El castillo interior
crítica de Un castillo en Italia | Un château en Italie, de Valeria Bruni-Tedeschi, 2013
Al igual que con su anterior cinta, Actrices, la mayor fuente de inspiración de Valeria Bruni Tedeschi es ella misma, su propia vida. Echando mano de nuevo a sus temas recurrentes, la religión como último refugio desesperado y la losa de la interpretación en la vida de una actriz, Valeria vuelve a crear en Un castillo en Italia una historia con tintes autobiográficos centrada esta vez en la crisis existencial de Louise (interpretada por la propia directora), hija de una familia adinerada que intenta encontrar un rumbo en su vida mientras lidia con su madre (Marisa Borini, madre en la vida real de la directora) y con su hermano enfermo de sida (Filippo Timi). Ahogados por las deudas, necesitan actuar y obtener liquidez mediante la venta de su ingente patrimonio (como el castillo familiar en Italia que da título a la cinta). Aquí es donde empiezan las leves disputas entre la familia: los caprichos del hijo, la manifiesta inacción de la madre, Louise completamente perdida… Este juego de tiras y aflojas constituye, sin duda, la parte más interesante del universo construido por Valeria. Pero a todas estas losas familiares en la vida de Louise se une su incapacidad para el amor y su anhelo por ser madre. Su relación con Nathan (Louis Garrel), mucho más joven que ella y nada interesado en procrear, desestabiliza aún más su existencia.
A medio camino entre el drama y la comedia, la película está salpicada de puntos de catarsis emocional y de momentos del humor más absurdo y sencillo (véase la escena en el convento cuando la protagonista se aferra al sillón con supuestos poderes fertilizantes). La cinta adolece de una clara polarización entre estos dos aspectos, como si se tratase de notas aisladas dentro de una misma sinfonía. Valeria entra en la escena de forma abrupta, sin concesiones al espectador, y esto ahonda en el sentimiento de desunión de cada escena, como si tratase de buscar el gag aquí y allá mientras va mostrando de manera independiente las miserias de una cuarentona de descendencia noble. El humor negro y el drama más visceral se entienden como dos entes aislados, muy bien construidos individualmente, pero a los que les falta una ligadura que consiga hacer fluir el conjunto. Es justo en las escenas donde lo consigue, como la reunión con el asesor fiscal, en las que Valeria da en el clavo. Un castillo en Italia se convierte así en una película del qué en lugar de un psicoanálisis del quién. El gran trabajo de creación y definición de cada uno de los personajes que hay detrás del guión pide a gritos una mayor exploración de esto último. Valeria no acaba de colgarse del hombro de sus personajes, ni siquiera de ella misma. Las relaciones de la familia protagonista quedan desdibujadas debido a la distancia que adopta la directora, que potencia el momento cómico (que, insistimos, funciona y Valeria controla a la perfección) pero no logra ir más allá. Esta percepción queda todavía más latente debido al brillante trabajo actoral. A parte de la propia creadora de la cinta, cabe destacar el trabajo de Marisa Borini: estupenda, llena de matices, de una candidez que sobrepasa la pantalla. Un castillo en Italia acaba siendo un pequeño divertimento al que le falta garra y fondo. Valeria sigue buscando la película que retrate las crisis existenciales asociadas a la edad. Sin embargo, su gran castillo en el norte de Italia, lleno de lujos y reliquias, no es lo único que queremos conocer. Nos falta recibir la invitación al castillo interior de Valeria, recorrer sus pasadizos y perdernos por sus inseguridades. Ojalá sea capaz de plasmarlo sin renunciar a su innegable talento para el humor. | ★★★★★ |
Víctor Blanes Picó
redacción Barcelona
Un château en Italie. Francia. 2013. Dirección: Valeria Bruni Tedeschi. Guión: Valeria Bruni Tedeschi, Noémie Lvovsky, Agnès de Sacy. Reparto: Valeria Bruni Tedeschi, Marisa Borini, Louis Garrel, Filippo Timi, Xavier Beauvois. Fotografía: Jeanne Lapoirie. Productora: SBS Films. Presentación Oficial: Cannes 2013.