Aséptico clasicismo
crítica de El sueño de Ellis | The Immigrant, de James Gray, 2013
La película se abre con una imagen de la Estatua de la Libertad vista por los ojos de un grupo de inmigrantes en barco, y la memoria del cinéfilo viaja con rapidez hacia El padrino II (The godfather, part II, Francis Ford Coppola, 1974) o Érase una vez en América (Once upon a time in America, Sergio Leone, 1984). Referentes de altura para James Gray, que afronta su quinto largometraje con una sensación de fatalismo y desaforado romanticismo. La misma sensación que inunda su corta carrera, y que ha dado tanto buenos como menos buenos resultados. Amén de otorgarle el apodo de “cineasta clásico”, con todo lo bueno y lo malo que eso supone. Los elementos de su cine están presentes por completo en The immigrant, largometraje que encuentra en el adjetivo “fallido” su más apropiada descripción. Ese es el resultado de la operación del director y co-guionista. Gray ha malentendido un poco el clasicismo, ya que su apuesta es por la contención, y que los intensos sentimientos de sus personajes nos conmuevan por la fuerza de los mismos. El inconveniente es que la contención –de puesta en escena, en la descripción de los personajes– acaba asfixiando un relato pesimista y oscuro. La cinta cuenta la historia de Ewa, joven polaca que llega con su hermana al País de las Oportunidades. Estamos a principios de siglo y las olas de inmigrantes de toda Europa se cuentan por miles. La hermana de Ewa tiene tuberculosis y es recluida en el hospital de la Isla de Ellis. Y una injusticia sucedida en el barco hará que nuestra protagonista sea marcada para volver a Polonia. Ahí es donde entra a la trama Bruno, que se encarga de “salvar” a mujeres en situaciones desesperadas para llevarlas a su casa de citas. El conflicto está establecido en menos de media hora. El problema es que, exceptuando la aparición del mago Orlando, primo de Bruno e interés amoroso para Ewa, la trama no va a variar de la hoja de ruta marcada.
De entrada y hasta el final vamos a apoyar a Ewa en su cruda odisea. La situación despierta nuestra total empatía: una mujer en esas circunstancias; menospreciada porque sí. Es la injusticia personificada. Pero esto no libra a la historia de un carácter inerte. Es un cuento sobre los peligros de los Otros y cómo una persona puede cambiar las cosas porque es diferente. Un cuento ya visto y mejor contado, donde no se confunde complejidad con complicar del argumento. Las mejores armas de la película vienen de mano de la ambigüedad de la heroína en su afán de supervivencia. Como una gata dispuesta siempre a arañar (se arma a la mínima), Ewa afronta todos los retos con dignidad y paciencia pero, ay, también con algo de irritante languidez, como bien apuntó un amigo de este cronista. De hecho, el trabajo de Marion Cotillard, convincente pero en exceso llorón, contradice en ocasiones puntuales la fuerza de la protagonista. Gray la filma con la intención, como dijo en Cannes, de recuperar el espíritu de las sufrientes heroínas del cine mudo. Altas expectativas para una actriz que, además, está hablando polaco sin su habitual acento francés. Quizá tenía demasiado que hacer. Una odisea en la que no falta de nada. Ningún elemento dramático propio de historias de este tipo: vergüenza familiar, moralidad dudosa, prostitución, amor no correspondido, amor sí correspondido, corrupción policial. Y aunque la fotografía del gran Darius Khondji transmita el frío, la desolación y componga algunas imágenes hermosas; y en momentos ocasiones brilla el mejor Gray, el guionista/director con pericia (la presentación del personaje de Orlando), pero la sensación general no deja de ser la decepción.
Sorprende, quizá por un prejuicio o quizá por la calidad de sus trabajos anteriores, que el mejor intérprete del trío protagonista sea Jeremy Renner. El más medido, el que afronta su personaje con mayor honestidad. Un intenso Joaquin Phoenix parece estar arrastrando todavía el sobrenatural esfuerzo que hizo en la magnífica The Master (Paul Thomas Anderson, 2012) y de Cotillard ya se ha dicho cómo lo externo de su interpretación se apodera del talento de la actriz. Hacer palpable el sentimiento religioso es siempre una tarea difícil para cualquiera. Cuando la espiritualidad es uno de los rasgos principales de un personaje, se corre el peligro de caer en tópicos. Bienintencionados, pero tópicos. El conflicto moral de Ewa (debe prostituirse y cree que eso le garantiza la eternidad en el Infierno) está expuesto con todas sus luces y sombras, pero no se manifiesta un verdadero peso en su alma más allá de lo que el espectador puede entender. La trama avanza sin deparar muchas sorpresas, aunque la intención sea contraria. Ni siquiera los requiebros de la última media hora animan un espectáculo largamente falto de vida. Cuando una película tiene tan marcado a fuego el devenir de los acontecimientos antes del minuto 30, es mala señal. Debe ser muy estimulante en los otros apartados para poder olvidar la desidia del guión. Y The immigrant no lo es. | ★★★★★ |
Adrián González Viña
X Festival de Cine Europeo de Sevilla
Francia, Estados Unidos, 2013. Director: James Gray. Guión: James Gray & Ric Menello. Música: Chris Spelman. Fotografía: Darius Khondji. Reparto: Marion Cotillard, Joaquin Phoenix, Jeremy Renner, Angela Sarafyan, Antoni Corone, Dylan Hartigan, Dagmara Dominczyk. Productora: Kingsgate Films / Worldview Entertainment / Keep Your Head Productions.