Abrasiva mirada desde dentro de la industria
crítica de Episodes (2011-) | Temporada 3
Showtime, BBC / 3ª temporada: 9 capítulos. | EEUU, Reino Unido, 2014. Creadores: David Crane & Jeffrey Klarik. Director: Iain B Macdonald. Guionistas: David Crane & Jeffrey Klarik. Reparto: Matt LeBlanc, Stephen Mangan, Tamsin Greig, Kathleen Rose Perkins, John Pankow, Mircea Monroe, Chris Diamantopoulos, Joseph May, Daisy Haggard, Genevieve O´Reilly, Sam Palladio, Oliver Kieran-Jones, John Ross Bowie, Roger Bart, Andrea Rosen. Fotografía: Rob Kitzmann. Música: Mark Thomas.
El prefijo de Los Ángeles da miedo. Con esta sensación acaba la tercera temporada de Episodes, una de las series más estimulantes y peculiares que la televisión ha producido en años. Ajena a toda tendencia, puesta en marcha por Showtime y la BBC (la extraña orden de nueve capítulos por temporada parece un punto intermedio entre los habituales seis de las series británicas y los doce de las series de cable americanas) y rodada en ambos países, la serie se ha ganado por méritos propios su pequeña esquina en la parrilla televisiva. Una esquina algo marciana, donde todo tiene cabida en pos de la comedia. La manera en la que está rodada contribuye a esa extrañeza, ya que los creadores y únicos guionistas tienen un trato con las cadenas bastante inusual, lo cual explicaría también la tardanza entre temporadas, siempre de un año y medio. David Crane y Jeffrey Klarik –pareja artística y sentimental– no tienen el tiempo habitual de preproducción, sino que escriben la temporada completa antes de empezar a rodar nada. Una vez están escritos todos los episodios, contratan a un único director y ruedan en función de las localizaciones y decorados disponibles en cada momento. Esto implica que en un día pueden rodarse escenas de diferentes capítulos, con los creadores en plató en todo momento. Así no se pierde ninguna oportunidad de respetar o mejorar la página, ya que no hay sala de guionistas que les quite tiempo y los posibles cambios se hacen in situ.
Los más de veinte años de experiencia en el mundo del espectáculo de los creadores les permiten poner en pie una comedia que habla de lo que habla con conocimiento de causa. Tanto experiencias positivas (Crane co-creó la ya mítica Friends (1994-2004) y Klarik trabajó en la exitosa Loco por ti (1992-1999) como negativas (su anterior serie, The class (2006-2007), fue cancelada tras 19 episodios) conforman su mirada. Se ofrece un diagnóstico certero del mundo de la televisión, el microcosmos de falsedad e hiperbólicas acciones que se lanzan a cada paso. La jugada argumental maestra de la serie ha sido desde el principio usar a una pareja de guionistas británicos (espléndidos Tamsin Greig y Stephen Mangan) como testigos de la locura de Hollywood. Sus ojos extrañados son nuestros ojos extrañados, y a la vez fascinados, por una visión nada complaciente. Agentes, productores, ejecutivos, periodistas, intérpretes… todos reciben su parte en esta hilarante comedia. El propio protagonismo de Matt LeBlanc es todo un chiste cargado de vitriolo, ya que LeBlanc (magnífico, por cierto) no está tanto interpretándose a sí mismo como a la versión pública de alguien en su posición, exagerada además un par de vueltas. Las ideas que podamos tener del prototipo de actor-desastre están concentradas en el Matt LeBlanc de la serie, cuyo carisma natural es un añadido que le permite hacer y decir las mayores barbaridades e incorrecciones sin provocar nuestro desprecio. Es obvio que en el premium cable es donde único podrían sacar hacia adelante un proyecto así. Solo una cadena de las características de Showtime se puede permitir darles la libertad de disparar estos cañonazos. Es la serie más realista con el mundo de la televisión como tema central que este crítico haya visto desde la inagotable The comeback (2005), de HBO. La casualidad quiere que estuviera co-creada y protagonizada por otra cara de Friends, la estupenda Lisa Kudrow.
El trabajo de Crane & Klarik se concentra en una serie escrita con brillantez, donde el diálogo tiene una importancia fundamental. A menudo se olvida o descuida esto en el género, más preocupado por el chiste rápido o la comedia física. En Episodes se dan la mano unas conversaciones articuladas, construidas férreamente, y una serie de recursos cómicos de toda condición (desde réplicas hasta gestos con la cara). Es elegante en las formas y ocasionalmente chabacana –sin que esto sea una crítica– en el contenido. Se puede apreciar la experiencia de los creadores en el género, ya que saben construir sabiamente los running gags y plantar ideas que germinarán en el momento adecuado. No les asusta ir por sendas oscuras (la incómoda escena de sexo entre Carol y Castor nos hace pasar de la risa al sudor frío en un instante) ni verbalizar ideas incómodas. El discurso de LeBlanc sobre la invasión de intérpretes británicos en la televisión americana y sobre cómo los ejecutivos marean a los actores con dignidad para obligarles a hacer audiciones o la brillante lección del demente Castor sobre el estado de las cadenas en abierto (que la iluminación más absoluta provenga de un loco es uno de los chistes más malintencionados de toda la serie) son algunos de los momentos álgidos de una serie que está haciendo una labor importante. Pero discusiones más serias aparte, lo importante es que es desternillante. Garantiza risas en todo momento.
Hay que decir también que es algo severa con los espectadores. Crane & Klarik no están aquí para hacer amigos, y eso se nota. Los capítulos siguen una trama sencilla, pero que en 25 episodios estrenados en tres años ha desarrollado las ramificaciones suficientes como para que se necesite concentración. No es que sea difícil de seguir, pero quizá el selecto interés de su argumento unido a su narrativa completamente autorreferencial dificulte la creación de una base de seguidores sólida. A este crítico en particular esto le parece algo admirable, pero se podría ver como un problema de base. La acción de esta nueva tanda se retoma el día después de donde se quedó la anterior. Es inclemente en cuanto a que todos sirven a la historia general, la crónica de la caída en desgracia profesional y personal de Sean y Beverly. Por eso esta temporada ha ofrecido menos tiempo a John Pankow y a Mircea Monroe, y abandona y recupera personajes sin disculparse. Se cumplen las necesidades de la línea narrativa. Tampoco hay tiempo que perder cuando se aboga por contar una historia de forma realista, y en esta tercera temporada se ha cancelado la serie dentro de la serie Pucks! y los protagonistas son libres para volver a casa. O eso creen.
Crane & Klarik muestran el proceso de cancelación de una serie y como la maquinaria no se detiene. Surge una estrella de atractivo juvenil, los actores roban vestuario, se empiezan a buscar nuevos pilotos que rodar y el proceso vuelve a continuar como si no hubiera pasado nada. Ni siquiera se les dice directamente que Pucks! está cancelada. En este aspecto de la trama ha brillado especialmente la actriz Kathleen Rose Perkins, cuyo trabajo debería ser reconocido en los Emmy. Su papel de ejecutiva es una clara metáfora de lo que la ciudad puede hacerle a alguien, y Perkins saca partido cómico a la naturaleza servicial de Carol. En ese no parar nunca, la industria se persona para los protagonistas con el personaje de Eileen Jaffee, una agente que busca producir un guión del matrimonio Lincoln. El proceso de guerra entre cadenas por el manuscrito y el conflicto que eso supone para Sean y Beverly marca los últimos episodios, donde los guionistas llevan su metáfora hasta el límite (no hay vida en Los Ángeles, no puede cambiar). En el alucinante final de temporada se pondrá a prueba el amor entre el matrimonio frente a la ponzoña envuelta en papel brillante que la ciudad ofrece. Que Les Moonves, mandamás de CBS, haga de sí mismo en un cameo donde le cuelgan el teléfono en cinco segundos da una idea de la valentía y radicalidad de Crane & Klarik. Con una cuarta temporada firmada antes del estreno de ésta, lo cual acelerará con suerte el proceso y recortará los meses de distancia entre tandas, se nos deja con una duda. Cuando parecía que la historia estaba cerrada, reaparece Merc en escena y hace una sucia jugarreta, cuyas consecuencias llevarán a hacer una llamada. ¿La cogerán Sean y Beverly? El prefijo es de Los Ángeles. | ★★★★★ |
Adrián González Viña
redacción Sevilla