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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | La LEGO película

    La Lego película

    Todo es fabuloso

    crítica de La Lego película | The Lego Movie, de Phil Lord & Christopher Miller, 2014

    Ver esta película plantea un dilema. Y no me refiero a la duda incómoda que le pueda generar a uno presentarse en el cine para ver algo protagonizado por figuras de Lego: concepto a primera vista dirigido a un público muy particular, del que uno naturalmente puede sentirse excluido. El problema viene por otro lado, aunque en realidad se deriva del anterior: y es que esta película sólo se ha estrenado en España doblada. Los encargados de distribuirla y exhibirla en nuestro país han caído en el mismo error en el que alguno de nosotros puede haber caído al decidir si verla o no, y es pensar que sólo iba dirigida a una determinada generación de espectadores. No les llamemos niños, porque puede haber de todo… llamémosles “entusiastas de la arquitectura en miniatura”. En cualquier caso, gente, supuestamente, sin suficientes estudios literatos como para apreciar una versión original. Pero la nostalgia, por definición, no se pierde con la edad y la experiencia, sino al contrario. Y es algo generalizado en el ser humano. ¿Pues quién de nosotros no ha tenido estos juguetes cuadriculados en sus manos alguna vez? ¿Quién no ha desperdigado sus piezas por el suelo antes de ponerse a ensamblarlas? ¿Quién no se ha esforzado por construir casas, puentes o montañas… que nunca salían como uno quería y había que derrumbarlo todo para volver a empezar?

    Pues bien, como no podía ser de otro modo y metáforas aparte, esto es precisamente lo que hace La Lego película: demoler para edificar. Y la deconstrucción que lleva a cabo lo abarca todo. Destinos y profecías, amores imposibles y malos malísimos, discursos que alientan a los compañeros de aventuras y escapatorias submarinas para que los perseguidores piensen que uno ha muerto… Los elementos comunes del género de acción fantástica y épica se suceden, desde los temas más amplios hasta las escenas más concretas. Pero Lord y Miller les dan la vuelta de la forma más inesperada posible… a base de introducir más y más referencias populares. Batman es uno de los personajes principales, pero también tienen cameos más o menos alargados Superman, Shaquille O’Neal, Abraham Lincoln o Han Solo, entre otros muchos ídolos. Un amalgama de caras conocidas pero, ahí está el truco, introducidas en ambientes insospechados, dotadas de diálogos irreverentes, unidas por interacciones imaginativas y liberadas en un mundo sin reglas ni límites. Así va progresando pues la cinta, porque el marco inicial es el de una ciudad igualmente colorida y maravillosa, pero de normas estrictas y pautas totalitarias. En efecto, el anónimo obrero protagonista (¡el elegido!) vive anclado, feliz e ingenuamente, en una urbe dominada por un carismático déspota, que impone como himno oficial una pegadiza canción cuya estrofa es “¡todo es fabuloso!”. Valga añadir aquí que su secuaz principal es un policía, que pasa de poli bueno a poli malo y viceversa con un mero giro de su cabeza de 180º... Ejemplo literal de giro operado a partir de algo típico.

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    Esta premisa, y los ingredientes que se le van añadiendo, permiten por tanto tomar una ruta desenfrenada en la que nada es lo que parece. Si enseguida vemos lo que hay detrás de la engañosa felicidad de los habitantes de ese inmenso set de Gran Hermano, luego se nos mostrará progresivamente el lado oculto de cada personaje (sólo le falta al antagonista revelarle al protagonista que es su padre), y al final, en un guiño al decorado inicial, se nos dará una interpretación distinta del conjunto. Pero no adelantemos más acontecimientos por ahora, porque además ello supondría volver a detenerse en el problema del doblaje, algo que mientras se va desarrollando la cinta se consigue olvidar. Buena parte de ello se debe al ingenio visual que va explotando en la pantalla, combinando lo espectacular y tridimensional con lo retro y minimalista, pues al fin y al cabo esta película bebe tanto de ¡Rompe Ralph! (Wreck-It Ralph, Rich Moore, 2012) como de Pánico en la granja (Panique au village, Stéphane Aubier & Vincent Patar, 2009). Hay varias escenas explícitas que lo demuestran, pero un ejemplo, más a nivel de detalle, de esta afortunada combinación es el uso de contadas llamas y láseres de plástico para ilustrar las explosiones y los disparos. Esto permite que una película para todos los públicos muestre hechos violentos sin perder tal calificación. Y estamos hablando incluso de decapitaciones, con lo cual volvemos literalmente a la deconstrucción.

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    En definitiva, Lord y Miller parten de un mundo ya hecho, con elementos dados, para darles otro significado y al mismo tiempo respetar su esencia. En eso consiste la parodia. Y en eso también consiste el doblaje, por lo que, en el fondo, en este caso aquel puede añadir antes que restar. Por ejemplo, la chica de la función se apoda en la versión original “Wyldstyle”, por lo que su traducción literal habría sido “estilo salvaje”. Pero teniendo en cuenta que esta opción no era muy apta, y podía tener connotaciones indeseadas, nuestros compatriotas han optado por llamarla “Supercool”. Una decisión especialmente afortunada porque el nombre sigue siendo una combinación de palabras inglesas, pero que también se usan en nuestro país e incluso tienen más significado y aportan mayor esencia que el nombre original. No obstante, este esfuerzo interpretativo no siempre funciona tan bien, como por ejemplo cuando el poli malo amenaza de muerte a los buenos diciéndoles “rest in pieces”, traducido en esta versión por “descansad en piezas”. No tiene la misma gracia. Y, por supuesto, se pierden las voces originales de Morgan Freeman o Liam Neeson, una pena no sólo por las voces en sí, sino porque con sus respectivos personajes estos actores hacen guiños a su carrera: en el caso de Freeman, interpretando a un semi-Dios vestido de blanco, caracterización reminiscente de su papel en Como Dios (Bruce Almighty, Tom Shadyac, 2003); y en el caso de Neeson, en el rol del poli bipolar, algo también representativo de varios papeles de su carrera e incluso, más específicamente, de un papel que tiene en una película aún por estrenar: Non-Stop (Jaume Collet-Serra, 2014).

    Pero salvo estas pocas excepciones, por muy brillantes que sean, el trabajo de doblaje es bueno sobre todo porque no se pierde casi ningún chiste, algo especialmente difícil en general, y valioso en esta película que debe ser, y es, hilarante. Pero ello sólo es así hasta que la parodia deja apropiadamente paso a la historia. Y con esto, ahora sí, llegamos al desenlace. Porque tras toda la deconstrucción viene una reconstrucción, culminada con un último acto que deja claro que La Lego película estaba destinada tanto a niños como a adultos, aunque sólo pudiese ser concebida por una mente infantil. La trama adquiere entonces mayor poso, y el doblaje ya no puede funcionar como debería, pero en cualquier caso no le resta mérito al trabajo, ni la satisfacción de contemplar lo bien que ha sido resuelto. Porque al final todas las piezas encajan. Y todo es fabuloso. | ★★★

    Ignacio Navarro
    redacción Madrid

    Estados Unidos, 2013. Directores: Phil Lord & Christopher Miller. Guión: Phil Lord & Christopher Miller. Productora: Warner Bros / Vertigo Entertainment / Lin Pictures / Animal Logic. Fotografía: Barry Peterson & Pablo Plaisted. Música: Mark Mothersbaugh. Montaje: David Burrows & Chris McKay. Reparto: Will Ferrell, Chris Pratt, Elizabeth Banks, Will Arnett, Liam Neeson, Morgan Freeman.

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