Orgullo y (muchos) prejuicios
crítica de Belle | dirigida por Amma Asante, 2013
Hablar de la esclavitud está de moda. Tuvimos su versión irónica y (muy) bruta de la mano de Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012), y, posteriormente, su versión dramática, y en muchos aspectos terrorífica, con 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013). Y como nunca hay dos sin tres, ahora nos llega la perspectiva femenina gracias a Belle, segunda película como directora de la actriz británica Amma Asante. La protagonista de la película, Dido Elizabeth Belle, no es un personaje ficticio como Django, ni uno con una voz real, como Solomon Northup. El personaje existió, se conocen datos biográficos concretos —no demasiados—, pero, como en el caso de La joven de la perla (Peter Webber, 2003), el material en el que se basa la película (la novela de Tracy Chevalier en el caso antes citado, y el guión original de Misan Sagay en el que nos ocupa) es una mezcla de realidad más o menos probada y de la fantasía de su autora, espoleada en ambos casos por un cuadro que retrata a sus protagonistas. Lo malo es que parece claro que Misan Sagay ha leído mucho a Jane Austen. Demasiado, quizá.
Dido Elizabeth Belle (Gugu Mbatha-Raw, quien fuera la protagonista femenina de la espantosa serie Undercovers) fue, según los registros históricos —y según la película—, la hija ilegítima de un capitán de la Marina inglesa, John Lindsay (Matthew Goode), y de una mujer africana, que, por motivos que no vienen al caso —o al menos eso parecen opinar directora y guionista—, fue criada bajo la tutela de su familia paterna en Kenwood House, una lujosa mansión londinense que todavía hoy puede visitarse, entre oropeles y lujos de todo tipo, algo ciertamente inusual para alguien de color en la Inglaterra del siglo XVIII. Su protector y tío, William Murray, conde de Mansfield (Tom Wilkinson), fue nada más y nada menos que presidente de las Cortes de Justicia de Inglaterra y Gales, además de un destacado abolicionista cuyas acciones allanaron el camino para la desaparición de la esclavitud en el Reino Unido (si bien ésta no se llevó a cabo hasta 1834, casi medio siglo después de la muerte de Mansfield).
Con todos esos datos, Amma Asante podría haber realizado un más que notable retrato de lo que significaba ser mujer, y además de color, en el siglo XVIII, por mucho que se perteneciese a la clase alta. Podría haber hablado de lo que es ser un outsider, de lo que implica ser diferente, se quiera o no. Incluso, podría haber relatado la lucha de toda una serie de individuos en pos de la abolición de la esclavitud. En lugar de eso, Asante y su guionista han metido todos esos detalles, los han pasado por la picadora y han ido dejando caer trocitos de ellos en medio de una historia de amor edulcorada, aburrida y sólo propia de alguien que ha visto demasiadas veces a Colin Firth en la escena del lago de Orgullo y prejuicio. Buena parte de la película se destina a narrar las aventuras y desventuras de la protagonista en el siempre difícil “mercado matrimonial” de la época, mucho más complicado para ella debido a su raza, claro, y a retratar su historia de amor con un joven abogado, guapo, comprensivo y buena persona (Sam Reid), que ¡oh tragedia! es rechazado por Mansfield por ser pobre y de una clase social inferior a la suya. Una entra esperando encontrar una historia más o menos curiosa, y termina metida hasta el cuello en una trama propia de Corín Tellado.
Hay que reconocer, no obstante, que los actores funcionan todos estupendamente. Gugu Mbatha-Raw, a quien, como ya he mencionado antes, sólo conocía de Undercovers, resulta una protagonista solvente y que demuestra que, de haber tenido mejor material entre manos, podría haber construido un personaje excelente. Lo mismo cabe decir del veterano Tom Wilkinson, al que vemos bascular entre el idealismo y el pragmatismo, que transmite todo su desencanto al hacerse consciente de que no puede llevar adelante sus aspiraciones para terminar con la esclavitud sin convertirse en el enemigo de aquellos que manejan las riendas del poder. También actores destacados como Matthew Goode, Emily Watson o Miranda Richardson, cuyos personajes son muy secundarios, cumplen más que bien con su cometido. Gracias a ellos, Belle no se convierte en un pastiche rosa capaz de matar de aburrimiento al espectador más curtido. Pero la decepción, la sensación de lo que podría haber sido y no fue, no hay quien se la quite de encima. Y todo por culpa de Jane Austen, Colin Firth y el puñetero lago. | ★★★★★ |
Judith Romero
redacción Londres
Reino Unido, 2013. Director: Amma Asante. Guión: Misan Sagay. Productora: DJ Films / Isle of Man Film / BFI / Head Gear Films / Metrol Technology / Pinewood Studios. Fotografía: Ben Smithard. Música: Rachel Portman. Montaje: Victoria Boydall y Pia Di Ciaula. Intérpretes: Gugu Mbatha-Raw, Tom Wilkinson, Miranda Richardson, Penelope Wilton, Sam Reid, Matthew Goode, Emily Watson, Sarah Gadon, Tom Felton, Alex Jennings, James Norton, James Northcote, Bethan Mary-James.