Lady Di, princesa de cuento
crítica de Diana | de Oliver Hirschbiegel, 2013
Diana, bajo las órdenes del realizador alemán Oliver Hirschbiegel (El hundimiento), ha supuesto un gran reto para la actriz protagonista Naomi Watts. Encarnar para la gran pantalla a la enigmática princesa de Gales, la carismática y querida por todo británico Lady Di, no es tarea sencilla ni plato de gusto para todos los paladares. La película empalaga a caramelo ya chupado, a historia ya vista de princesa rebelde a quien le gustaría ser alguien normal. Tan poco ha gustado la cinta, que ya son muchas las voces que dudan de la nominación de Naomi Watts a los Oscar por segundo año consecutivo. Su interpretación en Lo imposible (Juan Antonio Bayona, 2012) fue desgarradora, añadiendo luz a la desgracia dentro de una trama que le permitía dar lo mejor de sí; en esta ocasión, sin embargo, la vemos empequeñecida, intentando sacar a flote un guión irregular que parece pesar demasiado. No obstante, no todo son desilusiones sino que a lo largo de el metraje también somos testigos (más que partícipes) de algunas escenas que desprenden atisbos de buen cine. El plano secuencia del principio, minutos antes del flashback que nos situará en 1995, dos años antes de la muerte de Lady Di, representa tan solo un ejemplo de ello.
Otro punto fuerte lo constituye el contraste magistral que se produce entre sonido y silencio. Hay escenas, muchas relacionadas con la presión a la que la princesa se veía sometida debido a los paparazzi, que solo logran transmitir su fuerza gracias a la ausencia total de sonido en el momento justo. Sabíamos que los flashes cegaban, pero no que también eran capaces de aturdir el resto de nuestros sentidos. Con todo, nos encontramos con una película centrada en los dos últimos años de vida de Diana y, en concreto, en su romance secreto con el cirujano pakistaní Hasnat Khan; interpretado por el actor británico Naveen Andrews (serie Lost). Dejando a un lado el grado de veracidad histórica de los hechos narrados, lo cierto es que el deseo de dar a conocer una faceta hasta ahora omitida de la princesa Diana, su imposible romance con Hasnat a quien intentará olvidar empezando una relación con el multimillonario Dodi Al-Fayed, terminará convirtiéndose en una especie de cuento de hadas difícil de creer. Todo en la película resulta demasiado perfecto para ser verdad, como la escena en la que una ‘adolescente’ Diana decide estudiarse un libro de medicina para tener más cosas en común con Hasnat y lo abre por la página del corazón. Ese órgano incomprendido incapaz de explicarse por qué todo tiene algo que ver con él.
La cinta constituye un alegato a la improvisación, a la sublevación incluso en la piel de alguien que, pese a ser princesa, supo vivir a su manera construyendo sus propias reglas. Vemos a una Diana que se siente más cómoda descalza que en tacones, viajera, volcada en las causas humanitarias y, ante todo, nada temerosa a enfrentarse a los tabúes raciales y culturales de la época. Este tema, candente durante toda la película pero que tan solo se expone de refilón, se hace sobre todo palpable en la conversación que Diana mantiene con la madre de Hasnat. Las heridas siguen abiertas y tanto la religión como la etnia son, y ha sido siempre, líneas de fractura entre las diferentes culturas. Finalmente, aunque el filme busque la sorpresa y la espontaneidad, muchos de los diálogos entre estos dos personajes resultan bastante acartonados, envueltos en una fina capa de solemnidad y citas vagas como “yo no soy quien hace la operación, ella es la que me hace a mí” que más que simpatía generan rechazo. Asimismo, los toques de humor no están del todo conseguidos, si bien observar a Diana (con peluca incluida para preservar su anonimato) bailar sola en una discoteca resulta bastante cómico. Así, aunque da señales de intentar decir más de lo que dice, con una banda sonora excelente y una canción en francés que, en un buen momento, nos invita a olvidar el tiempo perdido; no termina de dejar claros sus propósitos y se accidenta en una amalgama de momentos románticos, lágrimas saladas y saltos de tono que, o bien Lady Di era bipolar, o bien nos hemos vuelto todos locos. Naomi Watts también lo intenta, mucho, pero no logra sobresalir. Se muestra intimidada, quizás por el peso de la figura que interpreta, y todo lo que recordaremos de ella será ese ligero golpecito de cabeza que le sigue después de cada discurso, como agradeciendo el poder estar ahí delante de todos nosotros. ★★★★★
Patricia Martínez
redacción Madrid
Reino Unido, Estados Unidos, Francia 2013, Diana (Caught in Flight) Director: Oliver Hirschbiegel. Guión: Steven Jeffrey. Fotografía: Rainer Klausmann. Productora: Ecosse Films / Le Pacte / Scope Pictures. Reparto:Naomi Watts, Naveen Andrews, Cas Anvar, Geraldine James, Charles Edwards, Michael Byrne, Douglas Hodge, Laurence Belcher.