12 años de presidio
crítica de Dom Hemingway | de Richard Shepard, 2013
Si nos paramos a analizar la filmografía del realizador Richard Shepard –que vive las mieles del éxito como uno de los directores de la popular serie de la HBO Girls–, lo primero que llama la atención es su capacidad para impregnar a sus historias de un incisivo humor negro, aunque éstas parezcan a priori que no tengan ninguna gracia –especialmente destacadas en este sentido fueron The Matador (2005) y La sombra del cazador (2007)–. Dom Hemingway, su último trabajo para el cine, se mantiene dentro de esa línea de comedia ácida, milimétricamente orquestada para el absoluto lucimiento de su estrella protagonista, un Jude Law que tuvo que ganar bastante peso para meterse en el papel del Dom del título. Él es la razón de ser de la película, su mayor reclamo y auténtico motor alrededor del cual gira todo lo demás. El argumento, sobre el papel, no es que tenga demasiada originalidad. Todo lo contrario, estamos ante la enésima historia de un hombre que, tras haber pasado doce largos años en prisión por no haber querido delatar a su jefe –lo que podría haber significado una reducción contundente de la condena–, vuelve a estar en libertad. Su intención, además de recuperar el cariño de una hija a la que no ve desde que era adolescente, es cobrarse la deuda del mafioso al que protegió y volver a hacer lo que mejor se le da: abrir cajas fuertes.
Dom Hemingway se desmarca del grueso de este tipo de productos sobre segundas oportunidades en la vida, gracias a una colorista y muy atractiva puesta en imágenes y el irreverente sentido del humor con el que el Shepard guionista impregna a sus diálogos. Bien es cierto que la estética recuerda demasiado al Guy Ritchie de Lock & Stock (1998) o Snatch. Cerdos y diamantes (2000), al igual que su protagonista parece sacado de alguna de sus películas. Egocéntrico, malhablado, políticamente incorrecto y con una facilidad pasmosa para meterse en problemas, Dom consigue, sin embargo, caer simpático al espectador. Es de ese tipo de perdedores por los que la audiencia no puede evitar sentir una cierta compasión, y buena parte del logro es mérito de la enérgica y muy carismática interpretación de Jude Law. A un paso de la sobreactuación (impresionante en la escena que abre el filme en la que hace un sentido homenaje a su pene mientras le realizan una felación), el actor inglés ha encontrado en este papel una oportunidad única de salirse del estereotipo de guaperas al que nos tiene acostumbrados para realizar todo un tour de force interpretativo. A su lado, brilla con luz propia un notable Richard E. Grant como Dickie Black, el fiel amigo y compañero de fechorías de Jon, cuya principal seña de identidad es un guante negro que oculta la amputación de su mano en acto de servicio. La química cómica que se establece entre ambos actores es lo mejor de la función, sin duda. El resto de la fauna de personajes que configuran el universo de Dom Hemingway estaría completado por el mafioso Mr. Fontaine (perfecto Demian Bichir); Evelyn (Emilia Clarke, la Daenerys Targaryen de Juego de tronos, bastante desaprovechada), la hija de Dom que no quiere ver ni en pintura a su desastroso progenitor, y Melody (Kerry Condon), una dulce muchacha que le promete a Dom que la suerte estará de su lado “cuando menos se la espere y más la necesite”.
Estamos pues ante una cinta moderadamente divertida, con algunos destellos de genialidad incluso, como la original escena del accidente automovilístico, pero que cae en algo a lo que tristemente estamos acostumbrados en este tipo de propuestas, la domesticación de su antihéroe y la entrada en unos terrenos mucho más convencionales y amables de lo que sería aconsejable en su segunda mitad. Dom Hemingway va de más a menos, ya que la presentación de personajes y sus primeras correrías en pantalla no podían ser más prometedoras, pero el tema de papá que quiere recuperar el amor de la hija y cuyo corazón se enternece ante su recién descubierta faceta de abuelo, está de lo más trillado. Se deja ver con facilidad, no aburre en ningún momento –gracias al ajustadísimo metraje de 93 minutos– y, gracias a su estiloso look visual, puede dar el pego como una obra bastante mejor de lo que en realidad es. De haber contado con un director más arriesgado y personal detrás, estaríamos ante una digna heredera de la magna El gran Lebowski (1998) de los hermanos Coen, tal vez la película con la que este Dom Hemingway tendría más puntos en común, tanto en su estética como en su narración. Pero, insisto, si por algo merece la pena pagar una entrada es por tener la oportunidad de disfrutar del Jude Law más desatado nunca visto antes. | ★★★★★ |
José Antonio Martín
redacción Las Palmas de Gran Canaria
Reino Unido. 2013. Título original: Dom Hemingway. Director: Richard Shepard. Guión: Richard Shepard. Productora: Recorded Picture Company / BBC Films / Pinewood Studios. Fotografía: Giles Nuttgens. Música: Rolfe Kent. Montaje: Dana Congdon. Intérpretes: Jude Law, Richard E. Grant, Demian Bichir, Emilia Clarke, Kerry Condon, Jumayn Hunter, Madalina Ghenea, Nathan Stewart-Jarrett.