La música que amansa a las fieras
crítica de Pure | de Lisa Langseth, 2009
Muchos de los monstruos que habitan dentro de nosotros se ven sobrecogidos por el poder de la música, uno de los pocos idiomas universales capaz de lograr la evasión del yo durante unos minutos, abstraernos de los problemas tangibles para deslizarnos por los raíles de un pentagrama y sus notas. Curiosamente, muchos genios históricos y almas frustradas de a pie, atenúan su rabia o encuentran en la música un instrumento útil de expresión y de descanso espiritual. Precisamente, un réquiem por la pureza de su ambivalente protagonista procuró construir hace escasos años la directora sueca Lisa Langseth con Pure, una obra de cine social con propósito, que adolece de una cierta lentitud argumental pero que cuenta con un potente trasfondo psicológico que nos sumerge en la tesitura de una interesante cuestión: ¿Puede el arte salvar a una persona de sus propios demonios? ¿Posee la música el don de exorcizar el mal que habita en nuestro interior?. Con esta premisa que teñirá la estética de la película de un notable simbolismo, nos trasladamos a la vida gris de Katarina, una joven de veinte años sin recursos, hija de una prestigiosa pianista y que adolece de cierta inestabilidad psíquica, que intenta labrarse un futuro laboral y aspirar a sus sueños, estrechamente conectados con la música clásica. Encarnada por una soberbia, rabiosa y atractiva Alicia Vikander que, por momentos, se muestra distante y fría y por otros puro fuego visceral, la protagonista, sometida a un acontecimiento a priori aleatorio y superfluo que trastoca por completo su existencia, cuando escucha a escondidas una interpretación del Réquiem de Mozart en un salón de Gotemburgo sus problemas parecen desaparecer. En un mundo todavía definido por los prejuicios, el machismo, el contraste de clases y las primeras apariencias deja de ser una chica de suburbio sin trabajo ni estudios, con antecedentes de agresividad y un futuro poco prometedor para rodearse de esa belleza estremecedora que sólo proporciona la música. Accidentalmente, consigue un trabajo como recepcionista del Salón de Conciertos, hecho que representa un antes y un después en su rutina repleta de conflictos, y que le hace comprender lo que es sentirse verdaderamente realizada, inmiscuida en un entorno bohemio e intelectual que choca con su pasado rústico y barriobajero. Sin embargo, esta nueva felicidad camuflada con dosis ingentes de mentira tiene sus puntos flacos y sus precios a pagar; en su camino hacia la redención personal Katerina ve como esos dos hemisferios opuestos colisionan y los obstáculos aparecen. Sus impulsos la arrastran a la infidelidad, al comenzar a mantener relaciones desenfrenadas y salvajes con el conductor del Salón: Adan, (estupenda actuación de Samuel Fröler), un hombre casado al que ésta idolatra, admira e intenta seducir a toda costa. Y ese no es el primero ni el último de sus problemas.
Si Pure puede definirse en dos palabras, esas son, sin duda, encrucijada moral. No estamos ante una fábula moralizante con sus prototípicos personajes buenos y malos, sino más bien ante un torbellino de situaciones humanas y personas que pondrán en tela de juicio las decisiones, impulsos y valores de la carismática Katerina en una sociedad descarnada que acarrea todavía muchos lastres. Katerina es la representación femenina bien construida de una minoría europea que desea acceder a la educación, a la cultura y a la belleza por encima de los estereotipos, y que convierte a Pure en una muestra narrativa rigurosa acerca de los esfuerzos de muchas personas por alcanzar la supervivencia en un ambiente adverso, no exentos de dilemas éticos. ¿Es fácil desprenderse del pasado o en todo caso, ignorarlo? La respuesta siempre es negativa, y Katerina debe lidiar con su condición, sus anhelos existenciales y la construcción de su nueva identidad bajo una banda sonora que nos devuelve las exquisitas piezas de Mozart, Schubert o Beethoven, plasmando con acierto la capacidad de la música clásica para llegar al alma de las personas y curarlas de sus desencantos personales. Las dos vías que encauzan este notable argumento, guiado por una dirección menos sobresaliente que su trama, se fundamentan en la vertiente intelectual (la relativa a las aspiraciones personales de Katerina, el choque ideológico que mantiene con su madre, sus ansias de dejar atrás sus desequilibrios psicológicos, de obtener un determinado prestigio social) y en la amorosa y sexual (esas ganas impetuosas de estar con un hombre al que ella considera de gustos elevados y exquisitos, pero gélido y mezquino en ocasiones). Pure es un drama social que bajo una estética oscura (que contrasta planos muy abiertos con otros claustrofóbicamente angostos) vira hacia una especie de ejercicio de auto-ayuda de acabado optimista, una narración que se rebela contra las disposiciones que el azar y la naturaleza pautan para cada uno de nosotros. La mejor elección de la obra, sin lugar a dudas, es Alicia Vikander; una joya en estado de ebullición que levanta las secuencias menos acertadas de este filme revitalizante; la historia de una mujer fuerte y distinta que vive su vida al límite y con garra, desoyendo consejos externos, obedeciendo las llamadas de su cuerpo, enorgulleciéndose, equivocándose y volviéndose a levantar de cada pedrada recibida; sus ojos inundados en lágrimas, su lujuria espontánea, su dulzura repentina y sus vaivenes emocionales resultan creíbles, y por encima de todo, conmovedores. Un ejemplo de que el cine sueco goza estos últimos años de un estupendo estado de salud, y que el Séptimo Arte del viejo continente sabe narrar mejor que nadie, la imperfección de las almas obtusas y la supervivencia de las bravas minorías frente a la inmensidad del mundo. | ★★★★★ |
Andrea Núñez-Torrón Stock
redacción Santiago de Compostela
Suecia, 2009, Till det som är vackert (Pure). Director: Lisa Langseth. Guión: Lisa Langseth. Productora: Tre Vänner Produktion AB Música: Per-Erik Winberg. Fotografía: Simon Pramsten. Reparto: Alicia Vikander, Samuel Fröler, Josephine Bauer, Martin Wallström, Helén Söderqvist Henriksson, Anna Åström, Elisabeth Göransson, Magnus Lindberg. Presentación Oficial: Festival de Róterdam 2010.