Si ayer comentábamos la asiduidad en la participación de Mike Leigh en el festival de Cannes, hoy le toca el turno a otro habitual: Nuri Bilge Ceylan. Turco de nacimiento pero de corazón cosmopolita, sus películas siempre han sido mejor recibidas fuera de casa. Sin encasillarse en una temática concreta, el autor disfruta mediante la exploración de los sentimientos de las relaciones (normalmente marcadas por la participación de tres o más personas), tanto afectivas, como amistosas o familiares. Su cine se muestra anómalo, controvertido y desafiantemente inusual ante un país que vive de sus tradiciones, es por ello por lo que suele manifestar ese choque de ideales tan fuerte que existe entre los ciudadanos más “librepensadores” y los conservadores que se sienten atacados ante tales exenciones. Todo ello enmarcado en ese oxímoron visual que es Turquía en sí misma, sede de la mayor belleza arquitectónica mundial, aunque reducida a ruinas desde la caída del Imperio Otomano.
Ceylan comenzó su andadura por la Costa Azul hace ya casi 20 años, en 1995, cuando su cortometraje Koza se hizo con la Palma de Oro. Ocho años después, en 2003, volvió a ser nominado, ahora en la sección oficial de largometrajes, alzándose con el Gran premio del jurado gracias a Lejano (Uzak). Sólo tres años tardó en regresar al certamen para lograr el FIPRESCI con Los climas (Iklimer, 2006), y así, habiéndole tomado el gusto al centro neurálgico del cine independiente, no desistió en su empeño hasta que esos Tres monos (Üç Maymun), con los que nos hizo recapacitar sobre la hipocresía de las falsas apariencias en la sociedad moderna, le hicieron ganar el premio al mejor director. Todavía regresaría una vez más, en 2011, para presentar su Érase una vez en Anatolia (Bir Zamanlar Anadolu’da) con la que ganó nuevamente el Gran premio del jurado, aunque sus casi tres horas de metraje parece que se hicieron demasiado pesadas para algunos miembros del tribunal, impidiéndole así conquistar la deseada Palma de Oro. Parece que el estambuleño haya trabajado en el dinamismo de esta Winter Sleep —Kış uykusu, 2014— (desafiando al propio título de la cinta), porque en lo que a duración se refiere, se ha mostrado más firme y contundente que nunca con sus 195 minutos, dato que no ha interferido en las estadísticas iniciales que lo sitúan como primer candidato, este año sí, al prestigioso premio de la corona dorada, veremos si se cumplen los pronósticos. La trama sigue a Aydin, regente de un pequeño hotel en ese impresionante poema visual que es Anatolia. Junto a su mujer y su hermana, vive en esa fracción asiática del país, rodeado por dos grandes temporales: el del exterior, que les impide salir a causa de la nieve, y el que se produce en el interior, que lleva al trío a un inexorable choque temperamental insostenible que, teniendo en cuenta el largo invierno que les queda por delante, inhabilita cualquier auto-llamamiento a la paciencia y a la comprensión.
En busca de un mapa de vuelta
Este tenso drama familiar tendrá que verse las caras con su compañera de cartel: Captives, de otro de los veteranos del certamen, Atom Egoyan. El realizador, que consiguió el FIPRESCI en 1994 con Exótica y ganar tres premios en 1997 (FIPRESCI, Gran Premio y Premio del jurado ecuménico) por su cinta El dulce porvenir (The Sweet Hereafter), siendo posteriormente nominado a la Palma de Oro en tres ocasiones más (esta sería en total la sexta), regresa a Canadá tras el intento fallido de su fugaz paso por Hollywood. Jugando ahora desde la comodidad y seguridad de casa, Egoyan parece dispuesto a retomar su marcado estilo y dramatismo en este thriller que enfrentará al protagonista con una de las peores pesadillas del ser humano, la pérdida de un hijo. En esta ocasión, Matthew encontrará una serie de pistas que le lleven a pensar que su hija, secuestrada hace ya ocho años, puede seguir con vida.
Tras ver las primeras imágenes del filme, parece que el director, pese a ser también el autor del guion y dar gran importancia del argumento a algunos de sus temas favoritos (soledad, dependencia, impotencia…), sigue con un estilo mucho más cercano al de Estados Unidos (no sólo por el elenco formado por Ryan Reynolds, Rosario Dawson y Mireille Enos), que a sus trabajos iniciales con los que se ganó rápidamente el favor de la crítica especializada. Puede que su misión esté más focalizada en acercar su obra al público medio que en ganarse el favor de un jurado con el que no ha terminado de conectar. Si estamos en lo cierto o no, lo descubriremos en unas horas, cuando comiencen a llegaros las primeras impresiones de esta tercera jornada de un festival que ya está poniendo sobre la mesa los platos fuertes.