El difícil equilibrio del poshumor
crítica de Getting On (2013-) | Temporada 1
HBO / Serie / 1ª temporada: 6 capítulos. | EEUU, 2013. Creadores: Mark V. Olsen & Will Scheffer, en base a la serie británica de mismo título. Directores: Howard Deutch, Becky Martin, Miguel Arteta. Guionistas: Mark V. Olsen & Will Scheffer. Reparto: Laurie Metcalf, Alex Borstein, Niecy Nash, Ann Guilbert, Mel Rodríguez, Mark Harelik, Brandon Fobbs, Joel Johnstone, K Callan, Lindsey Kraft, Betty Murphy, Molly Shannon. Fotografía: Jim Denault, Tami Reiker.
Antes que la risa, el poshumor busca despertar el asombro del espectador ante una situación incómoda, descrita en deleitosa profundidad. Es una apuesta cómica arriesgada porque parte de la audiencia puede no conectar en absoluto con la idea de reírse ante el patetismo y el egoísmo de los personajes, expuestos en pantalla para nuestro disfrute. Series como la The office (2001-2003) original o la extraordinaria The comeback (2005), amén de algunos gags de la grandiosa tropa española que integran Joaquín Reyes o Ernesto Sevilla, son ejemplos cumbre del poshumor. Getting on tiene en esa estrategia cómica su principal valor, pero lo sucedido en Nacido el 4 de julio (1.1) ha continuado en el resto de capítulos. Esto es, las tramas están tomadas de la Getting on (2009-2012) original, comedia británica creada y protagonizada por Jo Brand, Vicki Pepperdine y Joanna Scanlan. Así que los méritos de los creadores Mark V. Olsen y Will Scheffe merman cuando se dedican, grosso modo, a la adaptación de ideas y conceptos ingleses a Estados Unidos, ya sean relacionados con la sanidad o con las costumbres.
Es una pena que esta sea la forma en la que los creadores hayan encarado la primera tanda de episodios de su versión de Getting on, porque la serie en sí es muy buena. Capitaneada por un trío superlativo de actrices, donde destaca la gigantesca Niecy Nash, tomo carisma y ojalá que futura presencia en la terna de premios televisivos, la serie navega con eficacia en su retrato de una sociedad egoísta como la que vivimos, lo cual es contradictorio porque se trata del ala de cuidados a mayores de un hospital. De esa contradicción se extrae gran parte del potencial cómico. En estos seis capítulos veremos cómo un puñado de adultos se dedican a eludir responsabilidades, pasarse la pelota unos a otros y a no comunicarse. Están demasiado ocupados escuchándose a sí mismos y asegurándose de que sus necesidades están cubiertas para poder oír al otro. La serie está muy bien escrita, con buen oído tanto para la pulla como para la conversación cabal. La naturalidad y realismo fluyen en todo momento, y la creación de instantes divertidos y emotivos –aunque la risa venga acompasada de sudor frío en más de una ocasión, como el momento Pato Donald de Laurie Metcalf– está elaborada sin que se noten las costuras.
Sorprende encontrar a la pareja Olsen & Scheffer firmando como responsables de este remake. Su trabajo anterior es la notable Big love (2006-2011), crónica de la vida de una familia polígama en la actualidad. Nada que ver argumentalmente, y además un cambio de formato que ha sentado bien a los guionistas. Uno de los grandes problemas de su anterior serie era la dispersión narrativa y argumental que desarrolló durante sus cinco temporadas. En Getting on no salimos nunca del ala médica donde trabajan las protagonistas. El exterior se filtra desde dentro. La información sobre sus vidas y circunstancias se cuenta en pequeñas ráfagas, integradas a la perfección. Menciones casuales que nunca se antojan confesiones para que la audiencia lo tenga todo claro. El hospital funciona como microcosmos de la insatisfacción vital de los personajes.
En esa insatisfacción personal, descrita de forma clara y hasta comprensible, es donde el equilibrio del poshumor se acaba rompiendo. La cara oculta de elegir este tipo de estrategia cómica es que se corre el riesgo de excederse con mayor facilidad. Y más cuando se tiene a una cómica que salta sin red como es la gran Alex Borstein. Es todo un ejercicio de funambulismo. Tras cuatro episodios excelentes, las cosas se desmadran un poco en los últimos. En Turno de noche (1.5) el guión está forzado más allá de lo creíble –tres borracheras como deux ex machina es demasiado– y las cuitas amoroso-sexuales de Dawn y Patsy cruzan el límite de lo plausible para sacar una risa fácil. HBO no confía mucho en la propuesta de Olsen y Scheffer, ya que la ha estrenado a finales de año y con una temporada muy corta. La posibilidad de una segunda temporada es remota, aunque ojalá se dé el caso porque ver Getting on es asistir a un muy agradable rato de buena televisión rodada como cine. | ★★★★★
Adrián González Viña
redacción Sevilla