La adolescencia salvaje
crítica de Clip | Klip, de Maja Milos, 2012En los sórdidos suburbios de Belgrado, Jasna (Isidora Simijonovic) y sus amigos ponen kilómetros de distancia entre los problemas y sus cuerpos a base de litros de alcohol, puñados de drogas y sexo sin tapujos, en fiestas donde la rebeldía le gana a los límites y donde ellos crecen rápido por encima de una sociedad que les aprieta. Jasna vive en la capital de Serbia y Montenegro, antigua Yugoslavia, en el seno de una familia triste, con un padre enfermo y una madre que hace oídos sordos a la realidad cambiante de su hija. Su tío, residente en Qatar, le envía por correo un teléfono móvil, elemento que se convierte en indispensable para su jornada cotidiana, pues comienza a mostrarse a si misma y a su entorno mediante la cámara, dotando por lo tanto al filme de una interesante particularidad de formato, siempre vistosa en una primera toma de contacto con el espectador. De esa forma, con la óptica de una adolescente deseosa de descubrir su identidad, catalizar sus fracturas sociales, su exploración sexual y sus mecanismos de evasión mediante las imágenes de su teléfono móvil comienza Klip, un drama facturado por la joven directora Maja Milos, decidida a dar el salto al mundo de los largometrajes tras la creación anterior de diversos cortos (como Interval (2003), Les Cousins (2006) y Dust (2008), entre otros). Esta ópera prima pretende focalizar en Jasna una doble problemática; por una parte, las obsesiones de siempre inherentes a todo adolescente; la violencia, el amor, la líbido, el placer, el dolor y el autodescubrimiento, y por otra banda, reflejar la inestabilidad social y el desamparo en el que vive una gran parte de jóvenes de Europa del Este, ya que países como Serbia se recuperan, todavía lentamente, de su posguerra y sus consecuencias. Amén de captar un naturalismo más directo, la directora otorgó libertad de improvisación a los actores en la recreación de las secuencias violentas e íntimas. (Obviamente, los menores no participaron en las recreaciones sexuales explícitas, dado que por ejemplo Isidora Simijonovic sólo contaba catorce años durante el rodaje de la obra.)
Junto a sus amigas, Jasna emplea su nuevo regalo tecnológico como instrumento de diversión, de expresión y de reclamo de atención social, y a través del bombardeo constante de imágenes de manufactura casera y poco convencional nos enseña su frenético día a día. El realismo extremo hace de Klip una obra de intenciones documentales con base ficcional y lenguaje informal, rozando en varios tramos, y sin necesidad, una vulgaridad pasmosa. Jasna acude a fiestas donde bebe y consume drogas, sacia sus impulsos sexuales, y presencia peleas, vomitonas y coqueteos. Su relación con Djole, un compañero de escuela de mayor edad, muestra con minuciosidad un peligroso camino de destrucción emocional, servilismo sexual rayano a la vejación y valores machistas anquilosados. La autoestima adolescente, muchas veces baja, tan dependiente de la opinión ajena y de los clichés sociales se percibe en Jasna a través de su conducta sexual y su hambre de afecto, compasión y contacto emocional, muchas veces convertido en rechazo y desprecio. El hecho de ser tan profundamente explícita y descriptiva generó controversia, y en Rusia fue censurada por la crudeza de sus imágenes; sin abogar por su prohibición, ni muchísimo menos, lo que si opino es que los filmes deben ser explícitos de manera justificada, y si bien esta trama debe servirse de momentos sexuales que muestren la realidad de la protagonista, algunos de los planos son innecesarios, chabacanos y completamente gratuitos, posiblemente en la búsqueda de una provocación absurda y morbosa que desluce el resultado final de la obra al espectacularizarla. Lo mejor de Klip es, sin duda, su entretenido formato visual, su formulación de preguntas, su valentía y su consigna de no cerrar los ojos a la crudeza, la brutalidad y la crisis de valores que sumerge a muchos jóvenes del Este de Europa, que llenan sus vacíos existenciales de violencia y caos emocional. La rapidez de diálogo y las atmósferas decadentes en las que se mueven los protagonistas provocan que la atención del espectador no decaiga a lo largo de la hora y media de largometraje. Lo peor es la construcción bastante arquetípica de sus personajes, que lejos de contar con unos buenos cimientos resultan a veces frívolos y absurdos, ególatras y mal encarados. Pese a ello, y por las reminiscencias a otros filmes independientes de mayor categoría y mismo carácter de advertencia, como aquella brillante Kids de Larry Clark (1995), que abordaba el conflicto de las drogas y el sida, merece la pena darle al play de Klip, y meternos de lleno en la vida de Jasna. ★★★★★
Andrea Núñez-Torrón Stock
redacción Galicia | enviada especial al Festival Cineuropa de Santiago de Compostela.
Serbia, 2012, Klip (Clip). Director: Maja Milos. Guión: Maja Milos. Fotografía:Vladimir Simic. Productora: Film House Bas Celik. Reparto: Isidora Simijonovic, Vukasin Jasnic, Nikola Dragutinovic, Sanja Mikitisin, Jovo Maksic, Monja Savic, Katarina Pesic. Presentación oficial: Festival de Rotterdam: Tiger Award (mejor película).