Gritos de furia
crítica de The Normal Heart | Ryan Murphy, HBO, 2014
The normal heart es una película (para televisión) enfadada. Una película que grita su irreprochable mensaje desde los pulmones de su intenso grupo de personajes, hartos de que no se haga nada ante lo que está pasando. La incendiaria prosa de Larry Kramer ha encontrado en el estilo de Ryan Murphy un traductor fiel, que mueve la cámara con la brusquedad e ingravidez que requiere la historia, siempre en mano y transmitiendo la urgencia e impotencia de los protagonistas. The normal heart es, también, la enésima prueba de que HBO arriesga con sus proyectos, que se convierte en un escaparate ideal para distribuir cintas que el sistema de estudios de Hollywood no quiere (o quizá no puede directamente) hacer. Como pasara hace un año con Behind the candelabra (Steven Soderbergh, 2013), este proyecto iba a ser el tercer largometraje de Murphy, pero tras meses sin noticias se supo que finalmente se haría para la revolucionaria cadena por cable. Adaptación de la obra de teatro que el propio Kramer escribió en los años 80, y que vio revitalizada su popularidad por un nuevo montaje en 2011 que arrasó en los premios Tony, cuenta la historia de los primeros tres años del contagio masivo del VIH en Estados Unidos, tomando a un grupo central de personajes como hilo conductor del virus, que arrasó especialmente con la comunidad gay. La cinta plantea la batalla que Ned Weeks (un notable Mark Ruffalo, también co-productor ejecutivo) emprende para hacer consciente a la sociedad de la enfermedad y no dejar que se arrincone como un “problema gay”, mientras se hace enemigos en su círculo de amistades por su agresiva campaña de concienciación. Paralelamente, Ned encuentra en Felix el amor de su vida, y vivirá la enfermedad de primera mano cuando su novio desarrolle el virus.
La filmografía de Ryan Murphy no auguraba buenas señales para llevar a la pantalla la obra de teatro. Recortes de mi vida (Running with scissors, 2006) suprimía el considerable carácter salvaje e incorrecto de las espléndidas memorias de Augusten Burroughs en pos de una comedia familiar con apariencia de turbia pero sin aristas afiladas, y Come, reza, ama (Eat, pray, love, 2010) era un espantoso vehículo de lucimiento para Julia Roberts y una visión de lo más simple de los problemas de una mujer y su intento de búsqueda interior. El talento de Murphy ha florecido más en sus series de televisión, aunque siempre se desinflen eventualmente, y también en su buena mano con los actores. Se nota su amor por los intérpretes y su fidelidad con los favoritos, y de hecho Matt Bomer, Denis O´Hare y Jonathan Groff (en pequeños papeles ambos) habían estado antes a sus órdenes. El reparto de esta TV-Movie es estupendo, y se nota la pasión puesta por cada uno en dar vida a su rol, destacando el trabajo de Roberts como la doctora Emma Brookner, primera investigadora del virus (un personaje unidimensional pero con gran fuerza) y Alfred Molina como el atribulado abogado hermano del protagonista. En todo caso, ya sea por la verba del dramaturgo o porque el director está muy emocionalmente conectado al material (perdió amigos por la enfermedad y lleva más de una década tratando de sacar adelante el proyecto), el resultado es superior al resto de sus trabajos para cine.
Pero eso no significa que estemos ante una gran película, ni mucho menos. Se abandonan y retoman personajes a su suerte de manera caprichosa, sin explicar en muchos casos el contexto necesario para apreciar a las personas y no los estereotipos. Además, los años nos han dejado una serie de imágenes que se han ido convirtiendo en recurrentes estampas para mostrar ciertos temas, cuyo su influjo es tal y tan inconsciente que es difícil escapar de ellas. Es complicado innovar con algunos asuntos, de manera que el espectador adivina sin esfuerzo el contenido emocional de una escena con ver cómo está planeada. The normal heart recurre a varias de esas estampas, lo que reduce el impacto de lo que está contando en cierto grado. La odisea de Felix como enfermo es el caso perfecto de esta tendencia, pero también lo es el festivo arranque de la cinta, en un paraíso de sexo y diversión. Podemos encontrar estampas de este tipo en muchas películas, pero en la que nos ocupa se dan demasiadas como para no acabar saturando al espectador. Por otra parte, existen momentos poderosos (sobre todo porque sabemos que son reales) como aquellos en los que los enfermos deben ser llevados en brazos hasta el hospital más cercano o la odisea de Bruce al volar con el moribundo Albert a su hogar. Es ahí, en su retrato más fiel de los hechos que acontecieron hace apenas 30 años donde la cinta de Murphy levanta más el vuelo.
Como sucediera con American beauty (Sam Mendes, 1999), otra película cabreada, la acción se organiza en torno a varios monólogos como momentos climáticos donde los personajes explotan tras aguantar la situación durante demasiado tiempo. Son cuatro en concreto (Ned ante su hermano; Emma ante el representante del gobierno, donde por fin entendemos el enfado constante de la mujer; Mickey tras su despido y Tommy, el personaje de Jim Parsons, que es el único que repite papel de la obra de 2011, en el enésimo entierro de un amigo) los más conmovedores y potentes, principalmente porque hacen palpable la sensación de (forzada) inutilidad de los personajes. La trama está bastante clara en cuanto a los impedimentos que Larry Kramer (que basa mucho a Ned en su persona) y sus compañeros se encontraron tratando de obtener respuestas y concienciar a la gente del problema, pero a veces se confunde vehemencia con argumentación apasionada, y el espectador se encuentra en más de una ocasión sintiendo algo parecido a los compañeros de organización de Ned cuando éste pierde el control. Discutir mucho un tema puede provocar que el poderío del argumento se desvanezca un poco porque no se llega a ninguna parte, presos de una espiral de repeticiones. Lo bueno es que la TV-Movie convoca varios puntos de vista del problema para evidenciar los frentes a los que se apeló (el alcalde, el gobierno, la sociedad) y los tristes resultados obtenidos.
Cada personaje importante tiene un momento donde expone más o menos directamente su razón de ser y el porqué de sus acciones, pero que la figura central sea Ned acaba provocando agotamiento (los gritos en la Casa Blanca), porque sin quitarle la razón y entendiendo su rabia, que esté presentado siempre como un volcán a dos segundos de entrar en erupción perjudica un poco. Cuesta más entender la solidez de la historia de amor cuando uno de sus integrantes es tan hostil, en una relación ya de por sí tan vista y en la que se profundiza poco (repetimos, mucha palabrería no hace la tridimensionalidad) como para que nos conmueva especialmente. Lo acaba haciendo por la entrega (física) de Matt Bomer y la efectividad de la estampa elegida. La inclemencia de lo mostrado, que como hemos dicho es conflictiva con otras de las elecciones, es también de lo más efectiva para que el mensaje se grabe a fuego en la conciencia del público (es difícil sacudirse la voz de Ruffalo). Sirva como gran ejemplo un no-final que muestra una imagen de cierre de envenenada ternura, reduciendo los avances a desesperanzadores e irrefutables cifras y sin poner las cosas fáciles a nadie. Los gritos de una rabia incontenible salen de la pequeña pantalla, y HBO ayuda a continuar el debate para que muchos conozcan la existencia de una guerra. The normal heart no es buen cine, ni siquiera es gran televisión, pero es pertinente y necesaria. A veces eso justifica el visionado. | ★★★★★ |
Adrián González Viña
redacción Sevilla
HBO | TV-Movie | EEUU, 2014. Director: Ryan Murphy. Guión: Larry Kramer, basado en su propia obra de teatro de mismo título. Reparto: Mark Ruffalo, Taylor Kitsch, Joe Mantello, Matt Bomer, Jim Parsons, Julia Roberts, Alfred Molina, Finn Witrock, Adam Shapiro, DB Wong, Frank de Julio, Armand Schultz, Danielle Ferland, Jonathan Groff, Denis O´Hare, Corey Stoll. Productoras: HBO Films / Plan B Entertainments / Blumhouse Productions / Ryan Murphy Productions. Fotografía: Danny Moder. Música: Cliff Martínez.