El circo de cuatro pistas de Robert Rodriguez
crítica de Machete Kills | de Robert Rodríguez, 2013
Es sobradamente conocido que Machete surgió como idea para uno de los falsos trailers que Robert Rodriguez y Quentin Tarantino utilizaron en su proyecto Grindhouse (2007), pero ya existían precedentes. En Desperado (Robert Rodriguez, 1995), Danny Trejo interpretaba a un personaje llamado Navajas que avanzaba algunas de las señas de identidad de Machete: bigote prominente, chaleco y predilección por las armas blancas. Fue en Spy Kids (Robert Rodriguez, 2001) cuando Trejo dio vida por primera vez a un tipo llamado Machete, una especie de Q bondiano al estilo azteca que ayudaría a los retoños espías de Antonio Banderas y Carla Gugino a lo largo de toda la saga. Sin embargo, estaba lejos de las formas expeditivas que luego adoptaría en el falso tráiler mencionado anteriormente y, sobre todo, en el largometraje centrado en el epónimo Machete que Robert Rodriguez y Ethan Maniquis dirigieron en 2010. Aquella cinta sirvió para presentar a un nuevo héroe de derribo que representaba a todos los mexicanos y, especialmente, a todos los que viven bajo opresión yanqui y han intentado infructuosamente labrarse una vida mejor cruzando la frontera de los Estados Unidos de América. Plagada de violencia, humor negro y estrellas (Jessica Alba, Robert De Niro, Steven Seagal y un largo etcétera), la película era un chute para los adictos a la acción descerebrada, pero adolecía de una indiscutible descompensación entre el tono de pura Serie B y cierta pátina de reivindicación social que quedaba oculta detrás de todos los despanzurramientos y chistes, además de un ritmo irregular causado por su estructura episódica. En los créditos finales, Robert Rodriguez prometía el regreso del personaje en unas hipotéticas Machete Kills y Machete Kills Again. Y, pese a que la primera parte no fue un éxito descomunal (apenas 44 millones de dólares de recaudación en todo el mundo, sobre un ajustado presupuesto de 10.5), su responsable pensó que sería buena idea continuar la serie sin sospechar el enorme batacazo comercial que se pegaría con la primera secuela, 15 millones de recaudación mundial que apenas llegan a cubrir los 12 en los que se estima su presupuesto. ¿Merecía tal descalabro la película? No, pero a tenor de los gustos actuales y de esa vocación de trascendencia y seriedad que tienen los blockbusters de moda, es comprensible que haya sido así.
Aunque el cine de Robert Rodriguez tiene una vocación totalmente popular, se da la circunstancia de que, salvo muy contadas excepciones, sus películas no están destinadas a contentar al público más amplio, sino a un reducto de incondicionales que le ríen las gracias y consumen sin prejuicios cualquier película que huela a Grindhouse. Así, el cine que las masas consumían con fruición hace unas décadas y que constituía el grueso de las proyecciones de las salas de barrio ha quedado relegado a la condición de rareza, de anomalía nostálgica o capricho freak. Machete Kills, de manera incluso más consciente que su antecesora, se recrea en esa celebración de lo pasado de rosca y de moda, de lo absurdo y lo exagerado, hasta tal punto que casi parece una parodia y un festival de guiños a la filmografía previa del director. Algunos críticos han comparado la figura de Machete con la de James Bond: es un agente especial muy marcado por su lugar de nacimiento, trabaja en secreto para el gobierno, suele enfrentarse a villanos más grandes que la vida y es un imán para las mujeres atractivas (en sus dos aventuras hasta el momento, Machete ha tenido tiempo para liarse con Lindsay Lohan, Michelle Rodriguez, Jessica Alba, Amber Heard…). Sin embargo, Machete Kills acerca al personaje a otro agente secreto casi tan feo como él, pero con su misma capacidad para atraer al sexo femenino (siempre que no le falte el mojo): Austin Powers. A medio camino entre Moonraker y cualquiera de las peripecias del desastroso superhombre de Mike Myers, el regreso de Machete viene cargado de laboratorios imposibles, esbirros clonados, más referencias a Star Wars de las necesarias, cachivaches explosivos, rayos láser, sujetadores-metralleta, vehículos postapocalípticos y peleas de gatas. Todo eso y una saturación de actores conocidos que puede desconcertar a más de un espectador, ya que rostros famosísimos se pasean por aquí para aparecer en un par de escenas y no volver a salir más en el resto del metraje.
Quizá sea demasiado para el público más adocenado o para el más sibarita, sobre todo para aquellos incapaces de dejarse arrastrar por el cachondeo de una propuesta de este tipo. Pero no hay otra manera posible de enfrentarse al visionado de Machete Kills: aquí vale todo y hay que estar predispuesto a aceptarlo. Si no es así, haríais bien en no perder el tiempo. Porque, a decir verdad, esta segunda parte reincide en varios de los errores de la primera. A saber, es demasiado larga, tiene una estructura episódica que provoca la sensación de que la historia no avanza hacia ninguna parte y muchos de sus recursos plásticos y humorísticos están desgastados. Pero hay en ella algo que a un servidor le ha vuelto loco y que ha hecho que termine de ver la película con una sonrisa enorme en el rostro. No es el hecho de ver al Mel Gibson más descocado en años, que también. Ni tampoco ese momento totalmente pajillero en el que Amber Heard y Michelle Rodriguez se zurran hasta la extenuación (¡Gracias, Señor!). Lo mejor de todo es el modo en el que una historia que comienza en el árido desierto fronterizo va evolucionando hacia otros derroteros bien distintos, cambiando no sólo de escenario sino también de género. Cuando uno comienza a ver Machete Kills y descubre antes de que comience el filme un tráiler de Machete Kills Again… In Space, lo más lógico es preguntarse cómo es posible que una tercera parte lleve a este feo mexicano al espacio. Pues bien, a medida que transcurren los minutos nos vamos dando cuenta de que Machete Kills se va acercando progresivamente a la Ciencia-Ficción costrosa. Y entonces, cuando aparecen los créditos, tenemos la respuesta a esa incógnita y se cierra un círculo delirante que deriva en algo insospechado y que promete una conclusión perfecta a la que podría ser una de las trilogías más heterodoxas e imprevisibles del cine reciente. Eso siempre y cuando Rodriguez no se eche atrás después de hacer números. Pero, ¿desde cuándo el del sombrero ha seguido alguna lógica? | ★★★★★
Pedro José Tena
redacción Badajoz
Estados Unidos, Rusia, 2013, Machete Kills. Director: Robert Rodriguez. Guión: Kyle Ward. Productora: AR Films, Aldamisa Entertainment, 1821 Pictures, Quick Draw Productions, Demarest Films, Overnight Films. Montaje: Rebecca Rodriguez, Robert Rodriguez. Fotografía: Robert Rodriguez. Música: Robert Rodriguez, Carl Thiel. Reparto: Danny Trejo, Mel Gibson, Demian Bichir, Amber Heard, Michelle Rodriguez, Sofía Vergara, Charlie Sheen, Lady Gaga, Antonio Banderas, Walt Goggins, Cuba Gooding Jr., Vanessa Hudgens, Alexa Vega, Marko Zaror, Tom Savini, William Sadler, Jessica Alba. Duración: 107 minutos.