Soledad y comprensión
Crónica de la primera jornada del Americana Film Fest 2014
Ayer, a las 16:00 horas, el Festival Americana de Barcelona arrancaba motores tras el gran éxito en la sesión inaugural y en la que se exhibió la estupenda The Kings of Summer. Para esta tarde de San Valentín, los organizadores pusieron en liza cuatro películas, dos comedias románticas y dos dramas: Audrey the Trainwreck, The Motel Life, The Retrieval y Drinking Buddies. La sala respiraba expectación. Una expectación que tornó en una gran fiesta de cine, coronada con una cerveza –más que apropiada— en mano para ver Drinking Buddies. Las cuatro cintas, más allá de su género, comparten una misma preocupación por la soledad y comprensión humana. Una constante en el cine independiente de los últimos años. Y que se convierte en virtud en esta primera jornada de un festival destinado a convertirse en un clásico. Precisamente, por ofrecer al espectador una diversidad de formas estilísticas poco común en las carteleras españolas.
En la primera sesión, se presentaba la obra más arriesgada y modesta, con una puesta en escena cuasi amateur: Audrey the Trainwreck, dirigida por Frank V. Ross. Una propuesta que se engloba dentro de este nuevo subgénero que ha surgido en los últimos años dentro del cine independiente, y que está muy en boga en los pasillos y las presentaciones del Americana, el mumblecore. Una disciplina temática que trabaja con actores no-profesionales y da gran importancia en los diálogos naturalistas. La película, qué argumentalmente sigue el esquema de “chico conoce a chica” –aunque con diálogos más que interesantes y una propuesta con múltiples puntos de vista—, funciona de manera intermitente al querer mostrar de forma tan extrema la monotonía de la vida real, algo que repercute en sus 85 minutos duración; quizá, demasiado largos.
Entre las dos comedias de la jornada, ha habido lugar para dos dramas de cariz muy diferente. Por un lado, The Motel Life, dirigida por Alan y Gabe Polsky, con un reparto con nombres como Dakota Fanning, Emile Hirsch –muy comedidos—, y Stephen Dorff –modo limón on—. Cinta sobre dos hermanos que provienen de una familia desestructurada y que afrontan juntos un fatal accidente. Hipérbole sobre la dureza de la vida que, justo cuando se vuelve condescendiente, aparecen ciertos pasajes en animación que salvan el metraje y dejan un excelente sabor de boca. Cada vez más se juega con la hibridación de género y, en este caso concreto, es un gran acierto. Por otro lado, The Retrieval, de Chris Eska, la gran sorpresa de la primera jornada. El filme, mix de géneros que engloba drama, western y road-movie, nos cuenta la historia de Will, un adolescente que lucha para sobrevivir en los últimos días de la Guerra Civil estadounidense. Un largometraje que abruma, gracias a la vocación paisajística de su fotografía. Narra una historia de esquemas sencillos –se ve el temor del director a no poner más capas a la historia— pero de lazos fuertes. Una propuesta sin distribución estadounidense que, sin duda, se ha visto afectada por el boom en el tema de la esclavitud de este año. Una lástima porqué las sobrias interpretaciones, la espectacular fotografía y la estructuración de la historia funcionan de forma notable.
Por último, con botellín en mano cortesía de la organización, llegaba el momento de Drinking Buddies, del director Joe Swanberg, referencia también del citado mumblecore. Película con Olivia Wilde y Anna Kendrick en el reparto que se coló en el top 10 de mejores filmes del año para Quentin Tarantino. Una comedia romántica que intenta hablar del fenómeno friendzone de forma honesta, divertida y sin tapujos. Pero a pesar de que no ofrece las concesiones de los grandes estudios en el desenlace, sí que es cierto que poco tiene que ver con la esencia que nos trasladaba la primera cita del día, la pequeña Audrey the Trainwreck. El éxito y las risas entre el público demuestran que es un trabajo cuyos engranajes funcionan como un reloj suizo, pero que cuesta ver esa pizca experimental y de originalidad que se le pide al cine independiente. Es imposible ver a Drinking Buddies como algo más que una típica, funcional y efectiva fábula amorosa.
Ginebra Bricollé Nadal
Barcelona.