Andréi Zvyágintsev es uno de esos cineastas que crecieron influenciados bajo los estragos de la opresión con los que el implacable Realismo socialista soviético atenazaba a sus artistas más imaginativos e independientes. En palabras de Stalin, para referirse a esta forma de hacer cine, la corriente quedó descrita de la siguiente manera: “El arte nuevo debe ser nacional en su forma, y socialista en su contenido”. Afortunadamente, tras la caída del dirigente ruso, apareció el Primer “deshielo” soviético, con el que el cine del país pudo coger un poco de aire y tratar temáticas más liberales. Así pues, Zvyágintsev, muestra en su estilo una clara influencia de ambos géneros, en tanto que nunca pierde las pulcras maneras y su sobrio clasicismo formal, pero también se muestra mucho más creativo e influenciado por algunos de sus compatriotas, como el maestro Andréi Tarkovski, uno de los mayores representantes de este “deshielo” y a cuya obra se rinde constante homenaje en los planos del director de la sensacional El regreso (Vozvrashchenie, 2003). Película que fue León de Oro en Venecia, y que le abrió un gran hueco dentro del circuito europeo. De este modo, sería nominado en Cannes posteriormente por su cinta The Banishment (Izgnanie, 2007), la cual consiguió el premio al mejor actor (Konstantin Lavronenko). No volvería —ni a Cannes ni a dirigir— (a excepción de un cortometraje que supuestamente debía haber sido incluido en New York, I Love You (2009), aunque fue eliminado del montaje final), hasta 2011, consiguiendo el premio especial del jurado en la categoría de Una cierta mirada con su gran drama Elena, la historia de una mujer obligada a decidirse entre los dos grandes amores de su vida, su marido o su hijo.
Con Leviathan (Leviafan), el otrora actor, junto con Oleg Negin, escribe el guion de este drama social en el que se mezclarán personajes e historias cruzadas para abordar el tema de la inseguridad humana. Temática que irá gradualmente dando paso a una trama mucho más mitológica sobre la condición humana y el constante pensamiento existencialista (por supuesto) que afecta a la totalidad de la raza humana actual. Con el director de fotografía habitual de Zvyágintsev, Mikhail Krichman, el filme está protagonizado por Elena Lyadova, actriz que ya estuviera a sus órdenes en Elena. Completan el reparto Vladimir Vdovichenkov, Aleksey Serebryakov y Anna Ukolova.
Si no pudo ser a la tercera, lo intentaremos una cuarta vez. Eso es lo que ha debido de pensar el francés Olivier Assayas, que regresa a la competición oficial del festival de la rivera francesa tras sus nominaciones por Los destinos sentimentales (Les Destinées sentimentales, 2000), Demonlover (2002), y Clean (2004). Tres películas consecutivas con las que tuvo la oportunidad de llevarse la Palma de Oro, y tras las cuales ha sufrido un distanciamiento con el certamen que ha durado 10 años (pese a que presentó en la edición de 2010 su miniserie sobre terrorismo, Carlos, posteriormente convertida en película), hasta hoy que presenta Sils María, con una de nuestras actrices preferidas: Juliette Binoche. Podemos dividir el trabajo de Assayas entre sus películas naturalistas, fácilmente entendibles y con un claro atractivo para el público; y su trabajo más arriesgado y experimental, un cine muy personal con el que muestra una faceta asombrosa como narrador y se deja querer por la crítica más especializada (aunque reducida), como por ejemplo: Irma Vep (1996). Con su nueva película, el realizador parece que vuelve a tratar de sorprender al respetable con una historia teatral sobre una actriz que rememora sus tiempos de juventud y sus inicios en la interpretación, recordando con emoción sus años de éxito. Ahora ve como las nuevas generaciones ocupan el puesto que a ella le gustaría (concretamente el papel que la lanzó a la fama 20 años atrás), teniéndose que conformar con un rol secundario que llega a obsesionarla por completo.
Despedimos así la presentación de la Sección Oficial de esta 67ª entrega del Festival Internacional de Cine de Cannes del que pronto conoceremos quién se alza con la prestigiosa Palma de Oro.
Alberto Sáez Villarino
Dublín (Irlanda)