Hablar y comer
crítica de Looking (2014-) | Temporada 1
HBO / 1ª temporada: 8 capítulos. | EEUU, 2014. Creador: Michael Lannan. Directores: Andrew Haigh, Ryan Fleck, Joe Swanberg, Jamie Babbit. Guionistas: Michael Lannan, Andrew Haigh, Tanya Saracho, Allan Heinberg, JC Lee, John Hoffman. Reparto: Jonathan Groff, Frankie J. Alvarez, Murray Bartlett, O-T Fagbenle, Lauren Weedman, Raúl Castillo, Russel Tovey, Scott Bakula, Andrew Law. Fotografía: Reed Morano.
Lamentablemente, existe un gran peligro todavía en crear una serie de televisión que refleje la vida y cotidianidad de un grupo de personajes homosexuales. No importa si son hombres o mujeres, ni el emplazamiento o las circunstancias de cada uno. No importa el contexto o el momento vital de los personajes que nos está mostrando la serie en cuestión. La carga que los espectadores llevan –sin importar su sexualidad–respecto a una temática así va a influir en su juicio sobre el producto. Se puede decir que esto pasa con cualquier serie, que todos cargamos con nuestras experiencias al ver una representación de la vida en la pequeña/gran pantalla. Pero cuando un grupo de artistas quiere reflejar la realidad de un colectivo con tanto sufrimiento en su pasado, el acercamiento es más sensible y es imposible que funcione como “el gran proyecto sobre”. El problema viene cuando esto nubla tanto el juicio de los espectadores que la calidad –sin etiquetas– se pasa por alto. Cuando uno proyecta sus propias expectativas de tal forma que el resultado nunca podrá complacerle. Quizá esa sea una de las razones por las que las cadenas no estrenen series así más a menudo. Que esta estupenda Looking sea la primera serie norteamericana de amplia difusión desde la rompedora Queer as folk (2000-2005) en centrar su mirada en un núcleo de personajes masculinos esencialmente gay dice mucho sobre el estado de las cosas todavía. Ha habido otras propuestas, pero de menos alcance (webseries o series de cadenas minoritarias).
Vendida como la “Girls gay” (una estrategia que, vista Looking, es puramente de marketing y aprovechando que ambas se emiten en bloque), la serie parte de las experiencias del creador Michael Lannan en su vida en la ciudad de San Francisco. Para tratar de reducir el efecto generalizador, se ha hecho hincapié –inútilmente– en que Lannan no pretendía radiografiar el ambiente ni hacer un panfleto a favor del colectivo. No hay demandas ni reivindicaciones. Hay pedacitos de vida, las circunstancias de unos personajes con historias cotidianas cuyas aristas más dramáticas no están directamente relacionadas con su condición sexual. Los tres protagonistas van de los 29 a los 40 años. No sufren por ser gays. Su vida no trata sobre eso. Ya desde Buscando para ahora (1.1) se dejó claro el tono de cercanía y realismo que iba a tener la serie. Con el ambiente cinematográfico de cine independiente del bueno que HBO sabe imprimir a sus productos, los ocho capítulos de esta primera tanda han navegado por las vidas de Patrick, Agustín y Dom con los colores de la normalidad. Vista la temporada, se puede decir que en realidad estamos ante la historia de Patrick (estupendo Jonathan Groff). Sus amigos tienen sus historias independientes, pero el tiempo invertido en darle más tridimensionalidad al estereotipo de persona que interpretan –el artista insatisfecho, el Peter Pan cuarentón– es menor.
Looking es una serie sobre relaciones personales. No está movida por tramas externas de ningún tipo que hagan avanzar la acción a golpe de sorpresa. No se puede suscribir en ningún subgénero televisivo donde la profesión de los personajes condicione lo que puede pasar en cada capítulo. Es una serie sobre las interacciones humanas, un subgénero sin nombre pero muy recurrente. Y como todo subgénero con miles de ejemplos, existen las trampas y los peligros. El mérito de Looking es el de transmitir una continua sensación de realidad, de manera que la identificación con los personajes es plena, o al menos a eso se presta. El grandioso reparto (este crítico se descubre ante Raúl Castillo) es fundamental para lograr la hazaña, así como unas escenas de sexo que son de una naturalidad asombrosa, lejos de las gimnásticas coreografías a las que se suelen prestar este tipo de encuentros en su representación en pantalla. La estrategia de Lannan y sus guionistas para rezumar lo plausible no es tramposa, y pasa por que los personajes dediquen gran parte del tiempo de cada capítulo a hacer dos cosas de lo más frecuentes: hablar de lo que esté pasando en su vida en ese momento y comer. No es hablar como parte de escenas explicativas de rigor para que la audiencia pueda seguir las tramas, sino como rasgo que diagnostica como son estos chicos. El peligro de este subgénero es caer en el culebrón, que lo más importante sea la vida sentimental de los personajes, anulando así las otras facetas de su vida. Y el creador sirve unos retazos de culebrón en el último tramo de la temporada. Cada uno de los tres protagonistas queda suspendido en un cliffhanger emocional relacionado directamente con su soltería/no soltería.
La creación una intimidad –sexual y emocional– palpable y verdadera es uno de los grandes méritos de la serie. Ayuda mucho a esto la elección de Andrew Haigh para ser el director/productor de la serie, además de formar parte de la sala de guionistas. Haigh es capaz de trasladar el tono y genio de su magnífica película Weekend (2011) a Looking, y parece hasta hacerse un auto-homenaje en el episodio Buscando el futuro (1.5), centrado solo en dos personajes y en un corto periodo de tiempo. La consecuencia negativa de permitirse ese maravilloso capricho es que el resto de las tramas se paran en seco, así que los tres últimos capítulos se sienten apresurados, como para poder llegar a un punto climático sin que la acción fluya por sí sola. Las prisas desdibujan la red humana de los acontecimientos más importantes –el proyecto de Agustín, la sociedad Dom/Lyn, el fin de la felicidad de Patrick y Richie– y hace que se sucumba a la acumulación de deux ex machina. Llegado el desenlace, la vida se puede a apoderar de la ficción. Los sucesos acontecidos podrían dar pie en otra serie para enfatizar el drama, pero aquí se es más útil. Un conmovedor encuentro en las escaleras, el gesto de amistad de Doris o que Kevin deba emborracharse para decir lo que siente son elecciones que revelan la política de “menos es más” de Looking. Hay una segunda temporada confirmada, así que ahora solo quedar dejar que la compleja construcción de Lannan, Haigh y su gente crezca con el tiempo. | ★★★★★ |
Adrián González Viña
redacción Sevilla