Proyectada fuera de competición en la octava edición del Festival Internacional de Cine de Roma, Il venditore di medicine, ópera prima de Antonio Morabito, nos trae una historia de esas corrosivas que retratan los entresijos de algún lobby de poder, en este caso, las empresas farmacéuticas. Con su estreno previsto en Italia para el próximo mes de enero, la película cuenta con Claudio Santamaria, el policía "pacífico" de Díaz: No limpiéis esta sangre (2012), que ahora se pasa al lado de los malos para interpretar a Bruno, un representante médico que ante la amenaza de despido por parte de su jefa (la conocida actriz Isabella Ferrari), recurrirá a todo tipo de artimañas para no perder su puesto de trabajo. Morabito arriesga al adoptar el punto de vista del personaje corrupto, con aspiraciones cuasidocumentales, inmiscuyéndose en todas las actuaciones de Bruno, tanto de su vida profesional como personal. Esta inmediatez y cercanía se convierten en una cuestión estilística que supone el verdadero compromiso político del filme, más allá de su temática. Se trata de abrir los ojos ante el negocio de los fármacos pero, a la vez, dotar de rostro humano a escándalos como el de GlaxoSmithKline, la farmacéutica más importante de Reino Unido, acusada de sobornar dinero, regalos y viajes a más de 4.000 médicos italianos.
Texto| Paloma González
Fuente| Cineuropa