El entorno tóxico
Cine Club | Todo lo demás (Anything else), de Woody Allen, 2003
Todo lo demás es una cinta peculiar dentro de la filmografía del mayúsculo Woody Allen. Primera película rodada por el cineasta tras el atentado de las Torres Gemelas —lo cual se filtra con sutileza en la trama—, Todo lo demás tiene algo de filme introspectivo dentro del cuerpo de trabajo de Allen, ya que es rabiosamente autobiográfica. El director ha admitido que en su juventud tuvo largas charlas sobre lo humano y lo divino con un curioso hombre de mayor edad que quería ganarse la vida en el mundo de la comedia, y cualquiera que sea conocedor de su trabajo reconoce en Jerry Falk (notable Jason Biggs) al escritor estancado, casado demasiado joven y que debe irse de Nueva York para poder triunfar, aunque la ciudad sea lo único no tóxico de su vida. Suena como casi todo su cine, sí, pero aquí se siente más personal que cuando cuenta los eternos vaivenes sentimentales de sus criaturas. Es peculiar por varias razones más: el variopinto y perfecto reparto, con el que no ha repetido en cintas posteriores; el comienzo de su querencia por el plano secuencia con una elaborada coreografía de movimientos para encapsular las conversaciones de varios personajes, sin recurrir a un rutinario plano/contraplano a no ser que ayude a contar mejor la historia; y la híbrida combinación de voz en off con testimonios del protagonista directamente a cámara, contando a los espectadores su historia, o de otros recursos curiosos como la pantalla partida en la escena en que el agente de Jerry llama en plena discusión.
Con perspectiva, la película es también otras cosas muy especiales: el primer filme donde el Allen actor ya no será el protagonista romántico que se lleva a la chica; el penúltimo trabajo que haría en Estados Unidos antes de empezar su taquillera etapa europea (que también le trajo un reencuentro, gracias a Match Point (2005), con aquellos cómodos que aceptaban su cine con rutinaria desgana) o uno de sus trabajos cómicos más tenebrosos, sobre todo por el personaje que se brinda y borda el propio cineasta: el incendiario Dobel. En su arquetípico personaje de judío cínico y chistoso, el director y guionista añade un elemento de paranoia, de miedo a que los suyos estén en peligro y de que la justicia tenga que tomarla cada uno por su mano. Aunque haya que hilar fino para verlo, parece evidente en cada nueva revisión de la película que el 11-S hizo de esta forma mella en el cine del director, sin dejar de ser en todo caso una gran creación cómica (ver a Allen reventar los cristales de un coche da miedo y risa a la vez). Si eso, incluyo añade más densidad a un discurso más profundo e inteligente de lo que muchos le dan crédito. No puede ser baladí lo preciosa que luce la ciudad bajo la cámara del gran Darius Khondji, y que las reuniones de Jerry y Dobel nos lleven a varios recovecos de Nueva York, casi como acariciando a un ser amado que ha resultado herido. Pero dejando a un lado estas razones extracinematográficas o quizá resultado del sobre análisis, la película se defiende muy bien por sí sola como una magnífica comedia romántica de clásica forma alleniana: Jerry Falk es un escritor frustrado que sobrevive escribiendo chistes para otros, mientras trata de salvar una relación con la voluble Amanda (una Christina Ricci perfecta y más sexy que nunca), además de lidiar con su desastroso agente y la madre de ésta, toda una pesadilla. Están presentes los temas recurrentes de su cine: las leyes de la atracción, el sufrimiento del artista, la aspirante a actriz sin talento, la terapia inútil, el miedo a la muerte, lo intrínsecamente cómico de nuestros ridículos comportamientos… y todo servido con diálogos espléndidos, reflexiones adultas sobre los grandes temas y un cáustico sentido del humor. El único (gran) problema de esta película, muy llamativo además por la legendaria capacidad del cineasta para perfilar personajes femeninos interesantes, es que Amanda y su madre Paula no están perfiladas, son arquetipos algo burdos sobre la mujer como desastre andante y permanentemente automedicada; una fuente cómica basada en la desfachatez de su comportamiento y la crispación que esto produce. Este problema impide que la cinta se convierta en una obra maestra, porque el resto de elementos funcionan con precisión milimétrica.
La energía del guión se centra en dotar de tridimensionalidad a Jerry, que el espectador entienda su viaje emocional y sus ganas de cambiar de vida en el desenlace. Los flashbacks y saltos temporales están metidos sin enfatizar el cambio de narrativa, llegando en ocasiones a equilibrar hasta tres niveles de tiempo, como en el arranque de la cinta, y Todo lo demás está puntuada de grandes momentos cómicos (el aparatoso infarto de un agente despedido por su único cliente, el ataque de ansiedad de una chica ante la perspectiva de acostarse con su novio) y honda carga emocional, los cuales pasaron desapercibidos en su momento, a tenor de la tibia recepción de la cinta en su estreno, tachándosela de “nada nuevo”, cuando es sutilmente novedosa. Casi como una mirada a su pasado, el cineasta se reverla el rol secundario de verbosa conciencia y habla por la boca de Biggs y Ricci, cuya eficaz química proporciona algunas de las mejores risas de la función cuando la trama entre de lleno en la comedia de pareja.
Con sus colores relucientes y aires de renovación, Todo lo demás funciona como perfecta película de Woody Allen pero también como puerta de introducción a su cine. No se la puede acusar de película desganada ni simple, a diferencia de otros trabajos del cineasta, sino de comedia romántica de alguien que cree que las dependencias perjudiciales deben cortarse y que el amor es una palabra que se lanza con facilidad, sin reflexionar sobre lo que significa. El anhelo de la juventud pero visto desde una madurez envidiablemente sabia, una estrategia que Allen repitió de distinta forma en el mejor segmento de A Roma con amor (To Rome with love, 2012), aquel protagonizado por Alec Baldwin, Jesse Eisenberg, Ellen Page y Greta Gerwig. Para ser una película tan ocasionalmente negra (el desenlace de Dobel es tremendo y sorprendente), el paseo final en taxi carga de dulce melancolía al espectador, sobre todo por un chiste que cierra la película en círculo perfecto y nos lanza pensativos a los créditos, cuando empieza el jazz.
Adrián González Viña
redacción Sevilla
Estados Unidos, 2003. Título original: Anything else. Dirección y guión: Woody Allen. Fotografía: Darius Khondji. Reparto: Jason Biggs, Christina Ricci, Woody Allen, Stockard Channing, Danny DeVito, Jimmy Fallon, KaDee Strickland. Productora: Dreamworks Pictures / Gravier Productions.