Las segundas oportunidades
crítica de Hateship Loveship | Liza Johnson, 2013
Parece una regla no escrita que todo actor de comedia necesita, llegado a un punto determinado de su carrera, intentar dar un giro hacia papeles más dramáticos y complejos con los que demostrar su versatilidad como intérprete. Un ejemplo claro lo tendríamos en Jennifer Aniston, que consiguió desmarcarse (efímeramente, todo sea dicho) de las comedias románticas a las que parecía condenada tras abandonar su personaje de Rachel en la exitosa serie Friends, con el interesante drama independiente The Good Girl (2002, Miguel Arteta), por cuyo trabajo obtuvo unas críticas de lo más elogiosas. Ahora le ha llegado el turno a Kristen Wiig de probar si es capaz de algo más que hacer reír al espectador. Forjada en la televisión estadounidense –formó parte del popular Saturday Night Live durante siete años, siendo nominada al Emmy hasta en cuatro ocasiones–, la actriz ha desempeñado una impecable labor como secundaria cómica en un buen puñado de títulos hasta que su papel protagónico en la chispeante La boda de mi mejor amiga (2011, Paul Feig) la colocó en lo más alto, dándole la oportunidad de que su nombre sonara con frecuencia en la carrera de premios de aquel año. Con Casi perfecta (2012, Robert Pulcini, Shari Springer Berman), donde compartió protagonismo con Annette Bening, probó suerte con un tipo de comedia sentimental menos evidente, dentro de los parámetros del cine independiente, pero el resultado fue desastroso. Con Hateship Loveship (2013), Wiig se tira de cabeza con un dramón despojado casi por completo de cualquier atisbo de humor y que supone su verdadera prueba de fuego como actriz con mayúsculas.
El guión de Mark Poirier adapta una historia corta de Alice Munro titulada Hateship, Friendship, Courtship, Loveship, Marriage que resulta perfecta para el lucimiento de sus actores al tratarse de un detallado estudio de personajes de lo más desorientados. La protagonista es Johanna (Kristen Wiig), una servicial, retraída y algo acomplejada cuidadora que, tras el fallecimiento de la señora para la que trabajaba, pasa a ocuparse del cuidado de Mr. McCauley (Nick Nolte), un anciano de fuerte carácter y su nieta Sabitha (Hailee Steinfeld), conflictiva adolescente a la que su padre, Ken (Guy Pearce) no puede atender, al estar más preocupado de intentar salir del pozo del alcohol y las drogas en el que se encuentra sumergido y que fue el causante del fallecimiento accidental de su esposa. La llegada de Johanna a esta desestructurada familia supondrá, cómo no, un soplo de aire fresco y una oportunidad para volver a construir los cimientos de una convivencia civilizada, dejando atrás las inútiles culpabilidades y los inevitables reproches. Hay en la historia, ciertamente, un gran potencial para elaborar una interesante obra dramática en donde Wiig ejerza de maestra de ceremonias con un personaje que podría ser un auténtico bombón si hubiera caído en manos de, por poner un ejemplo, Amy Adams. Sin embargo, la sensación que prevalece tras el visionado de la cinta es la de encontrarnos ante un producto bienintencionado y aparente, sí, pero que despilfarra cualquier oportunidad de trascendencia y que no explota como debería su imponente plantel de excelentes secundarios. Así, Nick Nolte hace lo que puede con ese papel de abuelo cascarrabias que le ha caído entre manos, robando las escenas con su enorme presencia y profesionalidad, del mismo modo que la tristemente poco prolífica Jennifer Jason Leigh demuestra buena parte de su poderío interpretativo en el pequeño papel de prostituta amante de Ken, con el que comparte el estilo de vida autodestructiva al estar también enganchada a las drogas. La joven Hailee Steinfeld –que fue una auténtica revelación en Valor de ley (2010, Joel Coen, Ethan Coen)– sigue dando señales de tener un prometedor futuro por delante, mientras que a Guy Pearce poco se le puede objetar sobre su notable caracterización de un hombre atormentado por el pasado y sumido en el infierno de las adicciones, con pocas esperanzas de redención. ¿Cuál es entonces la nota discordante de todo el asunto? Está claro: Kristen Wiig.
Resulta difícil delimitar hasta qué punto es culpable la actriz de que su personaje de Johanna resulte tan apático. Tal vez por exigencias del guión, estamos ante un trabajo de enorme contención y sentimientos interiorizados, pero lo cierto es que la actriz no cambia la expresión de hastío de su rostro en todo el metraje. Bien es verdad que el personaje es bondadoso (quizás demasiado, rozando la estupidez), abnegado y con una gran fuerza interior que contrasta con su aspecto frágil e indeciso, pero carece de la suficiente garra como para cargar sobre sus hombros con el protagonismo de una película de estas características, en donde todas las demás piezas sí encajan bastante bien. No ayuda a insuflarle algo de vida a Hateship Loveship la apagada dirección de Liza Johnson, cuyo único trabajo hasta la fecha había sido otra cinta dramática de corte independiente titulada Return (2011) que, al menos, le valió una nominación a los Independent Spirit a su protagonista Linda Cardellini. El filme, en su búsqueda de la delicadeza y la sutileza, posee un tono triste y mortecino que, por momentos, produce la sensación de que historia no va a ningún lado, aun cuando sus criaturas tengan que sufrir una cierta evolución. Estrenada sin pena ni gloria en el Festival de Toronto de 2013, la película posee cosas innegablemente rescatables, como el trabajo de todos los actores (el de Wiig lo pongo en cuarentena, al ser posiblemente buscada su economía de expresividad) y la manera delicada en que está mostrada la historia de amor entre Johanna y Ken, sin caer en lo melodramático ni en lo cursi en momento alguno. Tristemente, los aciertos se acaban ahí y el resultado final si bien no es malo, cabría definirse como fallido y bastante desangelado. | ★★★★★ |
José Antonio Martín
redacción Las Palmas de Gran Canaria
Estados Unidos. 2013. Título original: Hateship Loveship. Directora: Liza Johnson. Guión: Mark Poirier (Historia: Alice Munro). Productora: The Film Community / Benaroya Pictures / Fork Films. Fotografía: Kasper Tuxen. Música: Dickon Hinchliffe. Montaje: Michael Taylor. Intérpretes: Kristen Wiig, Guy Pearce, Hailee Steinfeld, Jennifer Jason Leigh, Sami Gayle, Nick Nolte, Christine Lahti.