Nada viene tan bien a un estreno como un poco de controversia que fundamente y publicite la proyección, ya sea por razones artísticas o sensacionalistas. La posición en la que se encuentra el realizador francés Olivier Dahan es, cuando menos, delicada teniendo en cuenta el revuelo organizado sobre su nuevo trabajo, Grace de Mónaco (Grace of Monaco). Esperemos que la película, que abrirá mañana 14 de mayo la 67ª edición del festival de cine de Cannes, sea tan comentada tras su estreno como lo está siendo previamente al mismo. Y es que, a la (imaginamos) agradable noticia de que sería la encargada de inaugurar el certamen galo —primera participación de Dahan en el mismo—, ya le habían precedido una serie de incidencias a causa de la post-producción y de su delicada temática política. Por un lado, Dahan se encontró con la presión de los hermanos Weinstein (The Weinstein Company), que parecían más que interesados (se han llegado a oír rumores de coacción) en que el director realizara un montaje alternativo al que les había mostrado, sugerencia que se saldó con unas declaraciones algo subidas de tono que hacían referencia a la —valga el eufemismo— baja calidad de la alternativa ofrecida por el co-fundador de los estudios Miramax (y de forma explícita, y reiterada, indicaba dónde podían guardarse la comentada versión alternativa). A este primer “desacuerdo”, el realizador tuvo que sumar las poco agradecidas impresiones de la familia Grimaldi, que aseguraron que la cinta no representaba la realidad y tergiversaba ciertos acontecimientos en beneficio del espectáculo, perdiendo la veracidad y rigurosidad que debería tener cualquier biopic que se precie. Frente al aluvión de críticas, sólo ante el paredón encontramos a un ducho narrador exigiendo el derecho a la ficción que el séptimo arte le otorga y quien, en 2007 y con la ayuda de una sensacional Marion Cotillard, demostró su soltura en la filmación de dramas biográficos de cierta pompa y, por qué no decirlo, alguna licencia poética que otra: La vida en rosa.
De esta manera, al igual que la mencionada La Vie en Rose se centraba en la carrera artística de Edith Piaf hasta que alcanzara la fama como estrella mundial, Grace de Monaco, por el contrario, se olvida de la que un día fue Grace Kelly, icono del cine y musa de Alfred Hitchcock (aunque no fuera con él, sino con George Seaton con quien ganara el Oscar a la mejor actriz con La angustia de vivir), para explorar su carrera desde que contrajera matrimonio con Raniero III de Mónaco, convirtiéndose así en la “princesa por sorpresa” que revolucionó las portadas de todas las revistas de moda y actualidad. En concreto el filme retratará ese delicado periodo de inestabilidad entre los dirigentes de Francia y Mónaco que, de no ser por la diplomática actuación de la princesa, pudo suponer la definitiva invasión francesa de Mónaco. El propio Hitchcock (representado por Roger Ashton-Griffiths) aparecerá como uno de los personajes principales de la película, tratando de tentar a la joven heredera a realizar el papel de Marnie Edgar en Marnie, la ladrona, despertando así la melancolía de una mujer con verdadera vocación por una profesión cuya práctica le fue prohibida. Nicole Kidman será la encargada de dar vida a Grace, una actriz que, pese a despertar cierto rechazo por un amplio sector del público y la crítica (puede que cansado de su perfecta belleza prefabricada, o de sus maneras interpretativas excesivamente refinadas), parece que encaja perfectamente en el rol asignado, veremos si es capaz de representar el grado de inestabilidad y rebeldía de una mujer que no supo seguir las estrictas normas de protocolo de un principado al que puso patas arriba. Tim Roth dará vida a Raniero, puede que a éste nos resulte algo más complicado verlo como príncipe, aunque tras su gran y sensible interpretación en la cinta de Rufus Norris, Broken (2012), se ha ganado, al menos, el beneficio de la duda. También habrá representación española, Paz Vega en el papel de, nada más y nada menos que, Maria Callas. Un papel que no tenemos claro todavía si es el más adecuado para la actriz, no porque no haya ciertas semejanzas físicas (que las hay), sino más bien por la dificultad que tendrán los conocedores de su filmografía para imaginar que semejante torrente de voz pueda salir de la española. Con Grace de Mónaco, Cannes se prepara para un fastuoso estreno con todo tipo de lujos, que recogerá el listón (bastante alto, al menos en lo que a vestuario y diseño de producción se refiere) que dejó, el año pasado, la cinta de Baz Luhrmann, El gran Gatsby.
Alberto Sáez Villarino
Dublín (Irlanda)