El chico de ayer
crítica de Antonio Vega. Tu voz entre otras mil | Paloma Concejero, 2014
Mirada cautivadora, pelo rebelde, cara de pájaro, voz quebrada, sonrisa triste, y guitarra perpetua en mano como si de un órgano irremediablemente acoplado a su cuerpo de tratase. Antonio Vega (1957 - 2009) ha sido uno de las figuras vitales del pop español gracias a la formación de Nacha Pop en la década de los 80, además de uno de los cantautores en solitario más queridos y alabados por crítica y público durante su carrera en solitario, debido a una sensibilidad poética sin parangón y a unas canciones de corte intimista llenas de fuerza, heridas, deseos y abismos. Tras cumplirse este mes de mayo un lustro desde su fallecimiento, una brillante propuesta documental nos abre una rendija sobre los claroscuros, recuerdos y nombres que determinaron la existencia de esta rara avis de la movida madrileña. Un poeta de los precipicios a menudo alejado de la prensa, dueño de un carácter complejo y atractivo, de un alto cociente intelectual y un ácido sentido del humor, enfrascado en la astronomía y el conocimiento matemático del universo, adicto a la adrenalina de los escenarios, devoto de la experimentación musical y enamorado del vértigo, en la pluma y en la sangre de la vida real. Bajo el título Antonio Vega. Tu voz entre otras mil, su directora Paloma Concejero ha procurado crear, a lo largo de los últimos cuatro años una pieza de dos horas que por un lado, muestre una polifonía de las voces que fueron partícipes directos de la vida de Antonio (su madre, sus hermanas y hermano, su primo Nacho García, con el que compartió grupo musical, sus mejores amigos, su ex mujer Teresa y los productores y compositores que vivieron en carne propia sus vaivenes personales y su inagotable fervor por la música) y a su vez, alzar por encima de todas la idiosincrasia y la voz del propio Antonio, detallar su turbio universo interno a través de los fragmentos de una extensa entrevista inédita, de la información pormenorizada de su biógrafo Bosco Ussía y las impresiones que el cantante desgranó y diseminó en vídeos en directo, grabaciones familiares, fotografías, estudios y notas. Un mosaico multiperspectivista de visiones y pinceladas que ayudan a atisbar las profundidades de un hombre al que el planeta se le quedaba pequeño, cuya vida fue una aventura diaria, desde su primer coqueteo con el rock´n´roll a sus grandes y taquicárdicos amores, pasando por su turbulenta relación con la heroína, su afán incansable por seguir aprendiendo o sus constantes cambios de domicilio.
Todos le consentíamos todo, tenía algo que llamaba a quererlo, comenta su amigo, el músico Nacho Béjar en un momento del documental. Y es que, si en algo parecen coincidir los invitados a poner su granito de arena en esta producción, es en lo genuino y especial del carácter de Antonio Vega, marcado desde la infancia por una combinación única de fragilidad y rebeldía, sumadas a una enorme inteligencia y un afán casi obsesivo por profundizar todo lo posible en sus múltiples pasiones, factores que lo impulsaron a dedicarse a lo que más le gustaba; la música. Estructurado narrativamente de manera cronológica y con una estética de filtros nostálgicos, cromatismo retro y cuidada fotografía, asistimos desde el comienzo de Tu voz entre otras mil, a las reminiscencias de su niñez, los inicios de Nacha Pop abarrotando escenarios, publicando discos y haciendo temblar a los primeros adeptos de la movida, o las aficiones adolescentes de Antonio, entre las que destacaban el alpinismo, el kárate o el estudio apasionado del cosmos que lo acompañó toda la vida. Todos deberíamos considerarnos ciudadanos del universo, apuntaba él mismo, que solía ver las estrellas con un telescopio, devoraba libros sobre la composición del universo y hasta llegó a realizar un estudio sobre dos de los anillos de Saturno. Antonio encandilaba a hombres y mujeres sin proponérselo gracias a un encanto natural, una ternura no calculada, y a la vez apuntaba hacia una introversión que siempre lo persiguió como un perrito faldero, plasmada en unas letras cuyos temas fueron variados pero recurrentes: el mar, los paisajes bucólicos, los momentos de abstracción, la anatomía de los emociones, la física del caos. La batalla contra los monstruos cotidianos de uno mismo, que en su caso particular residían en la aguja y en la cuchara, en esa enormidad donde nadie escucha nuestra propia voz, en la importancia de hacer intensa, útil y valiosa la propia existencia, en cómo afrontar el hecho de querer vivir en lo más alto sin derrumbarse. Así decía aquello de en la cresta de qué ola dejé mi silla de montar.
Sus amigos aportan opiniones muy diversas sobre el carácter controvertido de Antonio, si bien todos subrayan en él una dimensión de kamikaze soñador, una notable terquedad y un gran detallismo hacia los demás, siendo una persona humilde y llana que pasó muchos años durmiendo de hotel en hotel, que compartía todas sus cosas con los amigos y no le daba excesiva importancia a los objetos materiales mientras tuviese un plato de comida y un lugar cualquiera donde pasar la noche. El retrato de sus dos grandes amores, que tuvieron gran incidencia en su personalidad y en su arte, lo componen una de ellas: su ex-mujer Teresa, con la que pasó 18 años de convulsa pero intensa relación, y la madre de Marga, fallecida en 2004 y a la que tras cuya muerte, dedicó el disco 3.000 noches con Marga, un sentido homenaje catártico con el que superar el dolor que por aquel entonces lo consumía. La voz de Antonio describe la composición de los temas más emblemáticos de su obra, como el himno generacional La chica de ayer, la nostálgica El sitio de mi recreo o la bella Lucha de gigantes, y a través de la grabadora, relata sin tapujos ni dramatismos los entresijos del infierno de la droga, un romance químico con el que libraría numerosas y reiteradas batallas y de la que es difícil separarse porque hay una parte de uno mismo que nunca cambia. Los episodios surrealistas y cómicos, y las anécdotas familiares y entrañables también tienen cabida en esta obra documental imprescindible y rica en matices, para trazar el perfil de uno de los más importantes rostros de la música en español de todos los tiempos; un superviviente de sí mismo que procuró cicatrizar sus heridas a golpe de bolígrafo y de guitarra. Nunca le ha faltado a nuestro amor para estar vivo, razones, reza un verso suyo de allá por los ochenta. Y Antonio sigue siendo, en todas su canciones, el chico de las estrellas.
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Andrea Núñez-Torrón Stock
redacción Santiago de Compostela
España, 2014. Antonio Vega. Tu voz entre otras mil. Director: Paloma Concejero. Guión: Paloma Concejero. Música: Antonio Vega. Fotografía: Juan Carlos Concejero. Productora: Rodando voy.