La aventura americana de Paco Cabezas
crítica de Tokarev | Paco Cabezas, 2014
Resulta una verdadera lástima que, ante la falta de oportunidades en nuestro país, se haya producido en los últimos años una auténtica fuga de cerebros hacia Hollywood de muchos de nuestros jóvenes (y talentosos) realizadores. Jaume Collet-Serra –Non Stop (2014)–, Juan Carlos Fresnadillo –28 semanas después (2007)–, Gonzalo López-Gallego –Apollo 18 (2011)–, Luis Berdejo –La otra hija (2009)– o Álex y David Pastor –Infectados (2009)– son algunos de estos nombres que han desembarcado, con mayor o menor fortuna, en el cine estadounidense, demostrando estar perfectamente capacitados para manejar presupuestos millonarios y dirigir a grandes estrellas internacionales. El sevillano Paco Cabezas ha sido el último en probar suerte con la aventura americana, tras el buen sabor de boca que dejó su corta pero interesantísima carrera en España. A su debut con la arriesgada Aparecidos (2007) –curiosa cinta de fantasmas con el espinoso tema de los desaparecidos de Argentina como telón de fondo–, le siguió una de las películas más rompedoras, originales y tristemente subestimadas de los últimos años, Carne de neón (2011), sobre una historia con la que ya había triunfado en su corto homónimo de 2005. Con estos dos filmes, Cabezas demostró un perfecto conocimiento de la técnica cinematográfica, no solo por sus atrevidos planteamientos, sino también por la elegancia visual de sus propuestas. Con estos antecedentes, llama poderosamente la atención que para su puesta de largo en la meca del cine, el cineasta andaluz haya elegido un producto de acción realizado a mayor gloria del desacreditado –lo de la magnífica Joe (2013, David Gordon Green) finalmente fue un espejismo– Nicolas Cage.
Tokarev (2014) nos presenta a Paul Maguire, un hombre al que la vida parece sonreírle en todos los aspectos. Triunfa en los negocios y lleva una feliz vida familiar junto a su joven esposa y la hija adolescente fruto de un anterior matrimonio. Esta vida perfecta se resquebraja de la noche a la mañana cuando la joven desaparezca sin dejar rastro, apuntando todo a un ajuste de cuentas de la mafia rusa. Este hecho desempolva el turbio y oculto pasado criminal de Maguire, colaborador en sus años jóvenes con la mafia irlandesa, ya que volverá a sumergirse en los bajos fondos con el fin de recuperar con vida a su hija. Sobre el papel (y en el primer tramo de su metraje), la película tiene toda la pinta de ser una nueva vuelta de tuerca a ese cine de justicieros que vengan a su familia con métodos que se mantienen al margen de la ley. Las cintas de Charles Bronson fueron toda una institución en este sentido durante la década de los 80 y, sin ir más lejos, Liam Neeson se ha convertido en una estrella de acción gracias al díptico de Venganza, con planteamientos muy similares a los de este Tokarev. En el filme tienen cabida todos los ingredientes típicos de cualquier thriller mafioso que se precie: cuentas pendientes entre bandas criminales enemigas, códigos de honor entre amigos desde la adolescencia, sádicos momentos de interrogatorios y, cómo no, bastante acción. En este último ingrediente, Cabezas se revela como un más que competente director de género, ofreciendo un par de persecuciones (una automovilística, la otra a pie) muy dinámicas y visualmente logradas. Tampoco se corta el director en ofrecer unas cantidades sorprendentemente elevadas de violencia gráfica, algo poco habitual en el cine más comercial. Sorprende también que algunos de los actos más salvajes de la película provengan de su antihéroe, un tipo de moral mucho más distraída de lo que aparenta a primera vista. Nicolas Cage (con su enésimo peluquín ridículo) demuestra sentirse muy cómodo en otra (y van…) película de acción de serie B de esas que le ayudan últimamente a pagar las facturas sin necesidad de realizar grandes esfuerzos interpretativos o, todo lo contrario, dando rienda suelta a su histrionismo más cargante en algunas de sus escenas. Veteranos con pedigrí como Peter Stormare o Danny Glover poco pueden hacer con sus esquemáticos personajes, mientras que la guapísima Rachel Nichols funciona poco menos que como objeto decorativo.
Sin embargo, hay algo en Tokarev que la elevan algo por encima de otros productos alimenticios de su protagonista como El pacto (2011, Roger Donaldson) o Contrarreloj (2012, Simon West), y eso es la divertidísima desfachatez de su guión. La historia tiene unos giros tan imposibles, escenas tan bochornosas en su intento de resultar épicas (enfatizadas por una música a base de coros que consiguen el efecto contrario al deseado) y demasiadas concesiones a la casualidad como para resultar una obra cargada –deliberadamente o no, qué más da– de sano humor negro. Esta capacidad de los guionistas para darle la vuelta a algo que el público ya daba por sentado en los primeros minutos es lo que salva al debut americano de Cabezas del completo naufragio. No es una gran película (ni siquiera puede considerarse buena), pero cumple su propósito de entretener durante hora y media a los seguidores del Nicolas Cage más mamarracho (también los hay, no solo de cine de autor vive el cinéfilo), y, lo que es más importante, pone en el punto de mira de la industria americana al realizador español como un eficaz artesano de cine de acción que, esperemos, pueda abrirle las puertas en el futuro a proyectos más personales e interesantes. | ★★★★★ |
José Antonio Martín
redacción Las Palmas de Gran Canaria
Estados Unidos. 2014. Título original: Tokarev. Director: Paco Cabezas. Guión: Jim Agnew, Sean Keller. Productora: Hannibal Pictures / Tokarev Production. Fotografía: Andrzej Sekula. Música: Laurent Eyquem. Montaje: Robert A. Ferretti. Intérpretes: Nicolas Cage, Rachel Nichols, Pasha D. Lychnikoff, Danny Glover, Peter Stormare, Aubrey Peeples, Max Ryan, Michael McGrady, Max Fowler.