Religión contra medicina
crítica de El médico | Der medicus, de Philipp Stözl, 2013
La espera mereció la pena. Hemos tenido que esperar 26 años para que una de las novelas históricas más vendidas de todos los tiempos, El médico de Noah Gordon, pudiese ser trasladada a la gran pantalla. Sin duda alguna, el material era lo suficientemente jugoso para convertirlo en película, por lo que es de agradecer que no se haya escatimado en medios para que la experiencia sea todo lo exuberante, épica y lujosa que cabría esperarse. Es un orgullo, además, que hayamos sido los europeos quienes nos atreviéramos con el difícil reto de adaptar este best-seller estadounidense, demostrando que no tenemos nada que envidiar a las grandes superproducciones históricas provenientes de Hollywood. El médico acierta allá donde fallaba la ambiciosa Ágora (2009) de Alejandro Amenábar: la capacidad de combinar reflexión y espectáculo, haciendo que cada euro invertido quede reflejado en pantalla. En ambas películas queda reflejada la opresión del fanatismo religioso sobre la ciencia, que era tomada poco menos que como herejía tanto durante la antigua Roma como en la oscura Edad Media donde se desarrolla la apasionante historia escrita por Noah Gordon.
El filme de Philipp Stölzl nos traslada a la Inglaterra del siglo XI, donde el pequeño Rob J. Cole queda huérfano tras la muerte de su madre y es adoptado por un campechano barbero que le enseña el oficio de cirujano y a “curar” con un brebaje que utiliza para todo, combinando estas actividades con un espectáculo de malabarismo con el que malviven a través de los pueblos. Pero el muchacho tiene el don místico de presagiar cuándo alguien va a morir con solo tocarle el pecho y en su afán por erradicar enfermedades como la que le arrebataron a su madre, emprenderá un largo viaje que le llevará al otro lado del mundo, ni más ni menos que a Persia, donde ocultará su auténtica religión cristiana para ingresar en la escuela del judío Ibn Sina, considerado un sabio de la medicina. Todo ello bajo el régimen del Shá, al que Cole dice que recordará como un tirano y un amigo, al mismo tiempo. El azote de la peste, el romance prohibido entre el protagonista y una muchacha casada, las conspiraciones de los grupos extremistas –que ven en la medicina un acto de rebeldía contra Alá– para derrocar al Shá y las primeras investigaciones de Cole con el cuerpo de un paciente fallecido –aun cuando estaban consideradas como un acto de magia negra– son algunos de los ingredientes que sirven para que las generosas dos horas y media de metraje no se hagan pesadas.
Ya desde las primeras escenas, El médico hace gala de una majestuosidad en la puesta en escena que recuerda muy gratamente al añejo cine clásico de aventuras, aquel que lograba impresionar al espectador a base de enormes escenas de masas y paisajes de lo más exóticos, sin necesidad de recurrir a la infografía. La espectacular fotografía de Hagen Bogdanski sabe sacarle partido a las localizaciones, especialmente en las escenas que se desarrollan en el desierto. También resulta admirable la recreación de la ciudad de Ispahán, que consigue que el público se introduzca totalmente en la historia. La música de Ingo Frenzel contribuye a la perfección a dotar de épica a sus imágenes, logrando una de las bandas sonoras más memorables del año. Por momentos, sobrevuela el espíritu de David Lean –concretamente del de Lawrence de Arabia (1962)– sobre sus fotogramas, algo muy meritorio si tenemos en cuenta que un producto de estas características podría haberse conformado un acabado formal simplemente correcto, habitual en cualquier miniserie histórica actual. Desde el apartado interpretativo, Tom Payne supone un auténtico descubrimiento, aportando la adecuada mirada curiosa del personaje de Cole y convenciendo tanto en los pasajes románticos como en sus confrontaciones con los miembros más veteranos del reparto, Ben Kingsley y Stellan Skarsgård, quienes consiguen las actuaciones más auténticas y emocionantes de la obra. Hacía tiempo que no veíamos al protagonista de Gandhi tan cómodo en un papel dramático, a pesar de que parece haberse especializado en este tipo de personajes exóticos que tan bien le sientan a sus facciones. Skarsgård, por su parte, inunda de humanidad la pantalla en su corto pero fundamental rol de Barber. En este sentido, a Olivier Martínez le toca perder con su caracterización del Shá, no porque el actor francés esté mal en el papel, sino porque la intensa relación que mantiene con Cole e Ibn Sina en el libro no está del todo bien explotada en pantalla. Tal vez por fines puramente comerciales –algo por otra parte legítimo, si se toma a El médico como una película de aventuras–, su figura queda relegada a un segundo plano, en beneficio del personaje femenino interpretado por la guapa Emma Rigby y la más típica historia de amor.
Concesiones aparte, no queda otro remedio que aplaudir a su director por haber sabido condensar en su metraje todos los elementos que hicieron de la novela un éxito. El tema central, cómo el integrismo de la religión frenaba el avance de los conocimientos sobre la medicina, sumiendo al mundo en la enfermedad y la muerte, permanece inalterable, pero al mismo tiempo se puede disfrutar de una saludable aventura a la antigua usanza, con tormentas en el desierto y multitudinarias batallas. Reflexión y entretenimiento dándose la mano en un filme sumamente generoso en sus formas y en el que se ha mimado hasta el más mínimo detalle, que vuelve a demostrar que en Europa se puede facturar un excelente cine espectáculo –Oro negro (Jean-Jacques Annaud, 2011) es otro ejemplo reciente de ello, a pesar de su descalabro comercial–. El médico fue la primera parte de una trilogía que completaron Chamán y La doctora Cole, por lo que no sería descabellado que pudieran ser trasladadas también al cine si las cifras acompañan al estreno de esta cinta. Apuestas tan grandes como ésta lo merecen. | ★★★★★
José Antonio Martín
redacción Canarias
Alemania. 2013. Título original: Der Medicus (The Physician). Director: Philipp Stölzl. Guión: Jan Berger (Novela: Noah Gordon). Productora: UFA Cinema / ARD Degeto Film / Beta Cinema. Fotografía: Hagen Bogdanski. Música: Ingo Frenzel. Montaje: Sven Budelmann. Intérpretes: Tom Payne, Ben Kigsley, Olivier Martinez, Emma Rigby, Stellan Skarsgård, Elyas M'Barek, Stanley Townsend, Makram Khoury.