando lo mucho que le costaba a Jackie rehacer su vida con ese estigma y los satisfactorios esfuerzos que hacía para lograr la estabilidad, Clyde Phillips decidió que la protagonista recayera en los últimos minutos de Alma (5.10), dando una nueva dimensión a la historia y cumpliendo una máxima lamentablemente frecuente: muchos adictos recaen, y más si, como Jackie, tienen acceso constante al elemento de su adicción. Así, esta sexta temporada comienza con un nuevo lado de la enfermera: nadando en una piscina, apuntada en el mismo gimnasio que su novio Frank, todo sonrisas y buen voluntad... hasta que la encargada de las toallas le pasa una bolsita de pastillas. Es el comienzo de que lo en esta docena de capítulos (qué bien que la serie vuelva a tener 12 episodios) se puede describir como el fin de Jackie Peyton. El fin profesional y personal de una mujer presa de sus demonios y del subidón de las drogas. Una adicta a la situación límite, a mentir, a engañar... y a salvar vidas, a curar a los enfermos. Lo que siempre ha sido muy interesante en la descripción del personaje central de Nurse Jackie, y llevamos ya 68 episodios, es que no se la ha tratado con condescendencia ni se ha demonizado su actitud. Las acciones de los personajes han hablado por ellos en esta magnífica comedia negra, que fue renovada por una séptima temporada poco antes de estrenar la sexta.
Lo primero era adaptar la recaída de Jackie a su nueva vida, en una relación estable con un policía, batallando a su fiera hija Grace y sabiendo que su comportamiento puede ser sospechoso en cada momento. Phillips y sus guionistas (a los que ha vuelto Ellen Fairey tras una temporada fuera) han profundizado en el tema tocando las reuniones de AA (a las que Jackie acude por coartada) y los esfuerzos de comprensión por parte de sus amigos cuando admite de nuevo su adicción. El problema es que, como debe pasar con muchos adictos de verdad, Jackie no sabe exactamente si quiere vivir limpia, porque su realidad personal es tan dura que el consuelo de las drogas es lo único que puede calmarla. En esta temporada asistiremos al rápido noviazgo de su ex-marido Kevin, que terminará en boda; al agobio de la enfermera por las ansias de normalidad de su novio y a la caída en desgracia de una monja alcohólica (estupenda Deidre O´Connell) que sirve como claro fantasma de las Navidades futuras. También entrará en la historia Antoinette, madrina de Jackie en AA y un personaje de lo más interesante, que por momentos nos hace recordar la amistad Jackie/O´Hara pero cuyo final no podría ser más duro, y una de las estratagemas más astutas e impactantes de la protagonista. El trabajo de Julie White dando vida a esta mujer es digno de todo elogio, y eso que medirse junto a Edie Falco no es nada fácil.
Casi todo el resto de personajes, como siempre ha pasado, se limitan a existir alrededor de la caótica órbita del personaje principal (lo del farmacéutico Eddie es increíble), y el estupendo reparto debe aferrarse a detalles sueltos (Thor está en una relación seria, Gloria gana dinero con apuestas) para dar profundidad a sus personajes. La excepción a esto sería Zoey (grandiosa Merritt Wever, flamante ganadora del Emmy), que ha vivido un desamor y una decepción; Grace y su autodestructivo patrón de repetición como buena Peyton que es, incluyendo la hipocresía; y el doctor Cooper y la doctora Roman, que parecen tener vida propia para que haya una pareja de guapos que seguir en la serie.
Si el viaje vital de Jackie todavía nos importa, si seguimos viendo la serie tras seis temporadas y esperamos con ilusión que llegue cada nuevo capítulo es por el talento de todos los congregados en seguir siendo originales en sus historias, en la manera de contarlas y en poder continuar el legado de las co-creadoras Liz Brixius y Linda Wallem, que dejaron el listón muy alto. El equilibrio entre el humor y el sentimiento, entre la emoción ilícita y el cinismo, sigue intacto, amén de la capacidad de la serie para crear momentos climáticos de peso. Nurse Jackie se permite el lujo de recuperar el aspecto onírico de las primeras temporadas en una batería de escenas en La señora con la lámpara (6.8), donde la protagonista se somete a una desintoxicación casera. Su gran punto a favor sigue siendo la humanidad y empatía que despierta la inconmensurable Edie Falco, puede que la mejor actriz actualmente en televisión. Incluso en los momentos más demenciales de la enfermera Peyton, en su comportamiento más autodestructivo, el talento de Falco hace que no se pueda apartar la mirada y estar fascinados ante su comportamiento. Como pasa en muchas historias de adicción, las acciones tienen consecuencias y acaban alcanzándonos, como prueban los rotundos últimos episodios de la temporada, en un giro hacia lo serio de la situación que no por verse venir resulta peor ejecutado, más bien todo lo contrario (la discusión entre Jackie y Zoey es de una intensidad casi insoportable). Con el último plano ya no estamos ante la Enfermera Jackie, sino ante la Criminal Jacqueline Peyton. Trata de huir a un lugar donde conciliar su adicción y su profesión, pero es esta misma profesión la que hace que tenga que parar (momentáneamente), sin saber que eso la hará parar (del todo). | ★★★★★ |
Adrián González Viña
redacción Sevilla