Culebrón científico-sexual
crítica de Masters of Sex (2013-) | Temporada 1
Showtime / Serie / 1ª temporada: 12 capítulos. | EEUU, 2013. Creadora: Michelle Ashord, en base al libro de Thomas Maier. Directores: John Madden, Michael Dinner, Lawrence Trilling, Jennifer Getzinger, Adam Davidson, Tim Fywell, Michael Apted, Lesli Linka Glatter, Phil Abraham. Guionistas: Michelle Ashford, Sam Shaw, Amy Lippman, Lyn Greene, Richard Levine, Tyler Bensinger, Michael Cunningham, Noelle Valdivia. Reparto: Michael Sheen, Lizzy Caplan, Caitlin Fitzgerald, Nicholas D´Agosto, Teddy Sears, Heléne Yorke, Beau Bridges, Julianne Nicholson, Allison Janney, Cole Sand, Kayla Madison, Rose McIver, Finn Wittrock, Kevin Christy, Garrett M. Brown, Ann Dowd, Annaleigh Ashford, Mather Zickel. Fotografía: Michael Weaver, Tim Bellen, Ben Davis. Música: Michael Penn.
Las primeras impresiones no son acertadas, ni aconsejables, en muchas situaciones. De cara a ver una serie pueden ser perjudiciales porque impiden disfrutar del avance de las tramas que una temporada completa tenga preparada. Muchos no pasan de un piloto que les ha dejado fríos o cuyas características inviten a pensar en una repetición de estrategias narrativas o argumentales mil veces vistas. Las impresiones que el piloto de Masters of sex dejaron en el abajo firmante no han variado mucho una vez concluida la temporada. El enfoque de la creadora Michelle Ashford prima el conflicto sentimental antes que la aproximación clínica, y esto perjudica el resultado final de la serie. Aunque es difícil pensar que hubiera podido funcionar de otra forma. Después de todo, es una serie de televisión que, en una buena suposición, tendrá cuatro o cinco temporadas, así que las relaciones personales deben crearse y cultivarse. Pero se puede realizar este proceso con mayor sutileza y talento que como Ashford y sus guionistas lo hacen. Incluso el último plano de la temporada entre Masters y Johnson (espléndidos Michael Sheen y Lizzy Caplan) parece sacado de una película de (aparentemente) muy distintas ideas. Y dice mucho de la intención de la creadora.
En 1956, el doctor William Masters inició una clandestina investigación con el fin de recolectar datos que probaran los patrones de la conducta sexual humana. Su posición privilegiada y la escasez de conocimiento visto en su trabajo le habían convencido de que un cambio era necesario. Su secretaria era Virginia Johnson, madre doblemente divorciada y estudiante en ciernes, que se unió a la labor como perspectiva femenina y eficaz compañera de estudio. Si atendemos a las circunstancias familiares que presenta la serie, Masters estaba metido en un matrimonio infeliz por su incapacidad de ser padre y Johnson era una mujer avanzada a su tiempo. El énfasis constante en estas características es uno de los puntos débiles de la serie, sobre todo con el personaje de ella. Sus respuestas, su actitud y su determinación demuestran no sólo la predilección de Ashford sino el interés por ensalzar su figura. Sorprende, por lo tanto, que la serie haya recibido dos nominaciones a los Globos de Oro, pero a Mejor serie y Mejor actor para Sheen.
Para poder seguir mostrando el contexto social sin tener que filtrarlo todo por la pareja protagonista, existe un pequeño grupo de personajes habituales que desempeñan funciones arquetípicas: la esposa que no se siente realizada sin ser madre, el hombre casado que es infiel “por necesidad fisiológica”, el joven que confunde amor con obsesión, las mujeres o bien reprimidas o bien vistas como excéntricas por ser sexualmente libres. El nivel de carisma de estos personajes es variable, y parece que va en función de los intérpretes que le dan vida. Pero eso no quita la pereza que despiertan en ocasiones sus historias. Más que nada porque es predecible dónde van a ir cada uno de ellos. Es importante que entendamos la mentalidad de 1956, pero la brocha gorda aplicada en algunos momentos ataca la credibilidad.
Sin embargo, ha habido dos tramas muy buenas que corresponden a dos ideas: 1) la mujer haciéndose hueco en el campo de la medicina y 2) la homosexualidad reprimida y con posible cura. La primera ha tenido como centro a la doctora Lilian DePaul y sus avances en el campo del cáncer cervical: una mujer no está cómoda con una ginecóloga y un hombre no respeta de la misma forma sus logros. La curiosidad es que a DePaul la interpreta la solvente Julianne Nicholson, que tuvo un pequeño papel en la notable Kinsey (Bill Condon, 2004), sobre la revolucionaria investigación sexual de Alfred Kinsey que precedió a los protagonistas de la serie. Una propuesta, la de Condon, que sí equilibraba eficazmente el carácter científico con las tramas personales. La segunda trama nació como un instrumento argumental –Masters chantajeaba a su reprimido jefe para no quedarse sin investigación– pero ha cobrado una dimensión gigantesca, debido sobre todo a los intérpretes que la componen. Beau Bridges como el rector del hospital y la grandiosa Allison Janney –actriz capaz de otorgar credibilidad a cualquier papel– como la esposa que se plantea otra vida con un amante más joven y descubre la falsedad de su matrimonio. Los vericuetos y sorpresas de ambas tramas están muy bien trazados, y sus desenlaces son genuinamente emotivos.
Se ha invocado el nombre de Mad Men por las evidentes conexiones estilísticas y argumentales –líos amorosos y la situación de la mujer–, pero la ambientación de la serie de Matthew Weiner respira verdad, mientras que el drama de Showtime huele a decorado. A partir del tercer episodio entró una estupenda cabecera para coronar la propuesta; un punto a su favor. Una inteligente sucesión de imágenes que nuestra mente y el montaje asocia al sexo y que iba muy bien con los mejores momentos de la serie, relacionados con el estudio. Y es que avanza la temporada y con ella la investigación. Recogida de datos y demostración práctica del asunto. Lo llamativo viene con la ausencia de desnudos masculinos frontales, en detrimento de una generosa exhibición física de las actrices. La razón de esta decisión artística se presta a debate. ¿Pudor? ¿Delicadeza? ¿Un tufillo de machismo inconsciente? Sea como fuere, Masters of sex gana enteros cuando no sale del laboratorio. Fuera es una telenovela. Pero el tema es lo suficientemente interesante como para perdérsela. | ★★★★★
Adrián González Viña
redacción Sevilla