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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Mi amigo Mr. Morgan

    El último amor de Mr. Morgan

    Cuando el señor Morgan encontró a Pauline

    crítica de Mi amigo Mr. Morgan | Mr. Morgan’s Last Love, Sandra Nettelbeck, 2013

    A estas alturas de la película, pocas cosas le quedan por demostrar a Michael Caine, uno de los actores vivos más grandes de la gran pantalla. Seis décadas dedicadas al cine, dos Óscar y tres Globos de Oro lo dicen todo y, pese a que en los últimos años, se prodiga más como secundario ilustre en grandes películas (como las de Christopher Nolan, de quien es actor fetiche), de vez en cuando continúa ofreciendo papeles protagonistas en pequeños títulos que, sin su presencia, pasarían completamente desapercibidos. Tal fue el caso de Harry Brown (2009), pequeño drama independiente británico que se salva de ser el típico telefilme de sobremesa únicamente por el aplomo de la interpretación de Caine. Mr. Morgan´s Last Love (2013) sería otro caso de filme cuyo máximo interés reside en ver al intérprete británico en otra excelente actuación protagónica. Se trata de una adaptación al cine de la novela de Françoise Dorner La Douceur assassine, dirigida por la realizadora alemana Sandra Nettelbeck, que ya consiguió tocar la fibra sensible del espectador con uno de los éxitos del cine europeo de los últimos tiempos, Deliciosa Martha (2001) –Premio del Público en la Mostra de Valencia y en el Festival de Cine Alemán–, que llegaría a tener incluso un remake norteamericano protagonizado por Catherine Zeta Jones. Mr. Morgan's Last Love vendría a sumarse al ya nutrido grupo de películas que han aterrizado en las carteleras últimamente sobre el amor en la tercera edad, sin la gravedad dramática del Amor (2012) de Haneke ni los apuntes de humor de El exótico Hotel Marigold (2011), El cuarteto (2011) o Una canción para Marion (2012).

    El último amor de Mr. Morgan

    Matthew Morgan es un anciano inglés que no encuentra razones para seguir adelante desde que enviudó de su amada esposa. Vive solo en París y hace tiempo que no ve a sus hijos, que únicamente tienen reproches hacia él por su equivocado papel de padre. Su gris existencia cambiará súbitamente cuando conozca casualmente en el autobús a Pauline, una joven y espontánea profesora de baile que despertará en el antiguo profesor de filosofía sensaciones ya olvidadas, cayendo enamorado como un temeroso adolescente en una etapa en la que lo único que deseaba era la llegada de la muerte. Al mismo tiempo, Pauline encuentra en Matthew la figura de un padre que no tiene, por lo que sus sentimientos son más de cariño y admiración que otra cosa. La historia se complicará con la aparición de un tercer personaje que le confiere al relato una estructura de triángulo amoroso: Miles, el hijo de Matthew, que pasa de desconfiar de las intenciones de una mujer tan joven y guapa hacia su padre, a caer inevitablemente seducido también por los encantos de la muchacha. El filme toca con especial delicadeza temas como las dificultades de las personas a sobreponerse a la pérdida del ser amado, las segundas oportunidades en la vida o los prejuicios contra las parejas que se llevan cierta diferencia de edad.

    El último amor de Mr. Morgan

    Ni que decir tiene que el punto de fuerte del mismo está en el trabajo de los actores, no solo de Caine, genial como acostumbra, sino también de Justin Kirk y Clémence Poésy. De la química de ésta última con su veteranísimo partenaire depende que el espectador logre creerse que una joven como Pauline pueda desarrollar ciertos sentimientos hacia alguien que puede ser su padre, algo que está plenamente conseguido en la cinta. Como curiosidad, sorprende la elegancia de la banda sonora de un Hans Zimmer alejado por una vez de sus épicas partituras para grandes superproducciones. Estamos ante una película elegante y equilibrada, que no se recrea en los pasajes más dramáticos para sacar la lágrima fácil de su público, optando por centrarse más en la hermosa amistad que nace entre el señor Morgan y esa joven profesora de baile, que con su alegría y vitalidad consigue iluminar su apagada existencia, devolviéndole la ilusión y las ganas de vivir. No es Mr. Morgan's Last Love una obra redonda, ya que pierde un poco el norte en las conversaciones que mantiene Matthew con su mujer muerta, a la que cree ver en todas partes, una concesión algo facilona que rompe con el tono mayoritariamente sensible (que no sensiblero) y sutil de la propuesta. También se le va un poco la mano a Nettelbeck con el metraje y termina resultando un poco larga, pero son obstáculos fácilmente franqueables gracias al buen hacer de los intérpretes, que ayudan sobremanera a que su visionado se siga con indudable interés. ★★★

    José Antonio Martín
    redacción Canarias

    Alemania, Bélgica, Estados Unidos y Francia. 2013. Título original: Mr. Morgan's Last Love. Directora: Sandra Nettelbeck. Guión: Sandra Nettelbeck (Novela: Françoise Dorner). Productora: Kaminski.Stiehm.Film GmbH / Bavaria Pictures / Senator Film / Scope Pictures / Sidney Kimmel Entertainment / Elzévir Films / SCOPE Invest. Fotografía: Michael Bertl. Música: Hans Zimmer, Montaje: Christoph Strothjohann. Intérpretes: Michael Caine, Clémence Poésy, Justin Kirk, Jane Alexander, Richard Hope, Anne Alvaro, Gillian Anderson. Presentación oficial: Locarno 2013

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